Mis hermanos andan con los preparativos a vueltas por lo que no escuchan ni atienden a lo que pasa a su alrededor. Suena el teléfono de casa y, como no, me toca contestar a mí.
*Llamada telefónica*
- ¿Sí? ¿Quién es?
- Hola preciosa. Soy Emilio.
- Hola Emilio. ¿Va algo mal?
- Siento decir que sí. ¿Se puede poner alguno de los chicos?
- Están con los preparativos de la boda y no hacen caso ni a Eric. No sé si no me mandarán a la mierda antes de contestar al teléfono.
- Entonces te lo digo a ti.
- ¿Decirme el qué?
- Que la boda se va a tener que aplazar porque ha surgido un problema con los equipos.
- ¿Y quieres que yo se los diga? ¡¿TE HAS VUELTO LOCO?!
- A mí me van a matar y a ti…
- A mí me utilizaran de muñeca hinchable para quitarse la frustración. Lo he entendido. Yo me encargo.
- Suerte.
- La voy a necesitar.
*Fin de la llamada*
No sé como les voy a decir a los chicos que van a tener que suspender la boda porque alguno de los incompetentes con los que trabajan la han cagado y ahora ellos tienen que trabajar para arreglar el estropicio que se ha formado. Voy pensando en las mil y una opciones que tengo para darles la mala noticia y, sin darme cuenta, los tengo a los dos mirándome desde la mesa.
- ¿Qué te pasa que traes mala cara bebé?
- Esto… Veréis. Acaba de llamar Emilio para daros una noticia, pero, como siempre desde que os prometisteis soy yo la que lo hace todo. Bueno, el caso es que ha estado hablando con él y me ha dicho que tenéis que posponer la boda porque ha surgido un imprevisto en vuestros equipos. Lo siento mucho.
- No –dijo Àlex.
- Puede -continuo Marc.
- Ser –dijeron a la vez.
Les deje solos, y cogí a Eric para que no les molestase. Mi pequeño tenía que dormir la siesta y, de paso, yo me echaría un rato a descansar, pero era tan grande la mala suerte, que se escuchaba a los chicos hablar de la desilusión que tenían. Me daba pena, pero yo no podía hacer nada para ayudarlos. Solo podía apoyarlos e intentar animarlos. Yo no entendía mucho de motos y menos de los equipos en los que mis hermanos estaban. Iba a bajar en el instante en el que escuché la puerta cerrarse y veo a Marc entrar por la puerta de la habitación.
- ¿Àlex se ha ido?
- Sí, dice que es mejor que se despeje antes de que diga algo de lo que se pueda arrepentir.
- Había preparado su bici antes. Seguro que se ha ido con ella.
- Yo quiero sentirme mejor también. Deja que te complazca.
- Solo si usas esa lengua que tanto me gusta.
- Eso está hecho bebé.
Con nuestras miradas lo decíamos todo. Asentí un poco para que Marc se sintiese seguro de lo que íbamos a hacer. Se acercó y me fue quitando la ropa.
Empezó por sacarme la camisa. Desabrochando los botones a la vez que intercalaba los besos cada vez que descubría más piel de mi torso. Con esos roces de sus labios con mi cuerpo, mi espalda se arqueaba. Acabó por quitarme la camisa y siguió con mi pantalón. Sus pechos no podían bajar si esa prenda no desaparecía. Sus labios abandonaron mi cuerpo para conectar nuestras miradas al mismo tiempo que él me quitaba los shorts.
- Te amo bebé –dijo mientras la tela vaquera se deslizaba por mis piernas.
- Yo también te amo, nene.
Marc se quitó la ropa dejando su cuerpo tonificado a la vista. Que maravillosa vista. Fue corta mi visión de su cuerpo pues ya tenía a mi hermano otra vez sobre mí.
- ¿Dónde quieres disfrutar de mi lengua?
- Ya sabes donde la quiero, nene.
- Quiero que lo digas, bebé.
- Mete tu lengua dentro de mí. Hazlo ya, Marc.
Marc no me hizo esperar mucho más. Apartó con sus dedos mi ropa interior y como si de mi boca se tratase, empezó con un beso. Sus labios se movían a la perfección con los míos. ¿Cómo sin hacer casi nada me hace enloquecer tanto? Simplemente, lo amo.
- Marc… Hazlo amor…
Sin más, Marc metió su lengua en mí. Era el paraíso. Marc tenía la lengua tan larga que llegaba más profundo que otras. Era… Era una sensación indescriptible. Él sabía perfectamente como meterla y sacarla para producir un gran orgasmo.
Levanté mi cabeza para mirar a Marc. Era muy sexy verlo así. Solo verlo me provocaba el orgasmo, pero lo mejor fue cuando rompió mi ropa interior que le estorbaba y empezó a masturbarse. Se la meneaba muy rápido, creo que notó que yo me venía.
- Nene para. Mete tu p*olla en mí para corrernos juntos –dije con un poco de dificultad.
- Vale bebé –dijo entrando de golpe en mí.
- Marc… - gemí.
Mi hermano tomó un ritmo constante y duro. El sudor se hacia presente en nuestros cuerpos. Al chocar, nuestros cuerpos hacían un ruido que no sé ni como describir. Solo escuchaba los gemidos de Marc. Eran muy eróticos.
- Marc… Más… Ya…
- Ya acabamos mi bebé…
Con una embestida más nos corrimos en un gran orgasmo.
- Pero mira que padres más salidos tienes Eric. Espero que tú no me salgas así –dijo Àlex desde la puerta de la habitación.
- Pero tú eres igual de pervertido Àlex –dije.
Marc nos tapó con las sábanas y Àlex se acercó con nuestro bebé. Dejó a Eric en mi regazo y ellos se tumbaron a mis lados. Éramos una familia, mi familia.
- ¿Y si nos damos un baño los cuatro?
- Me parece una gran idea Marc. Esperad vosotros aquí mientras lo preparamos todo.
Marc y Àlex se fueron al baño a preparar la bañera para los cuatro. Era lo suficientemente grande para que entrásemos tres adultos y, a veces, solíamos bañarnos juntos con Eric. Eran tan pequeño que, cuando lo metíamos en el agua abría su boquita y sus manitas se movían como queriendo cogerla. Era un verdadero amor verlo así.
- Ya está todo preparado, pequeña.
Desnudé a Eric en la cama y fui con él en brazos hasta el baño. El aroma a lavanda inundaba mis fosas nasales. Habían puesto sales de baño en el agua. Les doy un beso a cada uno y entró en el agua con mi bebé seguida de mis dos amores. Apoyo mi espalda en Àlex y Marc se coloca a nuestro lado. Los tres nos quedamos embobados cuando nuestro peque empezó a jugar con el agua.
- Es precioso. Gracias por haberme hecho mamá.
- Gracias a ti esta cosita está con nosotros haciéndonos reír. Te amamos mucho Laia.
Seguimos en el agua relajados hasta que Eric empezó a llorar porque sentía el agua fría. No queríamos que enfermara. Salió primero Àlex que cogió una toalla antes de que le pasase a nuestro hijo. Después salió Marc y me ayudó a salir a mí. Nos vestimos y decidí ir a hacer la comida.
- Voy a hacer la comida. Descansad si queréis.
- De eso nada. Hoy cocinamos nosotros. Eres nuestra princesa consentida.
- Solo porque hoy no me encuentro del todo bien, voy a dejar que cocinéis vosotros.
- No te preocupes. Ve a la cama con Eric y descansa. No queremos que te pase nada.
Y así me dejaron, como una enferma en la cama con mi bebé haciendo ruiditos adorables.
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Amor fraternal
FanfictionTres hermanos. Tres Márquez. Una casa. Un amor... ¿fraternal? Sí, llamémoslo así. Esa casa será testigo de un amor, no de hermanos, pero sí entre ellos. ¿Cómo acabarán?