Capítulo 1

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Hogar dulce hogar

Una carrera más, dos victorias, dos trofeos para nuestra reina y muchas ganas de estar juntos.

- Quiero llegar ya.

- No seas impaciente hermanito -me decía Àlex.

- ¡Qué fácil es decirlo!

- Pues sí, muy fácil. Ahora relájate si no quieres que tengamos un accidente.

Conducía bastante rápido, sé que Àlex también tenía ganas de verla. Ella lo es todo para nosotros: nuestra hermanita, nuestra reina, nuestra chica, nuestra novia.

Laia es dulce, risueña, divertida, sensual… Su cuerpo te invita a caer rendido a sus pies. Te apetece tocarla, besar su piel desnuda y hacerla sentir placer una y otra vez.

Llegamos a casa y bueno, a Àlex y a mí se nos despertaron nuestros amiguitos. Laia estaba escuchando música totalmente desnuda en el sofá.

- Me gusta este recibimiento, bebé.

- Marc…

- ¿A mí no me dices nada, pequeña?

- Àlex…

- Sabemos que recuerdas nuestros nombres. Ahora… ayúdanos a bajar esto.

Al principio no se movió, pero después de pensarlo, se levantó y comenzó a bailar caminando hacia nosotros. Ella cerraba los ojos y no nos miraba. Tampoco nos dejó tocarla y, justo cuando estábamos en el centro del salón, se volvió a tumbar en el sofá.

Tras un rato bailando para ella, Laia se levantó del sofá no nos cogió en las manos para ir a nuestra habitación. Subiendo por las escaleras no podíamos parar de mirarle el culo. Ese en el que nos volvíamos locos y tan pocas veces podíamos disfrutar.

- Ve a la cama y espera a que nos desnudemos.

Mi hermana hizo lo que le dije y se fue a la cama dónde nos estuvo mirando a Àlex y a mí, mientras nos quitábamos la ropa el uno al otro. Sin embargo, no era una chica buena. Empezó a tocarse mientras nos miraba y soltaba pequeños gemidos.

Mis manos vagaron por el cuerpo de mi hermano hasta que se posaron en su miembro que comencé a masturbar para dejarlo más sensible. Àlex no dejaba de jadear mi nombre, pero unas manos me hicieron parar. Laia estaba detrás de mí masajeando mis testículos.

- Bebé... Deja de hacer eso.

- Pues venid los dos a la cama ya.

Hicimos lo que nuestra hermana nos pidió. Àlex se sentó en la cama apoyado en el cabecero y Laia se sentó encima de él metiéndose su erección al completo. Laia estaba de espaldas a Àlex que la ayudaba a dar pequeños saltos que arrancaban gemidos de sus labios. Los brazos de Àlex la impulsaban hacia arriba y la gravedad hacía el resto. Laia quedaba empalada en nuestro hermano.

Yo no me quedaba de lado en todo esto. Mi niña me masturbaba sin descanso mientras follaba con Àlex. No sabría decir cuál de los tres estaba gritando más.

- Me voy a correr... -gritó Laia.

Fue en ese momento en el que nosotros paramos. No queríamos que se acabara ahí. Àlex salió de ella con mucho cuidado y la dejó sobre el colchón. Laia respiraba de forma agitada y se colocó de lado para respirar mejor. Recorrimos una y mil veces su columna vertebral y su culo. Estuvimos descansando un poco hasta que Laia estuvo preparada de nuevo.

Ahora fue Laia la que se quedó en la cama mientras mi lengua entraba en su vagina. Mi hermana era deliciosa y no me cansaba de saborearla. Àlex nos miró por un rato hasta que me agarró y me penetró rudamente.

- Àlex... -gemí al notar todo su miembro dentro de mí.

- ¿A qué te gusta que te folle? -me preguntó Àlex de forma provocadora.

- Sí joder. Àlex dame duro.

- Claro que lo haré Marc.

Y así estuvimos. Àlex follándome sin descanso y yo metiendo los dedos y la lengua en nuestra hermana pequeña hasta que los dos se corrieron.

- Ven Àlex. Mira lo bien que sabe nuestra chica.

Laia estaba roja por el trío que acabábamos de hacer y por la vergüenza que le causaba que dijéramos que estaba deliciosa.

- Mira que vergonzosa eres.

- No soy una comida.

- ¿A no? -ella negó con al cabeza-. Pues estoy seguro de que te encanta chúparmela. Y yo estoy deseando correrme.

Ahora la tenía donde quería. Laia me dejó sobre el colchón y muy decidida se agachó hasta quedar a la altura de mi p*olla. No esperó ni un momento a metérsela en la boca. Yo no podía mantener los ojos abiertos y echaba la cabeza hacia atrás por la excitación. Excitación que aumentó cuando noté la mano de Àlex en mis huevos.

- Joder...

Mis hermanos hacían maravillas con mi cuerpo. Hacían cuanto querían con él. Chupaban, tocaban, mordían... Me estaba volviendo loco. Laia y Àlex estaban mamándomela al mismo tiempo.

- Me voy a correr...

- Hazlo hermanito. Quiero beber de ti -dijo Laia dulcemente.

Sus palabras fueron lo último que necesité para estallar en un orgasmo que acabó en las bocas de mis hermanos pequeños.

- Sois los mejores.

- Vamos a descansar -contestó Àlex desplomándose en el colchón.

Coloqué a Laia entre nosotros y los dejé dormidos mientras bajé a por algo de beber. Al llegar a la cocina, fui directo a la nevera a por una cerveza cuando vi algo que me dejó sorprendido. Una tarta casera con nuestros dos dorsales. Nuestra hermana se había esforzado mucho.

Saqué la tarta de la nevera y la dejé sobre la mesa con platos y vasos para los tres. Lo dejé todo listo para merendar los tres juntos después de nuestra sesión de sexo.

Tras eso, me puse a ver la televisión hasta que sentí desperezarse a esos dos. Apagué la pantalla y los esperé en la cocina con la sorpresa.

Los dos me miraron sonriendo, aunque Laia me dijo que me había aprovechado de su tarta. Nos besamos para pedirle disculpas y nos sentamos a la mesa para comer y seguir hablando de lo mucho que echamos de menos el sexo entre nosotros cuando estamos lejos.

Amor fraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora