Capítulo 8

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Estamos en casa del abuelo, toca comida familiar. El abuelo todavía no ha visto a mi pequeña embarazada y, temo que cuando le contemos que es lo que pasa, le dé un susto el corazón.

- ¿Se nota si me pongo ésta? - pregunta Laia con una blusa floja en la mano.

- No creo, pruébatela de todas formas.

Se quitó la que llevaba puesta y tanto Marc como yo pudimos ver cómo crecía nuestro bebé. Laia se veía resplandeciente con su barriguita. Nos pusimos a su lado y empezamos a repartir besos.

- Chicos, parad un poco.

- Queremos dar amor a nuestros bebés.

Laia ya estaba de tres meses, pero por lo delgada que estaba antes, casi nadie en el pueblo se ha dado cuenta de que vamos a tener un bebé.

Mi hermano se agachó conmigo, yo un poco más, y dimos un beso a nuestro hijo.

- Mira que os gusta hacer el tonto. Vamos que llegamos tarde.

Nos levantamos y salimos de casa rumbo a la del abuelo. Todos nos estaban esperando y, por lo visto, mamá ya había dicho que íbamos a dar una noticia importante. Nos situamos delante de toda la familia que ya estaba sentada y dimos la noticia sin esperar más.

¿Os acordáis de que temía que a mí abuelo le pasaste algo? Pues no pude ir peor encaminado. Le pidió a Laia que fuera junto a él. Una vez con él se sentó en el reposabrazos del sillón y el abu levantó su blusa. Eso es lo que quería, acariciar al peque. 

- Todo es bastante raro, pero si os queréis, es perfecto.

- ¿No nos vas a decir nada? ¿Te parece bien?

- Sí, Marc, hijo, me parece bien. Ahora vamos a dar tú y yo un paseo.

Mi hermano y mi abuelo salieron de casa y mi hermanita y yo nos sentamos en su sillón.

Estábamos de tal manera que mis manos quedaban protegiendo su vientre.

- ¿De quién es el bebé? - mi tía no podía dejar ese tema a un lado.

- Es de los tres y, para la prensa, todavía no lo sabemos.

- ¿Sabes que a partir de ahora ya se va a notar el embarazo?

- Tía, te quiero, pero deja de tocar los cojones. - lo solté sin pensar. - Perdón, es que el tema es complicado.

- Eso ya es vuestra culpa.

- ¿Quieres dejar el tema? Los chicos se aman. - gracias a que la abuela intervino, no maté a mi tía.

- No puedo creer que los apoyéis.

- Vete y deja a los chicos tranquilos. No hacen nada malo. - mi madre estaba ya que no podía más.

Mi tía se fue dando un portazo y Laia por fin se relajó en mis brazos. Después de lo tensa que había estado ya pude respirar, tanta tensión no es buena para nuestro bebé.

- Tranquila pequeña. Ya está todo bien. Nosotros os vamos a cuidar.

- ¿Qué ha pasado que la tía se ha ido de casa?

Le explicamos lo sucedido a mi hermano y vi como apretaba sus puños. Ni mamá conseguía calmarlo, pero de repente, todos nos paramos a mirar a mi hermanita. 

- ¡Joder Àlex! ¡Qué se ha desmayado!

- ¡Mierda! ¿Cómo no me he dado cuenta?

- Llévala a la habitación Àlex. Y no la dejes sola.

- Yo la llevo. -dijo Marc.

Mi hermano la cogió de mi regazo y subió a la habitación de nuestros abuelos. Yo fui detrás de ellos y entre los dos acomodamos a Laia en la cama.

- Cuida de ella. Luego subo.

- Marc, no hagas nada de lo que te arrepientas.

- Sabes que puede sufrir un aborto con los disgustos -Marc estaba al borde de la locura.

Se fue antes de que pudiese decir nada más. Me tumbé con mi hermanita y empecé a repartir besos húmedos por todo su cuerpo.

- Venga pequeña. Despierta para tu hermanito.

- Te amo. - dijo en un susurro.

- Ya te has despertado. ¿Cómo estáis?

Mojadita yo, y tranquilito el bebé.

- Pues creo que voy a aprovechar esa humedad. - metí tres dedos dentro de ella.

- Hermanito… Ah… Más…

- Cómo pidas.

Moví mis dedos más rápido en su interior a la vez que mi pulgar hacia círculos en su botoncito.

- À… Àlex… Me corro…

Sentí como me apretaba y sus fluidos mojaban mi mano. Muy despacio fui saliendo de ella y sin quererlo, Laia metió mía dedos en su boca.

No perdíamos el contacto visual. Sacaba su lengua a pasear y después de succionar mis dedos los mordió un poquito haciendo despertar a mi amiguito.

- ¿Vas a poder con esto?

- Estamos en la cama de los abuelos.

- Mejor, más morbo.

- Ven aquí y danos amor.

No esperé más y me dejé caer sobre el colchón desnudo esperando a que mi preciosa, delicada y embarazada hermanita se sentara encima de mi duro miembro penetrándose.

- Mmm… Qué rico se siente.

- ¿Lo notas todo?

- Absolutamente todo. Cabeza, el cuerpo con todas las venitas y ah… Ahora tu pelvis. - acabó cuando estaba entero dentro de ella. 

- Ven aquí.

Se agachó para besarnos y yo empecé a moverme. Al final del beso mordió mi labio inferior produciendo estragos en mi interior. Se separó y empezaron los saltos.

Laia subía y bajaba a lo largo de mi p*olla. Esto era increíble, sobre todo el morbo a ser descubiertos. 

Estábamos tan concentrados en sentir más el uno del otro que no nos dimos cuenta de que Marc había entrado en la habitación.

- Me alegra veros bien.

- ¿Te unes?

Mi hermano no tardó en llevarse los deliciosos pechos de Laia a la boca y su mano acabó en mis huevos.

- Mm… Ese masaje lo vas a tener que hacer en los circuitos.

- Cuando quieras bebé. - dejó a nuestra hermanita y me besó.

- Más Àlex… Más duro.

- Ahora pequeña.

Me moví mucho más fuerte y rápido dentro de ella. Laia saltaba más y a Marc le contaba más comer sus pechos.

- Quiero ver cómo os corréis. ¿Quién me va a dejar ver antes su corrida?

Las palabras de nuestro hermano mayor nos pusieron a mil y tras unas embestidas más, acabamos con un gran orgasmo fruto de las provocaciones de Marc.

- Me toca.

Salí de Laia y Marc se metió mi p*ene en la boca y empezó a chupar y succionar el miembro como su en ello le fuera la vida, me iba a volver a correr en su boca. Dió una pequeña mordidita y no pude más, mi excitación salió dando de beber a Marc.

- Es cierto que no solo es amor fraternal.

- Abu… - soltamos los tres a la vez.

Hola a todos. Siento haber tardado tanto el publicar, pero ya estoy de vuelta. Espero que os guste

Amor fraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora