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Un día te irás. No podré mirar tus ojos, tu sonrisa. Vas a desaparecer, como la hermosa ilusión que eres. Quizá, lo mejor es despedirme ahora. Un largo adiós, para que no duela tanto el corazón.

—¡ChanYeol! —el enojado señor Park golpeó su escritorio fuertemente con el puño.

—¡Basta, papá! Dejemos de hablar de eso ahora —ChanYeol caminó hacia la puerta del despacho de su padre. Había ido a saludarlo, como de costumbre. Lo hacía cada vez que llegaba de la escuela. Y, como era costumbre también, su padre había elegido ese momento para pelear con él.

—No puedes dejar las cosas así. Ya casi terminas la preparatoria y debes estudiar algo serio.

Con la mano sobre la perilla de la puerta, ChanYeol suspiró. Sabía que era una batalla perdida, pero aún quería luchar.

—La música es algo serio para mí —su voz era suave, pero firme.

—Hijo. La música no te va a dar de comer, no te va a dar los lujos a los que estás acostumbrado. Tienes que casarte con una buena mujer, hacerte cargo de la compañía en la que he invertido los mejores años de mi vida. La música sólo te llevará al fracaso.

—¡Basta ya!... No quiero hablar de eso ahora.

El chico salió del despachó, bajó las escaleras y tomó su chaqueta. Afuera de su casa, buscó un número en su teléfono celular.

—HaeRi —el chico sonrió al escuchar la dulce voz al otro lado de la línea—. ¿Estás ocupada?... ¿Quieres ir por un helado a la plaza?... Ok, paso por ti en quince minutos.

****

ChanYeol y HaeRi estaban sentados en una de las mesas afuera de la heladería. La única plaza comercial del pueblo, era un lugar pequeño, pero siempre había mucha gente paseando por ahí. Era, más que nada, el supermercado rodeado de tiendas y lugares de comida. No había mucho que hacer, así que ver los aparadores o comprar un helado, era la actividad más entretenida para los jóvenes.

—Deberías llegar a una cuerdo con tu papá... —HaeRi mordisqueaba una de las galletas que acompañaban su helado de chocolate—. Eso hice con el mío.

—¿Qué clase de acuerdo? —ChanYeol la miraba con interés, saboreando un helado de vainilla.

—Bueno... Sabes que quiero estudiar danza, pero él quiere que sea una enfermera, como mi madre. Le dije que estudiaría enfermería, si me dejaba estudiar danza los fines de semana. Fue un acuerdo instantáneo —contó orgullosa.

—Mhm... Suena bien. Pero, no me imagino estudiando negocios internacionales o contabilidad. De tan sólo pensarlo, siento que muero de aburrimiento.

—Lo sé. De tan sólo escucharte hablar de eso, muero de aburrimiento —HaeRi soltó una de esas risitas, que ChanYeol encontraba endemoniadamente tiernas—. Pero, a veces debes sacrificar algo, para obtener algo.

—Supongo que tienes razón... —los ojos de ChanYeol, abandonaron el sonriente rostro de HaeRi, para mirar lo que ocurría detrás de ella.

BaekHyun estacionaba la bicicleta de su madre, afuera de la plaza, y tomaba la canasta llena de frituras. Mientras contaba las bolsas que había dentro, entró a la tienda de dulces.

—Ese ese pobre chico... BaekYong. Siempre lo molestan, ¿no es cierto? —HaeRi había volteado sobre su silla, para seguir la mirada curiosa de ChanYeol.

—Su nombre es BaekHyun —corrigió el chico.

—Como sea... Siento pena por él. Siempre me ha parecido un chico dulce. He tenido la intención de acercarme, pero su amigo me da miedo—HaeRi rió de nuevo y regresó a su posición original—. Estamos juntos en la clase de cálculo, hoy no lo vi.

—No creo que su amigo sea mala persona —la mirada de ChanYeol viajaba de HaeRi hacia la entrada de la tienda, esperando a que BaekHyun apareciera de nuevo. En el fondo, se sentía preocupado por lo que había visto en los vestidores. Pero, no le hablaría de eso a la dulce chica sentada frente a él—. Quizá se sintió mal y se fue temprano.

—Quizá... Bueno, ya sabes lo que dicen por ahí... Muchos dicen que él y su amigo malhumorado son como novios. También dicen que su amigo tiene algo que ver con el profesor Hwan.

—HaeRissi, no deberías guiarte por rumores —la expresión de ChanYeol cambió de repente. Su ceño se frunció un poco.

—Sara, la chica extranjera, me contó que lo vio con el profesor Hwan, besándose en el pasillo de los laboratorios —HaeRi se inclinó, para decirle aquello a su amigo, en voz más baja.

—Sara no habla bien nuestro idioma. Quizá te perdiste en la traducción —ChanYeol rió y siguió comiendo su helado.

****

—Hey, tonto —KyungSoo interceptó a BaekHyun cuando salía de la tienda de dulces, contando el dinero de su venta. El chico pasaba una hora después de la escuela, haciendo prácticas de administración en las oficinas de la gran tienda, donde su padre fungía como director.

—Oh... Hola, KyungSoo —BaekHyun lo saludó sin ganas, sintiéndose avergonzado por los eventos anteriores—. Pensé que dejarías de hablarme hasta navidad.

—Loco. ¿Por qué dejaría de hablarte por un berrinche? —KyungSoo se acercó, para rodear los hombros de su amigo con el brazo—. ¿Ya te sientes mejor?... Por cierto, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no vino tu mamá?

—Estoy mejor. Mi madre se siente un poco mal, creo que le dará un resfriado.

—Si quieres, le digo a mi padre que llame al doctor de la familia para que la atienda.

—No es necesario. Ahora voy a la farmacia por algo de medicina —BaekHyun se deshizo del abrazo y tomó la bicicleta.

Su mirada nerviosa de desvió por un momento hacia la heladería, y ahí vio a ChanYeol, conversando alegremente con la chica más linda de la escuela. Suspiró.

—¿Saldrás corriendo otra vez? —KyungSoo siguió la mirada triste de su amigo.

—No... Creo que debo dejar de pensar en eso. Tengo problemas más grandes en la vida... Debo ir a la farmacia— el chico se subió al vehículo.

—Oye, en la tarde pasaré a tu casa, ¿sí? Robaré algunas golosinas del supermercado y llevaré mis videojuegos.

—Está bien —BaekHyun fingió una sonrisa y se alejó pedaleando.

Nadie pudo ver, que una lágrima rodaba por su mejilla.

***

—Deberíamos vengarnos del idiota de SeoWoo —mientras KyungSoo decía esas palabras, asesinaba salvajemente a su contrincante en la pantalla.

Como lo había prometido, llegó esa tarde a casa de BaekHyun, cargando sus juegos de video y una bolsa llena de comida chatarra que tomó del supermercado. BaekHyun estaba preparando las frituras del día siguiente, mientras su madre descansaba en su habitación. El color había regresado a sus mejillas, por lo que se sintió más tranquilo. Después de que su amigo lo ayudara a cortar manzanas y plátanos, ambos decidieron tomar un descanso y jugar.

—No lo sé. No soy bueno con las venganzas —los ojos cansados de BaekHyun estaban fijos en la pequeña pantalla. Sus delgados dedos presionaban los botones del control con maestría.

—Amigo, debes dejar de ser tan apático. Ya te dije que en esta vida hay que moverse. Ese estúpido no puede quedarse sin un castigo —KyungSoo presionaba los botones de su control con más ira, como si así descargara las emociones acumuladas durante su corta vida.

—Pero, ¿qué podemos hacer? Seguramente llamará a su manada de bueyes si intentamos hacerle algo. Vamos a terminar golpeados... o algo peor.

—Tú déjamelo a mí. Conozco a alguien que le dará una buena lección, sin llegar a la violencia.

BaekHyun miró a si amigo, quien sonreía con malicia. KyungSoo era todo un misterio. 

Diario de un observador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora