Hace dos meses que ya tenemos a Eric en casa. Laia ya ha recuperado su figura y ahora no para de torturarnos a Marc y a mí con esa ropa con la que enseña todo. Este fin de semana hay Gran Premio, por lo que hemos dejado al bebé con nuestros padres para poder dormir algo por las noches.
Ahora estamos en el sofá viendo la carrera del año pasado, mientras que nuestra hermanita está en el piso de arriba con la música a todo volumen haciendo no se sabe el qué.
De la nada, mi hermano para el video y me dice que subamos a ver qué está pasando. Lo que vemos nos deja sin palabras. Laia bailando sensualmente una de las canciones con las que Marc y yo nos ponemos a mil.
Marc ya tiene un bulto notorio en sus pantalones y hace un gesto para que mi pequeña note nuestra presencia. Al hacerlo, se acerca a donde estamos, coge nuestras manos y nos susurra levemente al oído que le quitemos la ropa.
Me giro para ver a mi hermano y ambos tenemos la misma sonrisa que dice que nos la vamos a follar duro, muy duro.
- Fuera la ropita, bebé.
Nos adentramos en la habitación y la ropa de nuestra hermana empezó a saltar por los aires hasta que la tuvimos desnuda delante nuestra. No nos dio mucho tiempo a disfrutar de las vistas porque llevó nuestras manos al paquete del otro. Mi hermanito estaba bien duro. Como me gustaría que me la metiese.
Mi hermanita seguía bailando a la vez que Marc masajeaba mi miembro. Me iba a correr solo con la que estaba pasando. Todo era tan excitante… De repente dejé de sentir las manos de Marc, el cual empezó a quitar mi ropa para después arrodillarse delante de mí y llevarse mi p*olla a la boca.
- Marc… Ahh…
- ¡Eh! ¿Yo no tengo derecho a disfrutar?
- Ven pequeña. Deja que meta mis dedos en ti.
Sin dudarlo, se quedó a mi lado y, antes de que mis dedos sintieran el calor de su interior, su lengua ya se había apoderado de mi boca acallando así, todos los gemidos que me producía la mamada de mi hermano mayor.
Marc se masturbaba mientras me la comía. Laia había empezado con mi cuello, por lo que podía mirar a Marc y su gran erección.
- Marc, amor, vamos a la cama.
Laia le dio la mano a nuestro hermano y juntos nos fuimos a nuestra cama. No sabíamos muy bien lo que queríamos así que tardamos un poco en decidir cómo nos íbamos a poner. Al final acabé yo debajo, mi hermana sobre mí follándose y Marc follándome a mí.
Tenía a mis dos hermanos dándome placer. Hoy era yo el que se merecía disfrutar del sexo. Mis hermanos se movían al compás. Mi p*ene llegaba al fondo de mi mami favorita y Marc me la metía toda, podía notar sus huevos chocar conmigo.
- Ahh… Dios… No paréis.
- No vamos a hacerlo amor. Tú disfruta y córrete en Laia.
- ¡¡Siii!! Amor lléname…
Desde el colchón veía a mi pequeña botar y a mi hermano llevarse sus pechos a la boca. Todos gemíamos. Esto no iba a durar mucho más.
Sentía como Marc aumentaba el ritmo para que su corrida fuese mayor, yo ya estaba al límite y mi hermanita ya apretaba mi miembro dándome a entender que en un par de saltos, llegaría al orgasmo.
No me equivoqué. Con dos botes más de Laia, todos nos corrimos. Estábamos exhaustos. Mi pequeña se tumbó encima de mí y Marc a nuestro lado.
- Os amo, mis pequeños -dijo Marc antes de besarnos.
Nuestras manos fueron a parar al vientre de nuestra hermana en el que dos meses atrás había estado nuestro pequeño. El fruto de nuestro amor. Esperaba con ganas tener una princesita, aunque Marc siempre ha bromeado con que si teníamos una que iba a tener sexo con ella. Laia y yo siempre nos lo hemos tomado a broma, pero se ve que lo dice totalmente en serio.
Después de unos minutos en los que conseguimos que nuestras respiraciones y ritmo cardíaco disminuyeran, nos levantamos y nos vestimos para ir a casa de nuestros padres y pasar un día en familia.
- Solo vamos a casa de papá y mamá. Ponte unos vaqueros con cualquiera de tus camisetas. No va a haber ninguna cámara.
Laia no se decidía y nosotros empezamos a impacientarnos. No iba a haber forma de que se vistiera sino le dábamos un motivo por el que ir más rápido que la luz. Nuestro bebé.
- Amor, mamá me está diciendo que Eric no para de llorar. Que no se calma con nada.
Nada más decir eso escuchamos como nuestra hermana corría de un lado a otro, seguramente, arreglándose para acabar lo antes posible y coger a su pequeño en brazos.
- Ya estoy lista. ¿A qué esperáis para salir? Nuestro bebé nos necesita.
- En realidad, no. Me lo he inventado para que te vistieses de una vez -confesó Marc.
- Te lo perdono porque después de lo que ha pasado ahí arriba estoy de buen humor -dijo mi hermana recordando nuestro orgasmo.
Salió corriendo a casa de nuestros padres sin darnos a nosotros tiempo a cerrar la puerta de casa. La cerramos lo más rápido que pudimos y seguimos sus pasos.
- Amo a Laia, pero amor, me vuelven loco tus labios, nuestras manos en el cuerpo del otro, tenerte a cuatro y poder probar el agujero por el que te hago mío.
- Àlex, mi vida, no veas como me has puesto hermanito.
Era cierto que su miembro se había despertado y parecía tener ganas de jugar, pero era hora de estar con la familia. Dejo a Marc parado mirando como me alejo y entre en casa para ver la imagen más bonita del mundo: mi pequeña con Eric en brazos y mis padres a cada uno de sus lados. Mi familia.
- Sí que es bonita la imagen, pero faltamos tú y yo, amor.
- Estaríamos mejor en la cama. Necesito amarte Marc.
- ¿No has tenido suficiente?
- Quiero darle a tu culo, amor.
- Vosotros dos, dejad las perversiones y venid aquí a estar con vuestro hijo.
Hicimos lo que nuestro padre nos dijo y nos acercamos a nuestra mujer y nuestro bebé. Son idénticos.
Eric empezó a llorar y Laia y mamá se lo llevaron arriba para que durmiese un poco.
- Ahora que nos hemos quedado solos. ¿No os es raro enamoraros de vuestro hermano?
- Papá, amo a Àlex. Él y mi hermana son los amores de mi vida.
- Papá, sabemos que esto que tenemos no es normal, pero…
- Anda dilo.
- Sentir a Marc dentro de mí me hace sentir vivo y amado. Poder tocársela o mamársela es tan único para mí.
- Algún día lograré entenderos.
- Para eso vas a tener que probarlo papá. Y no creo que lo vayas a hacer.
- Ya veremos…
No pudimos decir nada más porque en ese momento bajaron Laia y mamá y dejamos este tema de “hombres” para otro momento a solas.
¿De verdad mi padre estaba pensando en follar con un hombre? ¿Se lo diría a mi madre? En menuda familia estamos. Somos tan especiales…
Los labios de mis hermanos me sacaron de mis pensamientos. Era hora de volver a casa.
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Amor fraternal
FanfictionTres hermanos. Tres Márquez. Una casa. Un amor... ¿fraternal? Sí, llamémoslo así. Esa casa será testigo de un amor, no de hermanos, pero sí entre ellos. ¿Cómo acabarán?