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Era extraño regresar a la universidad, después de haber abandonado la carrera. KyungSoo se sentía fuera de lugar. Pero, sus emociones no importaban, tenía una misión especial. Todo lo hacía por BaekHyun.

—A ti te quería ver —dijo, al encontrar a su objetivo, caminando hacia la salida.

—KyungSoo... ¿Qué quieres? —respondió el muchacho, frunciendo el ceño.

—Tenemos que hablar. Necesito que me digas dónde está BaekHyun.

—¿Y cómo voy a saber eso yo?

—¡Lo sabes perfectamente, ChanYeol! —KyungSoo levantó la voz por pura frustración, lo que llamó la atención de las personas a su alrededor—. Tú sabes dónde está. Necesito que me lo digas... Vamos a la cafetería.

El muchacho tomó el brazo de ChanYeol y lo llevó, casi a rastras, a la cafetería que estaba más cerca a la universidad. Lo miró severamente cuando ambos estaban sentados, esperando a que sus tazas de café se enfriaran.

—Vas a decírmelo —ordenó KyungSoo.

ChanYeol suspiró. Parecía cansado. KyungSoo notó los círculos oscuros alrededor de sus ojos. Después de todo, el chico no había tenido una buena vida. Quizá, muy en el fondo, KyungSoo se sentía un poquito culpable por haberle empeorado el panorama.

—Escucha. Sólo trata de vivir sabiendo que está bien, ¿sí?

—No.

ChanYeol suspiró otra vez. Echó la cabeza hacia atrás, preguntándose cómo se metió en ese lío. ¡Ah, sí! KyungSoo lo arrastró dentro de esa pequeña desgracia.

—No voy a decirte dónde está, porque yo no lo sé. Y si lo supiera, igual no te lo diría. Se lo debo, por lo que le hice. Él no quiere que lo encuentres, déjalo ser. Necesita estar lejos de todo este embrollo.

KyungSoo sintió la necesidad de tirarle el café caliente a la cara, pero sabía que tenía razón.

—ChanYeol, llevo meses buscándolo. Estoy muy preocupado por su salud mental. ¿No crees que puede hacer una tontería? Él está sufriendo, necesita ayuda.

—Está lidiando como puede con todo esto. Sólo lo vi una vez... Me reconoció, así que salí huyendo —ChanYeol reconoció sus actos, no sin sentirse completamente avergonzado de ellos. Tomó la taza de café y bebió—. Cuando regresé al departamento al día siguiente, el portero dijo que se había ido. Dejó todo ahí, sólo llevaba una maleta. De verdad quería aclarar las cosas, pero él ya no está. Créeme, no sé qué fue de él. La última vez que lo vi, lo salvé de una golpiza.

—¿Qué?

—Alguien lo asaltó en un callejón cerca de su casa, como yo lo estaba siguiendo, lo ayudé. No estuvo tan mal, sólo fueron unos golpes.

—Demonios —musitó KyungSoo, echándose el cabello negro hacia atrás—. Necesito encontrarlo. ¿Tienes idea de hacia dónde pudo ir?

ChanYeol negó con la cabeza.

—Lo vi por casualidad en el super mercado hace un par de semanas. No quise acercarme a él, pero recordé que lo estabas buscando, así que lo seguí.

—¿En dónde ocurrió todo esto?

—En NamGu. Vivo en ese distrito, pero estoy por mudarme. Ya te imaginarás por qué —tanto la mirada como el tono en su voz, evidenciaron su resentimiento.

—Me sigues culpando.

—Si no me hubieras chantajeado para que durmiera con él aquella vez, seguiría con mi vida normal. Ahora todo se fue al demonio —ChanYeol sacó una cajetilla de cigarros mentolados, estaba nervioso, necesitaba fumar.

Diario de un observador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora