Capítulo 2-2: "El aullido del lobo. Parte II."

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Capítulo 2-2: "El aullido del lobo. Parte II."




De repente, el intensamente brillante celeste desapareció, pero el hombre lobo ya no se encontraba en la casa extraña de su pueblo. No. Ahora estaba en un lugar completamente diferente. Una sala completamente blanca, y con varias puertas de gran tamaño, se presentaba ahora ante él.

—¿En donde mierda estoy? —gritó con furia al desconocer completamente, el lugar al cual había llegado. Para empeorar las cosas, le entró algo de desesperación al notar que la luz que lo había llevado hasta allí, ya no estaba. Había desaparecido totalmente.

—Bienvenido al Sagrado Templo. Yo soy la guardiana de este lugar, ¿puedo preguntarle quien es usted? —De pronto, una dulce y suave voz femenina, sonó. Sebastian giró y vió a una persona acercándose hacia él.

Se trataba de una mujer joven, de estatura media, larga cabellera castaña, y bellos ojos verdes cubiertos por unos lentes de lectura. Una de sus manos sostenía una pila de libros, mientras que la otra, estaba apoyada sobre los auriculares casco negros que llevaba, dando la sensación de estar escuchando algo importante a través de ellos. Ella estaba vestida con una elegante túnica verde.

—Soy Sebastian Ortega, pero prefiero que me llamen simplemente, Garras. ¿Y tu quien eres? —Sin buscarlo, el hombre lobo, sonó algo brusco con su voz, asustando a la chica. En seguida intentó disculparse, pero para ella todo estaba bien.

—Como ya dije, yo soy la guardiana de este lugar, me llamo Caliope, ex integrante de un grupo de hechiceros supremos, llamada 'Equipo Místique'. Soy la creadora de la leyenda sobre el grupo de superhumanos, llamado 'Equipo AR'. Por cierto, es un placer conocerlo. —Lo que ella dijo, sorprendió totalmente al hombre lobo. Nunca se esperó que fuera de su agrado haberlo conocido. Normalmente, cuando se presentaba, la gente escapaba atemorizada a causa de su apariencia, pero esa vez no había sido así.

—¿Es un placer conocerme? Vaya, eso es nuevo para mí... —Sebastian hizo una pausa —...siendo así, también es un placer conocerla a usted, señorita. Ahora...¿qué mierda es eso? —El hombre lobo señaló asustado, una cabeza que estaba colgada en una pared, y colocada sobre una placa dorada. Se trataba de la cabeza de un lobezno, con sus ojos cubiertos por unos lentes de sol negros.

—¿Eso? Se llamaba Felipe, intentó arrebatarme el puesto de guardiana de este templo, no evidentemente, cayó rápidamente ante mí. Ahora lo exhibo ahí para asustar a todos los que intentes enfrentarme —Con las palabras de la chica, el hombre lobo se señaló a sí mismo con la boca abierta y sin poder pronunciar ni una palabra —. Tranquilo, sé que viniste aquí de visita. No te enfrentaré. Ahora acompáñame. —La chica caminó alegremente hasta una de las grandes puertas, y un mas tranquilo Sebastian, la siguió por detrás, observando asombrado todo el alrededor.

—¿Una serpiente? ¿Ese es Quetzalcóatl? —preguntó el hombre lobo al ver una imponente estatua de plata, que mostraba a una anaconda con alas, escupiendo fuego. Sobre la base de esta representación, se encontraba una placa:

"Quetzalcóatl, dios méxico de la vida. Defensor de América."

—No te preocupes, la gran 'Quetzalli' es tan solo una representación de él. No hablarás con una serpiente. —La chica abrió lentamente la puerta, pero dentro no había nadie que pudiera ser considerado un dios. Tan solo se encontraba una jovencita de, aproximadamente, unos quince años, vestida con una túnica marrón, que tenía un largo cabello marrón cubierto por un sombrero similar a los que usan las brujas, del mismo color que su ropa. Al parecer, ella estaba practicando hechizos.

—¿Buscan a Quetzalcóalt? Hoy intercambiamos salones, vayan a buscarlo en donde está la estatua que me representa. Mañana las moveremos. —dijo alegremente la chica de aspecto muy tierno, pero que aparentemente, esa dulzura ocultaba un poder tremendamente devastador.

—De acuerdo. Gracias por avisarnos de eso, 'CDW'. —Ante el comentario de esa jovencita de túnica marrón, la chica que vigilaba en el templo cerró la puerta, y los dos se pusieron de camino a otra que estaba enfrente, a exactamente, unos ciento cincuenta metros de distancia. Eso era mucho viaje para la vagancia de Sebastian, pero lo sorprendido que lo tenía ese lugar, no le permitió sentir todos esos metros de distancia entre una puerta y otra.

Tan solo tardaron unos tres minutos en llegar a la otra estatua, que se trataba de un ángel sosteniendo un gran collar con una piedra mágica:

"Cl¤r¤ic¤ d¤ W¤c¤a, sace¤d¤tisa ¤uprem¤. Def¤n¤or¤ ¤e ¤a ve¤dad."

—Acá hay algunas letras un poco borradas, creo que deberías cambiar la placa o al menos limpiarlas. —El hombre lobo se rompió la cabeza intentando leer lo allí escrito, pero le resultó imposible, de modo que se decidió por ignorar lo que fuere que hubiera ahí.

—Es que tiene muchos años, el paso del tiempo la tiene muy desgastada. Estoy trabajando en una nueva, de modo que esta sería cambiada dentro de muy poquito —La vigilante del templo abrió la puerta de hierro que se alzaba frente a ellos —Señor Quetzalcóatl, tiene visita.

Ante ellos se dió lugar a una gran sala perfectamente cuadrada, donde tanto las paredes como el techo y el suelo, eran de un brillante blanco. En alturas elevadas de las paredes, casi llegando al límite superior de estas, se encontraban unas máscaras de piedra decoradas con serpientes. Junto a la pared mas alejada, se encontraba un trono hecho enteramente de roca con mucho musgo e hiedra. Allí estaba sentado un hombre de cuerpo muy musculoso, con un sombrero que guardaba similitud con las mascaras de piedra, y vestido con una túnica gris decorada con mas musgo. Su cabello era largo y castaño, combinando perfectamente con sus ojos marrones.

El hombre lobo ingresó con algo de timidez y, detrás de él, la guardiana del templo cerró la gran puerta de hierro. El que estaba sentado en el trono, descendió de ese alto asiento, para recibir a Sebastian estrechándole las manos, aunque nunca ocurrió, puesto que, quien se presentó ante la chica con el nombre de 'Garras', no tuvo el valor para saludarlo de esa forma a causa del terror que le causaba, el estar frente a una persona como lo era Quetzalcóalt.

—Al fin te conozco, Garras. He estado esperando por este momento, durante mucho tiempo. —Finalmente, el que había recibido la visita del hombre lobo, le dió a Sebastian, un muy fuerte abrazo, como si fuera un amigo que no lo veía hacía mucho tiempo.

La cabeza de 'Garras' estaba llena de interrogantes, ¿cómo era posible que esperara encontrarse con él? ¿Quien es realmente, Quetzalcóalt?




Continuará...

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