Capítulo 9-1: "El Equipo AR. Parte I."

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Capítulo 9-1: "El Equipo AR. Parte I."

Luego de algunos momentos de silencio total, una voz se decidió por interrumpir la calma para poder iniciar una nueva conversación.

—Si esto es la prisión de la D3ELITE, entonces, ¿cómo fue que nos encerraron? Yo solo tengo que Wernox realizó un ataque autoflagelante, y generó una fuerte explosión. Después de eso, aparecimos aquí. —En la celda de enfrente, quien había hablado era Tresha, quien compartía celda con Julieta y Sebastian.

—Posiblemente hayamos quedado noqueados en ese momento y ellos aprovecharon. Lo único que sé con certeza, es que aquí podemos sentarnos tranquilos a esperar la muerte porque no conozco a nadie que haya logrado escapar con vida de este lugar. —comentó el hombre lobo, quien se encontraba sentado a su estilo y escribiendo garabatos en una de las paredes con sus garras.

—Me importa un carajo a mí, el método por el cual nos hayan traído hasta acá. Todo lo que quiero ahora, es escapar y patearle el culo unas cuantas veces a ese hijo de puta de Ferx. —exclamó una voz en la celda adyacente a la de Wernox. Era el Capitán Argento.

—Pero, ¿cómo haremos para hacer eso? Estos barrotes son indestructibles, y nadie de nosotros es capaz de teletransportarse o algo similar. La única opción que tenemos es aprovechar algún momento en que vengan a buscarnos para darnos de comer, si es que hacen eso, e iniciar un botín. —propuso Lau Runner, la tenista, quien compartía celda con el hombre de armadura celeste.

—Te recuerdo que no tenemos armas. La D3ELITE nos secuestró todas las pertenencias. —contestó Julieta.

—Pero no todos aquí necesitamos armas. Digo, Lau puede desenvolverse muy bien con sus puños, Titan tiene su increíble fuerza, Sebastian tiene sus garras, Draka, Tresha y yo tenemos nuestros poderes dragonianos, y Julieta puede usar su habilidad para infiltrarse en el depósito de armas y obtener cosas para los demás. No hay excusas, y sobran los motivos. —dijo el dragón mientras continuaba esperando que su compañera Anahí despertara.

—Bueno, ahí tienes razón, pero eso no quita que, ahora mismo, estamos trabados. No podemos hacer nada. —La voz de Draka sonaba muy desesperanzada, y alejada, pues su celda estaba separada de los demás por otras cinco.

—¿Y la señorita sombras no puede usar su habilidad ahora para salir de aquí? —preguntó Tresha.

—Sí que puedo, pero no podré hacer mucho, puesto que allá afuera hay todo un bastión de soldados de la D3ELITE. Si voy sola, no sobreviviré. Necesitaría bastante apoyo o... —Julieta se detuvo por un momento—...¡Oye, Wernox! ¿Creés que podrías hacerme tu guardiana? Con la ayuda de tu poder, aunque sea un poco, tal vez logre conseguir acceso a la cabina de seguridad y abrir las celdas.

—Lo siento, pero ahora eso me resulta totalmente imposible, mira mi tamaño pequeño, podría convertirte en una guardiana, pero de todas formas, sería incapaz de darte algo de mi poder como a Tresha. Creo que no tenemos más opción que esperar el momento oportuno para iniciar un botín. —Wernox se entristeció al pensar que, quizás, esa oportunidad nunca llegaría.

—Entonces debemos armarnos de mucha paciencia. No sabemos con exactitud cuando podrían venir a por nosotros. —dijo desanimadamente, Sebastian.

—Estupideces, señor 'garras', yo ya estuve acá encerrado varias veces y siempre logré salir con la ayuda de mis amigos, el Capitán Uy y Jessica. Compañeros, ¿están ahí? —Capitán Argento intentó saber donde se encontraban sus dos aliados, pero no consiguió respuesta alguna.

—Si ellos no están aquí, entonces están muertos o afuera. Espero que sea la segunda opción, así se convertirían en un pequeño rayito de esperanza. —aseguró Wernox.

—Teniendo en cuenta el lío en el que estábamos metidos allá afuera, dudo mucho que anden por ahí libremente. Muy probablemente estén más muertos que mi tatarabuela. —gritó Draka en la distancia.

—¿Tu tatarabuela está muerta? Eso no lo sabía. Ni me dijiste nada. —respondió el dragón.

—Falleció hace tres mil años, cuando Satanás invadió algunas ciudades del reino de Hades. Ella vivía en un geriátrico en las costas del Río Estigia.

—Que desgracia que haya iniciado esa guerra. Mira que romper un tratado de paz con Hades por un poquito de territorio. Aún no me creo esa estupidez. Agradezco que mi ciudad esté dentro del reino de Loki, aquel territorio del que no se acuerda nadie.

—¿Pueden dejar de hablar de sus estupideces del inframundo y empezar a pensar en una forma de salir de este maldito lugar? —gritó furiosa la tenista.

—Es que, como ya dije, no hay nada que podamos hacer ahora mismo. Salvo que Julieta haga el intento suicida de ir hasta la cabina de seguridad sin apoyo nuestro, solamente queda esperar por el momento en que podamos iniciar el botín. —respondió Wernox.

—¿Mientras tanto qué haremos? —preguntó Tresha.

—Charlemos y conozcámonos más. ¿Les parece? —contestó el dragón—. Empiezo yo, mi nombre ya lo conoces. Soy un antiguo demonio dragoniano de casi un millón de años de edad, aunque sigo en la etapa adolescente de mi vida. Tengo una esperanza de vida de tres mil millones de años, vivo en la ciudad donde cumplo el rol de alcalde: Magjet, en el territorio gobernado por Loki y Skadi. Es un lugar con un clima frío y seco, pero que resulta agradable cuando te acostumbras.

—Bien, sigo yo. Soy Draka, una demonio súcubo. No recuerdo con exactitud mi edad, pero soy hija de una demonio que fue guardiana de la madre de Wernox. Por el contrario a todas las demás súcubos, de ninfómana no tengo nada, aunque tampoco soy tan asexuada. Me gusta ese deporte de pelota que no sé bien el nombre, pero algunos en el infierno lo llaman 'soccer'. Fanática de la música ópera, y de la literatura clásica. Me encantan las hamburguesas con carne de sirena. —Se presentó la que estaba alejada de los demás.

—Yo...yo soy una maldita basura que perdió lo más valioso que tenía: el amor de su propia hija. —Una voz femenina que hablaba entre sollozos, se escuchó dentro de la misma celda de Wernox, por lo que él volteó para ver.

Continuará...

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