Abby Bradley
De nuevo debo seguir la famosa rutina diaria del instituto. Me fastidian todas estas cosas aburridas que debemos ver a diario. Hoy creo que estoy más de mal humor que nunca, odio pararme temprano, odio que el maldito despertador dañe mi sueño.
Pero que belleza lo que mis ojos están viendo esta mañana.
¿Qué mierda hace Matthew en mi asiento?
Resoplo agotada de camino a mi pupitre, es mío todos saben que tiene mi culo en su silla.
—Matthew —llamó y este me saluda con su mano sin despegar su cuaderno —. ¿Qué haces en mi puesto?
—Es el puesto de todos. Tú no los compraste, Abby —contesta con cierta burla —. Yo no veo tu nombre por ningún lado —menciona con voz burlona viéndome fijamente, a penas nuestros ojos se encuentran su semblante cambia.
—¿Qué te pasó en el labio? —pregunta sobresaltado tocando con su dedo mi labio roto, a lo cual lo aparto inmediatamente.
—Nada —doy un suspiro de fastidio tocando el mismo —. Me caí.
—No te creo.
—Me sabe a mierda si me crees o no. Muévete que este es mi asiento.
Matthew intenta sonreír, pero esa sonrisa falsa conmigo no le sale.
—Te repito que no veo tu nombre.
—Lo tiene.
—¿Ah sí? ¿Donde?
—Aquí —menciono sacando un bolígrafo de mi bolso para comenzar a trazar mi nombre en el puto asiento —. Ya tiene mi nombre. Ahora pon tu feo culo en tu asiento de chupamedias.
—Está bien —contesta alzando sus manos a modo de inocencia y yo sonrió orgullosa.
—No tienes derecho a quitar a nadie de un asiento público.
¿Quién dijo eso?
Ah, sí. El maldito negro.
—¿Perdón? Creo que no escuche bien —mencioné haciendo que limpiaba mis oídos.
—No te hagas la estúpida, Abby. Este salón no es tuyo para que quites a nadie de un asiento.
Asiento pero no porque tenga razón el imbécil, sino porque en su frente le falta un adorno.
No sé qué mierdas sigue diciendo porque no me interesa en lo más mínimo escuchar sus babosadas. Lo único que me interesa es estampar en su cara el borrador que está en mis manos, y así hago con muy buena puntería estampo la goma de borrar en su frente llena de granos.
—¡Auss! —exclama a modo de dolor, pero yo solo puedo reírme de él —. ¡Eres un monstruo, Abby!
—¿Ustedes que miran? ¿Quieren también que estampe este borrador en sus frentes? —replicó con superioridad y todos los alumnos ponen sus miradas en sus asientos.
El negro sale molesto del salón viendo de mala manera. Sé que a Matthew esto le divirtió aunque no lo deje ver.
De veras que la hipocresía de este salón me molesta. Recuerdo que la semana pasada, Amanda una chica con la que nunca he hablado terminó con su novio porque su "mejor amiga" lo beso. Idioteces. Ahora sigue hablando como si nada con esa persona que la traicionó. Que hipocresía se vive. Por eso es mejor convertirse en una persona de pocos amigos.
Prefiero estar rodeada de amigos de verdad, aunque solo sean dos que cuento con una sola mano, no me importa porque es mejor así. Porque muchos creen conocer a una persona, pero sin embargo, esas personas ocultas en una máscara de traición. Las personas son llenas de mentiras y falsedades, esperando que tú te descuides para clavarte el puñal por la espalda.
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ABBY BRADLEY ©✔
Teen Fiction"Hundida en la desesperación, necesito un momento de salvación" Abby Bradley, es conocida con muchos apodos en su instituto; desde suicida a drogadicta. Todo esto es verdad. Sin embargo, para llegar a estas etiquetas pasó por un verdadero infierno...