Capítulo 24

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Abby Bradley

—¡Ahora sí, nena ábrelos! —pide aza quitando la venda de mis ojos.

Parpadeo varias veces y lo primero que miro es una sombra, pero luego mis ojos miran algo que acelera mi corazón ¡Mierda no! es Matthew. Trago saliva inmediatamente y siento cosas raras dentro de mí. Espero que sean parásitos.

—¿Qué hace él aquí? —preguntó casi en susurro a Aza pero ella solo me da una mirada pícara que yo reprocho inmediatamente.

Trato de respirar varias veces. Me estoy dando cuanta que me están sudando las manos. No sé porque Aza me está haciendo esto. Se supone que me tenía una sorpresa ambiental, pero estoy viendo es un daño climático directo a mi corazón.

Aza sin decir nada me toma de las manos y pese a mis impedimentos nos ponemos frente a frente con Matthew que viene con sus manos dentro de sus bolsillos y esa tonta y patética sonrisa de siempre, pero que ahora me gusta la verdad.

Tenerlo frente a mí de esta manera tan cerca es raro. Me gustan sus gestos tan extraños, su sonrisa, sus raros ojos que me miran con tanta intensidad, siento unas ganas de correr y abrazarlo y decirle cuanto lo siento, pero algo dentro de mí también me lo está pidiendo. Pero estoy acabando de comprender que de verdad lo quiero, y tal vez desde antes lo hice. Pero de verdad que justo ahora lo estoy queriendo un poco más que aquel día que nos despedimos.

—Bueno —dijo Aza y me sacó de mis pensamientos —, par de tortolos los dejo solos por fin. No me agradezcas tanto, nena —me dice y le lanzó una mirada matadora—. Bueno, nenes. Besos — se despide dándome algo en una extraña bolsa negra —. Creo que es hora de un nuevo punto — me dice antes de despedirse casi en susurro pero no entiendo nada de lo que está diciendo ni de lo que está pasando, todo me deja muy perpleja.

Mi mirada denotaba confusión por lo que acababa de decirme. Cuando mire dentro de la bolsa solo pude sonreír como boba, porque estaba entendiendo todo, lo entiendo todo y creo que le debo agradecer por esto luego.

De verdad ya no importa las semanas que han pasado desde que nos alejamos y pasó lo de mi padre que me dejó muy mal, sea como sea tengo varias secuelas que debo curar y me atormentan algunas veces por la noche. Pero por ahora lo que me importa es su sonrisa, porque la sonrisa de Matthew sigue tan presente en mi memoria como el primer día que tanto la odie.

—Matthew —trago saliva cuando se me acerca más.

—Abby —pronuncia mi nombre con una media sonrisa reprimida cuando estamos a pocos metros de distancia.

—¿Qué... qué haces aquí? —preguntó sabiendo lo obvio y me golpeó mentalmente por esta estupidez.

—Aza, me pidió que viniera... ella dice que no podemos estar separados... por más que queramos.

—Entiendo —contesté asintiendo y él también asintió burlón.

No sé por qué me pasa esto, no sé qué me está pasando. Mis manos sudan, mi voz se entrecorta, no sé qué decir, me siento nerviosa y mi corazón salta como si estuviera en un estupendo trampolín.

—Abby —pronuncia nuevamente mi nombre y yo le pido que pare con mis manos.

—Yo primero —digo sin esperarlo y él asiente pensativo y nervioso rascando su nuca.

Tomó aire y lo miró fijamente.

—De verdad siento si alguna vez te lastime —murmure con sinceridad —.Nada de eso fue mi intención.

—Yo sé que no me quieres, Abby —soltó y lo mire mal —. Sé que quieres a otras personas, a otras cosas, que yo no soy...

—Shhh —pedí en susurro tocando su labio y sus ojos cambiaron de aspecto gris y sombrío a unos más brillosos y con vida.

ABBY BRADLEY  ©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora