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No estás y todo parece más opaco. Veo colores tristes por doquier. No quiero sentirme así. Es momento de dejarte ir.

—¡Baek...Agh!

Lo siguiente que BaekHyun supo, fue que su mejor amigo estaba vomitando a sus pies, en el armario de la limpieza. Su bonito pantalón de mezclilla nuevo, quedó salpicado del ácido fluido.

Ahogado en su pequeña fantasía como estaba, BaekHyun no se dio cuenta del momento en el que ChanYeol dejó el armario, tampoco escuchó cuando su mejor amigo abrió la pequeña puerta, buscándolo.

—¡Diablos, KyungSoo! —con una mueca de desagrado plasmada en su rostro, BaekHyun tomó el brazo de su amigo y lo arrastró afuera.

Aún podía escuchar las carcajadas provenientes de la sala. Su corazón se mantenía en un constante estado de alteración. Sin embargo, ya no quiso mirar atrás. Arrastró a su amigo borracho a la salida.

—Dame tu teléfono —ordenó el chico Byun, mientras rebuscaba en los bolsillos de su amigo.

El señor Do llegó en menos de diez minutos, en su pequeño auto del año. Apenas KyungSoo puso un pie dentro, su padre comenzó a regañarlo.

—¡¿Cómo pudiste tomar así, KyungSoo?!

BaekHyun tuvo que escuchar la perorata durante todo el trayecto. Aunque no le importó, sus oídos captaban cada palabra, pero su cerebro estaba pausado en ese precioso momento, cuando sintió el cálido aliento de ChanYeol sobre sus labios.

—Gracias, señor Do —se despidió BaekHyun, cuando el padre de su amigo lo dejó en la puerta de su humilde casa.

Entró casi flotando, directamente a su cama, apenas devolviendo el saludo a su madre. Se tiró sobre el viejo colchón y comenzó a rememorar cada detalle de su pequeño encierro con el chico de sus sueños.

***

El día de la graduación, todo era un alegre caos en la residencia de los Byun. Madre e hijo corrían de un lado a otro, preparándose para la ceremonia.

La señora Byun se veía hermosa, con su vestido verde y sus zapatos de tacón. Portaba orgullosa un delicado collar de fantasía que su hijo le había regalado por su cumpleaños hace unos meses. BaekHyun, por su lado, decidió llevar los pantalones de mezclilla que KyungSoo le regaló para la fiesta de Cho, claro que ahora estaban bien limpios. Usó también su mejor camisa blanca y los únicos zapatos de vestir que poseía. Encima de su atuendo, llevaba la toga y el birrete de graduación. Estaba orgulloso de sí mismo, logró sobrevivir el pequeño infierno de la preparatoria, y ahora estaba listo para vivir la vida adulta y cuidar de su madre. Aunque ella insistía en enviarlo a la universidad, acordaron que tomaría un año sabático para ahorrar un poco más. Todo parecía ir de maravilla, pero algo en el corazón de BaekHyun estaba a punto de romperse.

—¡Wow! BaekHyun, te ves muy bien —KyungSoo corrió a saludar a su amigo cuando llegó al patio de la escuela —. Señora Byun, usted se ve hermosa hoy.

—¡Aish! Siempre tan galante este niño —la señora Byun respondió al piropo con una sonrisa, pellizcando las mejillas de KyungSoo.

—Dime si pasaste el examen de química. Era la única materia que te faltaba para poder graduarte —preguntó BaekHyun, cuando su madre fue a buscar un asiento en las primeras filas de sillas.

—Sí. El señor Hwan me ayudó a estudiar toda la semana, ayer me avisó que la señorita Nahm me aprobó —respondió KyungSoo orgulloso. Pero aquello sólo hizo que BaekHyun sospechara más, porque era bien sabido que el señor Hwan no ofrecía tutorías personales a los alumnos, y menos sobre otras materias que no fueran física.

Diario de un observador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora