Estamos en casa del abuelo, toca comida familiar. El abuelo todavía no ha visto a mi pequeña embarazada y, temo que cuando le contemos que es lo que pasa, le dé un susto el corazón.
- ¿Se nota si me pongo ésta? - pregunta Laia con una blusa floja en la mano.
- No creo, pruébatela de todas formas.
Se quitó la que llevaba puesta y tanto Marc como yo pudimos ver cómo crecía nuestro bebé. Laia se veía resplandeciente con su barriguita. Nos pusimos a su lado y empezamos a repartir besos.
- Chicos, parad un poco.
- Queremos dar amor a nuestros bebés.
Laia ya estaba de tres meses, pero por lo delgada que estaba antes, casi nadie en el pueblo se ha dado cuenta de que vamos a tener un bebé.
Mi hermano se agachó conmigo, yo un poco más, y dimos un beso a nuestro hijo.
- Mira que os gusta hacer el tonto. Vamos que llegamos tarde.
Nos levantamos y salimos de casa rumbo a la del abuelo. Todos nos estaban esperando y, por lo visto, mamá ya había dicho que íbamos a dar una noticia importante. Nos situamos delante de toda la familia que ya estaba sentada y dimos la noticia sin esperar más.
¿Os acordáis de que temía que a mí abuelo le pasaste algo? Pues no pude ir peor encaminado. Le pidió a Laia que fuera junto a él. Una vez con él se sentó en el reposabrazos del sillón y el abu levantó su blusa. Eso es lo que quería, acariciar al peque.
- Todo es bastante raro, pero si os queréis, es perfecto.
- ¿No nos vas a decir nada? ¿Te parece bien?
- Sí, Marc, hijo, me parece bien. Ahora vamos a dar tú y yo un paseo.
Mi hermano y mi abuelo salieron de casa y mi hermanita y yo nos sentamos en su sillón.
Estábamos de tal manera que mis manos quedaban protegiendo su vientre.
- ¿De quién es el bebé? - mi tía no podía dejar ese tema a un lado.
- Es de los tres y, para la prensa, todavía no lo sabemos.
- ¿Sabes que a partir de ahora ya se va a notar el embarazo?
- Tía, te quiero, pero deja de tocar los cojones. - lo solté sin pensar. - Perdón, es que el tema es complicado.
- Eso ya es vuestra culpa.
- ¿Quieres dejar el tema? Los chicos se aman. - gracias a que la abuela intervino, no maté a mi tía.
- No puedo creer que los apoyéis.
- Vete y deja a los chicos tranquilos. No hacen nada malo. - mi madre estaba ya que no podía más.
Mi tía se fue dando un portazo y Laia por fin se relajó en mis brazos. Después de lo tensa que había estado ya pude respirar, tanta tensión no es buena para nuestro bebé.
- Tranquila pequeña. Ya está todo bien. Nosotros os vamos a cuidar.
- ¿Qué ha pasado que la tía se ha ido de casa?
Le explicamos lo sucedido a mi hermano y vi como apretaba sus puños. Ni mamá conseguía calmarlo, pero de repente, todos nos paramos a mirar a mi hermanita.
- ¡Joder Àlex! ¡Qué se ha desmayado!
- ¡Mierda! ¿Cómo no me he dado cuenta?
- Llévala a la habitación Àlex. Y no la dejes sola.
- Yo la llevo. -dijo Marc.
Mi hermano la cogió de mi regazo y subió a la habitación de nuestros abuelos. Yo fui detrás de ellos y entre los dos acomodamos a Laia en la cama.
- Cuida de ella. Luego subo.
- Marc, no hagas nada de lo que te arrepientas.
- Sabes que puede sufrir un aborto con los disgustos -Marc estaba al borde de la locura.
Se fue antes de que pudiese decir nada más. Me tumbé con mi hermanita y empecé a repartir besos húmedos por todo su cuerpo.
- Venga pequeña. Despierta para tu hermanito.
- Te amo. - dijo en un susurro.
- Ya te has despertado. ¿Cómo estáis?
Mojadita yo, y tranquilito el bebé.
- Pues creo que voy a aprovechar esa humedad. - metí tres dedos dentro de ella.
- Hermanito… Ah… Más…
- Cómo pidas.
Moví mis dedos más rápido en su interior a la vez que mi pulgar hacia círculos en su botoncito.
- À… Àlex… Me corro…
Sentí como me apretaba y sus fluidos mojaban mi mano. Muy despacio fui saliendo de ella y sin quererlo, Laia metió mía dedos en su boca.
No perdíamos el contacto visual. Sacaba su lengua a pasear y después de succionar mis dedos los mordió un poquito haciendo despertar a mi amiguito.
- ¿Vas a poder con esto?
- Estamos en la cama de los abuelos.
- Mejor, más morbo.
- Ven aquí y danos amor.
No esperé más y me dejé caer sobre el colchón desnudo esperando a que mi preciosa, delicada y embarazada hermanita se sentara encima de mi duro miembro penetrándose.
- Mmm… Qué rico se siente.
- ¿Lo notas todo?
- Absolutamente todo. Cabeza, el cuerpo con todas las venitas y ah… Ahora tu pelvis. - acabó cuando estaba entero dentro de ella.
- Ven aquí.
Se agachó para besarnos y yo empecé a moverme. Al final del beso mordió mi labio inferior produciendo estragos en mi interior. Se separó y empezaron los saltos.
Laia subía y bajaba a lo largo de mi p*olla. Esto era increíble, sobre todo el morbo a ser descubiertos.
Estábamos tan concentrados en sentir más el uno del otro que no nos dimos cuenta de que Marc había entrado en la habitación.
- Me alegra veros bien.
- ¿Te unes?
Mi hermano no tardó en llevarse los deliciosos pechos de Laia a la boca y su mano acabó en mis huevos.
- Mm… Ese masaje lo vas a tener que hacer en los circuitos.
- Cuando quieras bebé. - dejó a nuestra hermanita y me besó.
- Más Àlex… Más duro.
- Ahora pequeña.
Me moví mucho más fuerte y rápido dentro de ella. Laia saltaba más y a Marc le contaba más comer sus pechos.
- Quiero ver cómo os corréis. ¿Quién me va a dejar ver antes su corrida?
Las palabras de nuestro hermano mayor nos pusieron a mil y tras unas embestidas más, acabamos con un gran orgasmo fruto de las provocaciones de Marc.
- Me toca.
Salí de Laia y Marc se metió mi p*ene en la boca y empezó a chupar y succionar el miembro como su en ello le fuera la vida, me iba a volver a correr en su boca. Dió una pequeña mordidita y no pude más, mi excitación salió dando de beber a Marc.
- Es cierto que no solo es amor fraternal.
- Abu… - soltamos los tres a la vez.
Hola a todos. Siento haber tardado tanto el publicar, pero ya estoy de vuelta. Espero que os guste
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Amor fraternal
FanfictionTres hermanos. Tres Márquez. Una casa. Un amor... ¿fraternal? Sí, llamémoslo así. Esa casa será testigo de un amor, no de hermanos, pero sí entre ellos. ¿Cómo acabarán?