Capítulo 10

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Abby Bradley

Era ya el cuarto día que no sabía nada de Aza. Eso me frustra. Es que odio tanto ese sentimiento de necesidad que sientes por extrañar al otro. Por eso no me gusta querer a nadie, porque cuando lo haces tu corazón se llena de sentimientos raros por el otro, entonces cuando esa persona no está más en tu vida sientes que tu mundo se va con esa persona. Y no es bien, porque nacimos solos y nos vamos solos. Porque no nos debemos apegar a nadie. Nadie es nuestro y las personas son pasajeras. 

Pero con Aza me duele porque yo la lastime. Por eso trataba de no quererla cuando nos hicimos amigas. Pero fue imposible no quererla, ella siempre ha llenado mi corazón de mucha felicidad, siempre me ha hecho creer que este mundo a pesar de toda su maldad aún tiene cosas buenas, pero ahora que ella no está y eso me duele profundamente. Veo que el mundo sigue siendo una mierda, una mierda con dolor y más sin mi amiga. La estoy extrañando tanto, cada maldito segundo que pasa en el reloj la estoy extrañando más, con más intensidad, mi corazón duele mucho, duele porque mi mejor amiga no está conmigo.

Aza no aceptaba mis llamadas, no me abría la puerta de su apartamento a pesar de que pasaba horas esperándola. Todos estos últimos días no había querido ir a la escuela, me iba directamente a su apartamento, pero ella nunca aparecía, quién sabe dónde estaba. Es que ella no logra comprender porque no le dije nada; no lo hice porque ella no me iba a ayudar a morir y completar esa lista para irme de este mundo. Pensará que es ilógico y estúpido, pero si una persona de verdad se pusiera en mis zapatos figurativamente y pasará por lo que yo paso sé que tampoco desearía vivir de esta manera.

Sé que me extrañara cuando me marche, pero también lo superará porque todos tarde o temprano superamos todo, o eso hacemos creer al otro. Era mejor que ninguna fuera aparecido en la vida de la otra y así esta mierda no doliera tanto como duele justo ahora.

Con mi padre como siempre todo iba peor, trataba de darle su comida y no acercarme, pero no valía porque me tomaba con mucha fuerza por mi brazo para repetirme con furia cuanto me odiaba, escupiendo mi cara con sus asquerosas y repulsivas babas. Tengo que soportar siempre ese olor tan fétido que bota su asquerosa boca, su asquerosa boca que solo sirve para tomar, comer y decir horribles palabras; todas en odio contra mí, todo lo que sale de su boca me hiere como un puñal directo a mi corazón.

Trate de inundar mis tímpanos con buena música para no pensar tanto, pero no lograba cerrar mis jodidos pensamientos. Me sentía muy extraña con un sentimiento de necesidad. Ya ni las drogas ni el cigarro me hacían olvidar lo que estaba sintiendo, y eso que fume varias veces para calmarme, pero me fue imposible.

No sé por qué pero hasta el torpe de Matthew me hacía falta con todas las boberías que cometía y decía, además entre mis manos tengo las flores secas que me regaló en su casa, son tan bonitas como las que me gusta hacer.

Cuando las cree fue por mi madre, porque yo miraba de lejos como mi padre siempre le llevaba flores a su tumba. Estas se secaban y marchitaban, quedaban hechas nada con lo días, por eso decidí investigar y crear unas que no se dañaran tan rápido. Se las lleve a su tumba y las escondí con tierra para que nadie las viera, siempre llevaba unas conmigo, todo era para que siempre ella estuvieran conmigo. 

Creo que al tener esas flores secas la tengo a ella seca para mí, es una tontería pero desde niña siempre he conservado esto, y no quiero que desaparezca aún. Para muchos no puede tener sentido, pero para mí lo tiene todo. Y es que cada ser humano tiene cosas extrañas en que creer, a otros no les puede parecer bonito o con sentido, pero para la persona que las tiene es todo, simplemente tiene un significado diferente y único; porque todos somos  diferentes observadores de la vida y lo bonito que aún está tiene consigo.

ABBY BRADLEY  ©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora