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Nada tiene sentido. Esto es peor que una pesadilla. Quiero despertar.

KyungSoo estaba sentado en uno de los cómodos sillones, en el consultorio del doctor Kim. Tenía una paleta de caramelo en la boca, y miraba todo a su alrededor con detenimiento.

—¿Qué tan rico eres? —le preguntó al buen doctor.

—¿Qué te importa? —JunMyeon observaba al muchacho con desdén. No quería que estuviera ahí, pero tampoco quería ser grosero y correrlo—. ¿A qué viniste, niño?

—No soy un niño —KyungSoo lo miró mal, mientras se sacaba la paleta lentamente de la boca—. Sólo quería ver de todo lo que se perdió BaekHyun.

JunMyeon sintió cómo la rabia y la tristeza se apoderaban de él, reptando sobre su cuerpo como serpientes. Pero, él era un hombre ecuánime y correcto. Ya había sucumbido a sus emociones hace un par de días, con desastrosas consecuencias. No lo haría más.

—Si viniste a burlarte, mejor vete. Estoy ocupado. Me haces perder el tiempo.

—Vamos, doc. No te enojes. ¿No te serviría un consejo del mejor amigo de Baek? —KyungSoo le guiñó un ojo, luego volvió a chupar la paleta. Algo en esa acción, perturbaba a JunMyeon. Quizá, era le hecho de que el chico lo hacía de una forma muy sugerente.

—No necesito consejos de nadie, niño.

—Te lo daré de todas formas. No deberías rendirte con Baek. Si te gusta tanto, deberías seguir intentándolo. Sólo ten un poco de tacto esta vez. No te le avientes, como un chiquillo a un caramelo —uno de los rasgos más atractivos de KyungSoo, eran sus labios gruesos y suaves. Él lo sabía muy bien, por eso los usaba para chupar la paleta exageradamente.

—¿Por qué insistes en molestarme? ¿De dónde sacas la confianza para hacerlo? Apenas me conoces. No deberías estar aquí —las acciones del más joven comenzaban a tener un efecto en el doctor. Era inevitable sentirse hipnotizado por los labios del más chico, aunque fuera inapropiado.

—Mamá está en terapia. Me aburro en la sala de espera—una sonrisa pequeña se formó en los labios de KyungSoo.

—¿Qué hay de BaekHyun? ¿Sabe que estás aquí molestando?

—Está en la cafetería, ocupado con sus clases en línea. Me dijo que fuera a explorar, así que eso hice. Mi exploración, me trajo hasta aquí.

—Escucha. De verdad estoy ocupado. Deberías ir a explorar a otro lado.

—Bien. Que aburrido eres —KyungSoo le hizo una mueca al doctor—. Que bueno que BaekHyun te mandó a volar, su vida contigo sería peor que una película en blanco y negro.

—Sí, sí, niñito. Ve a cuidar a tu madre. La terapia debe estar por terminar.

KyungSoo se levantó. Mordió la paleta y masticó el caramelo, mientras caminaba hacia la puerta. Se detuvo por un momento y miró al doctor.

—Hablando en serio. No te rindas con Baek, ¿sí? El merece ser feliz. Creo que eres el tipo más decente en la tierra. A pesar de que haces estupideces de vez en cuando, sé que no lo lastimarías.

Ambos se miraron en silencio, como si llegaran a un acuerdo. Después, el muchacho salió del consultorio.

***

BaekHyun no despegaba la vista de su teléfono celular. Lo tenía sobre la mesa, justo al lado de la computadora, a la que no le prestaba un gramo de atención. Hacía diez minutos que había enviado un mensaje, y aún no recibía respuesta.

Diario de un observador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora