Capítulo 8-2: "El perro vs el dragón. Parte II."

8 5 0
                                    

Capítulo 8-2: "El perro vs el dragón. Parte II."



Los dos proyectiles sobrenaturales siguieron su recorrido hasta que ambos se encontraron y colisionaron. Un estallido poderoso fue la reacción de ese impacto. Tan fuerte, que fue capaz de desequilibrar a Anahí y a las hermanas de Sherraide. También, la mayoría de los aliados de Tresha se encontraban en el piso. Wernox y Garin tampoco eran la excepción.


La gran explosión causó que Abeian, enfurecida, empezara a atacar a su madre, Anahí, con bravura. Aunque la chica de cabello púrpura intentaba protegerse y contraatacar, acababa recibiendo la mayoría de los golpes.


Por otro lado, el dragón se puso de pie nuevamente y preparó una nueva bola de fuego similar a la anterior, pero el can no era capaz de lanzar otro rayo de luz como el que paró al proyectil de Wernox. El sol ya casi no iluminaba en ese lugar.


—¡Mierda! Sin luz solar, no me resulta posible utilizar mis poderes. Creo que hasta acá llegó mi perra vida. —comentó el perro preocupado.


—Por favor, Garin, no quiero hacer esto. Eres un perro fuerte, increíble, y por sobre todo, inteligente...


—Bueno, ¿yo inteligente? Eso sí es exagerar. —susurró Garin para sí mismo.


—...además de guapo. Por favor, te pido que renuncies a esta gente estúpida que te trata como un idiota, y te unas a nosotros. Serás como un verdadero rey. —dijo Wernox intentando convencer al can de cambiar de bando.


—¿Ser como un rey? —El perro quedó pensante unos momentos, pero rápidamente sacudió su cabeza y lanzó una fuerte respuesta— Para nada, en la D3ELITE están mis amigos, pienso seguir con ellos por siempre. —Garin empezó a correr con intenciones violentas en dirección hacia donde estaba el dragón, pero la bola de fuego impactó contra él, mandándolo a volar lejos, y atravesando una ventana perteneciente a un piso número ocho de un edificio ubicado a treinta metros.


—Entonces serás un plebeyo. Por cierto, prometí ayudarlos, por fin puedo hacer algo. —Sin moverse del lugar donde se encontraba, Wernox cerró fuerte sus ojos y expandió sus alas. Un círculo negro con una estrella invertida en su interior, apareció debajo de él, como dibujada en el suelo, y empezó a girar al mismo tiempo que se iba expandiendo. Con el aumento de tamaño de esa marca, también crecía el tamaño del dragón, y rápidamente alcanzó las temibles dimensiones de quince metros de alto y cincuenta de largo.


Ya con su tamaño máximo alcanzable, la figura debajo de él desapareció, y sus ojos se volvieron de un negro profundo al mismo tiempo que emanaban una muy espesa niebla roja. También sus escamas se oscurecieron un poco. Todo se prestaba para causar terror a cualquiera que lo viera.


—Wernox, te pido que no lo hagas. Es muy peligroso. —gritó Draka pidiéndole que termine con lo que estaba preparado para hacer. Sin embargo, solo se la quedó mirando algunos segundos antes de continuar decidido su marcha.


—Mis guardianas, siento despedirme de esta forma, pero sepan que ustedes son excelentes guerreras. Mi poder siempre las acompañará, desde hoy y para siempre. En este poco tiempo que las conozco, en especial a tí, Tresha, pude saber que ustedes valen más que el oro...que digo, fueron lo más valioso que he tenido en mi vida. Fue un honor conocerlas. Hasta siempre. —Con una voz que sonaba multiplicada, como si estuviera poseído por un demonio, se despidió de las dos chicas y continuó su marcha en dirección a la chica con alas de fuego que recibía el nombre de Abeian.


Una vez que la tuvo de frente, cara a cara. Wernox, abrió la boca y contrajo sus alas. Intentando ignorar a sus guardianas, Draka y Tresha, quienes estaban arrodilladas llorando, envolvió todo su cuerpo en una extraña luz roja que parecía nacer desde más abajo del asfalto de la avenida.
Sus ojos de pronto se volvieron naranjas y su rostro se acercó a Abeian, entonces sucedió una gran explosión negra que envolvió todo en trescientos metros a la redonda. Incluso a los aliados de Ferx, y los de Tresha. Todos quedaron atrapados dentro de ese gran desencadenamiento mágico, pero, a pesar de eso...


***


Los ojos de Wernox se abrieron una vez más. Sin muchas energías, muy agotado por el ataque que lanzó contra Abeian, intentó levantarse con mucha dificultad, aunque finalmente, no pudo lograrlo y volvió a caer al suelo. Aun así, pudo ser capaz de ver con claridad el lugar en el que ahora se encontraba. Tres paredes de roca y varios barrotes de metal muy gruesos frente a él. Se encontraba encerrado en una celda, aunque no estaba solo. Anahí lo acompañaba, sólo que ella no había despertado todavía, estaba ahí tirada en el suelo e inconsciente. Intentó una vez más levantarse y esta vez lo logró, pero también pudo darse cuenta de que había regresado a su tamaño más pequeño. 


—¿C-cómo es que acabamos aquí? Hace poco rato estábamos en Buenos Aires luchando contra la D3ELITE. Ahora estamos aquí. ¿Qué sucedió? —Se preguntó a sí mismo el dragón, mientras observaba sus manos heridas. 


—¿Qué sucedió, preguntas? Ja, sucedió que eres un maldito debilucho y perdedor. Ahora te tenemos aquí encerrado hasta que te mueras. Ay, como quisiera verlo, aunque dicen que los dragones viven un millón de años y yo viviré solamente siete años más. —dijo Garin desde algún lugar. Estaba ahí, pero los ojos de Wernox no eran capaces de encontrarlo. 


—Pero, ¿qué pasó? ¿Qué es este lugar espantoso? —Tras la pregunta del dragón, solamente se escucharon algunos pasos recorriendo el pasillo de baldosas blancas de mármol frente a la celda en la cual se encontraba. Un soldado con vestimenta azul caminó por aquel espacio mirándolo fijamente a los ojos mientras tenía un arma lista para disparar ante cualquier imprevisto. 


—Oye, Wernox —Cuando ese hombre armado se alejó, una voz baja femenina se escuchó cerca—. Creo que sé exactamente donde estamos todes. —Por su forma de hablar, el dragón pudo darse cuenta de que era Julieta, una de sus aliadas en el anterior combate contra la D3ELITE. 





Continuará...

Equipo ARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora