Estamos en Rufea con Tito y con nuestro padre. Laia se ha tenido que quedar en casa porque el ruido de las motos es malo para el embarazo.
- ¿Qué os pasa?
- Nada papá, que me gustaría estar en casa con ella. - dije algo decaído.
- Está con mamá. Va a estar bien, ella y el bebé.
- Ya lo sé, pero quiero estar a su lado siempre. Sabes que puedo perderme el parto por trabajo.
- Vuestro hijo va a estar bien.
- Puede que sea niña.
- Con que venga sana. Por cierto, ¿es tuyo o de tu hermano?
- No lo sabemos, los dos hemos intentado y uno lo ha conseguido. ¿Cuál? Ya no lo sabemos.
- ¿Y no tienes curiosidad?
- Al final, al Àlex y yo ser hermanos de sangre, se va a parecer a los tres.
- Eso no te lo niego, pero van a empezar a preguntar.
- Todavía hay tiempo hasta que empiece a notarse el vientre en sus blusas sueltas.
- Os quedan dos semanas, id pensando bien lo que vais a decir.
- Me voy con la moto antes de que me rompas más la cabeza. Habla con tu otro hijo.
Me puse el casco y salí a la pista con todas esas preguntas en mi cabeza. ¿Resultado? Me caí de cabeza y empecé a verlo todo negro.
- ¡Marc! - se escuchaba la voz de mi hermana a lo lejos.
- Joder Marc… Vamos despierta. - mi hermano sonaba desesperado.
Quise moverme, pero me dolía. Solo pude hacer una mueca con la cara que pareció calmarles porque noté como Laia se tumbaba a mi lado y su pequeño vientre rozaba mi brazo.
- Despierta… hermanito… hay… algo… durito… esperando… tu… atención.
Iba a despertar antes mi amiguito que yo. Quería follar a mi hermano. ¡Vamos Marc! ¡Despierta! ¡Tú puedes! Lo conseguí. Abrí mis ojos y vi a mi bebé dormidita a mi lado. Al girar la cabeza los labios de Àlex se estamparon contra los míos y los movimientos de la manera que, en nada, nuestras lenguas estaban entrelazadas.
- ¿Te despiertas y ya estás juguetón?
- Ven aquí, vamos a darle placer al peque de la casa.
- Espera aquí Marki.
Mi hermana se fue de la habitación dejándome a solas con Àlex y su dura p*olla.
- ¿Quieres probarla?
- Ya la probé. Ahora quiero comerla.
Àlex sonrió y llevó mi mano a su miembro. Empezó a suspirar y gemir suave en mi oído.
- Se va despertando el hermanito de mi p*ene.
- Joder Àlex, ¿nuestras p*ollas también tienen que ser hermanas? Menuda forma de cortar el rollo.
- Pero eso ya lo arreglo yo.
Mi hermana entró en la habitación con mi casco. SOLO con mi casco.
- Mira cómo se ha despertado de golpe. - como para no despertarse.
- Anda Àlex, deja que cuide yo de Marc.
Mi hermano se fue y Laia se acercó hasta subirse encima de mí. Hizo el amago de quitarse el casco, pero se lo impedí.
- Me pone la idea de que uses el casco. Voy a poder darte muy duro bebé.
- No te pases Márquez. - me quería volver loco.- Hoy mando yo.
Sonreí y ella levantó el casco un poco para besarme, después, se lo volvió a colocar.
Me desnudé rápido y la dejé debajo de mi cuerpo, no iba a dejarle el control, sabía que no iba a hacerme el amor solamente.
- No quiero que me tortures bebé. Otro día te dejo jugar.
Mi bebé asintió y yo dejé pequeños besos por todo su cuerpo, pero me detuve más en donde crecía mi bebé.
- Peque, disfruta de lo que papi va a hacer.
Jugué con los pezones de mi hermanita hasta que jadeaba cosas sin sentido.
- Espera, voy a por una cosa.
Fui rápido hasta donde teníamos todo el equipo de piloto y cogí uno de los guantes de MotoGP. Al volver Laia está jugando con la visera del casco.
- Lo vas a romper. Venga, vamos a seguir jugando.
Dejé el guante de tal forma que solo estaba estirado el dedo índice. Metí el dedo del guante dentro de Laia y lo empecé a mover según los gemidos y gritos que escuchaba.
El guante entraba y salía cada vez más húmedo, pero se mojó más con el orgasmo que tuvo. Acabó el guante empapado de su corrida.
- Va a ser mi guante favorito a partir de ahora.
Por culpa de la visera del casco no podía verle la cara, pero obtuve mi respuesta cuando la penetré en su vagina sensible por el orgasmo anterior.
- ¿Te gusta si lo hago fuerte? - asintió.
Empecé a embestirla tan fuerte que el ruido del casco con el cabecero de la cama era constante. Se mezclaban los golpes con los gemidos de mi hermanita, que tenía una mano en sus pechos y la otra en su vientre.
A todos esos estímulos se sumaron mis dedos en su clítoris. Los movía rápido y Laia empezó a gritar.
Sentí nuestros orgasmos cerca, por lo que aumenté la velocidad de las embestidas hasta que sus paredes me apretaron tanto en su orgasmo, que provocó el mío por esa presión vaginal.
Mi hermana se quitó el casco y por fin pude besarla. Extrañaba sus labios, su lengua jugueteando con la mía…
Empezamos una batalla de lenguas donde ninguna se daba por vencida. Lo tuvimos que dejar en tregua por la falta de aire que azotaba nuestros pulmones.
- Ha estado genial Marki.
- Tú estás muy sexy con mi casco.
- Pues me tendré que hacer piloto. - hasta yo noté mi cara palidecer.
- Casi mejor que no.
Estuvimos besándonos un rato más hasta que llegó Àlex y nos dijo que bajáramos.
- ¿Qué pasa?
- Vosotros bajar.
Me vestí y ayudé a Laia en lo que necesitó, guardamos las cosas que habíamos usado y bajamos a dónde nos estaba esperando nuestro hermano.
- Àlex no me asustes.
- No es nada grave pequeña, pero sí que tenemos que hablar.
- Àlex no jodas. No está para estos sustos. Durante los primeros cuatro meses de embarazo se sufren abortos naturales.
- Pues si eso pasase ya no tendríamos que hablar.
- ¡Àlex! -mi hermano cada día es más idiota.
- ¿Me decís qué cojones le vamos a decir a la prensa? ¿De quién va a ser el niño de cara al público?
¡Mierda! Por eso tuve el accidente y sigo sin obtener respuestas. Sí que teníamos que hablar.
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Amor fraternal
FanfictionTres hermanos. Tres Márquez. Una casa. Un amor... ¿fraternal? Sí, llamémoslo así. Esa casa será testigo de un amor, no de hermanos, pero sí entre ellos. ¿Cómo acabarán?