Capítulo 19

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(Narra la escritora) 

Los chicos se hablan levantado temprano para acabar los últimos preparativos para la boda. En unas horas Alex se estaría probando los trajes hasta elegir uno, que probablemente sería el primero que se probarla conociendo a Alex.

- Marc cariño, papá y tú id a encargar la tarta y a llevar las invitaciones a la copistería. Yo me voy con mamá y a probarme los trajes. 

- Elige uno que te marque el paquete. Me gusta cuando me abrazas por detrás y te frotas. 

- No voy a ir marcando en nuestra boda Marc. Espera a que se haga de noche para quitármelo todo. 

Àlex dejó a Marc en la cocina pensando en la noche de bodas y se fue a vestir antes de que su hermana pequeña se pusiera a gritar porque nadie, excepto ella, estaba listo. Llegó a la habitación y fue directo al armario para sacar una camiseta de su club de fans y un vaquero. No podía Ir más sencillo. 

- Papi, ¿con quién me voy a quedar? 

- ¿Qué te parece pasar la mañana con el yayo Ramón? 

A Eric le encantaba pasar tiempo con su bisabuelo. Le contaba muchas historias y le enseñaba fotos de sus padres cuando eran pequeños. Se lo pasa genial con él y todos lo sabían. Pero esto no se quedaba solo ahí, a Ramón también le encantaba estar con su nuevo pequeño campeón. Para él era como volver a tener a Marc y a Àlex cuando eran pequeños. 

- Si papi. Yo me voy con el yayo -dijo con un poco de dificultad el peque. 

- Àlex, nos tenemos que ir ya escuchó a Laia. 

- Nos vemos por la tarde peque.

- Adiós papi. 

Àlex y Laia salieron de casa y se encontraron con su madre. Se saludaron y se fueron a la tienda de trajes. Durante el camino se encontraron con algunas fans que no hacían más que pedirle fotos y autógrafos a Alex y ellos ya les decían donde estaba Marc. Si lo molestaban ahora, por la tarde estaría completamente libre para ir a ver los trajes. Cuando ya se libraron de todas las fans. consiguieron llegar a la tienda donde, la misma chica que el día anterior les reservó las horas, les atendió con una sonrisa en la cara. 

- Vamos a probarte trajes, guapo. 

Alex se probó alrededor de unos 20 trajes y, como las dos mujeres de la familia predijeron, Àlex acabó escogiendo el primer traje que se probó, es cual le sentaba como un guante. 

- Vamos a ver qué han hecho vuestro padre y vuestro hermano mayor. 

Mientras ellos estaban en la tienda de trajes, Marc y Julia se encargarían de las invitaciones y la tarta. Dejaron al peque con el yayo y se fueron hacia la copistería para que hiciesen las copias de las invitaciones. 

- Buenos días Manuel -el que trabajaba en la tienda era amigo de la familia-. 

- Buenos día Julià. ¿Venís por lo de las invitaciones? 

- Si. La ha diseñado nuestra hermana y queríamos pedirte que hicieses las copias. 

- Por supuesto chicos. Si queréis, podéis pasaros a por ellas después de comer. 

- Pues muchísimas gracias Manuel. ¿Nos pondrías también los sobres? 

Su amigo asintió y se despidieron para salir de allí e ir a la pastelería en la que encargarían la tarta. No tardarían mucho ya que estaba a dos calles de la copistería, pero con lo que no contaban era con las fans que Àlex y Roser les había enviado a traición. 

- Chicas, tengo muchas cosas que hacer. Ya sabéis que Àlex y yo nos vamos a casar. Si queréis, mañana os pasáis por el museo y os lo enseño y os firmo y poso todo lo que queráis. 

- Te tomamos la palabra campeón -dijo una de las chicas antes de giñarle el ojo-. 

A Marc le hacía gracia que, a pesar de que se iba a casar con Alex y fuese padre, las chicas aún seguían coqueteando con él. No lo entendía, pero tampoco lo cambiaría por nada. Así se sentía deseado siempre. 

- Vamos a por esa tarta hijo. Que se nos va hacer tarde. 

Los varones mayores de la familia llegaron a la pastelería donde encargaron la tarta y algunos de los detalles que en ella debían estar, pero solo Marc y Juliá sabrían cuales eran esos detalles. Sería una sorpresa para todos. 

- Van a llegar todos a casa del abuelo. Vamos antes de que lleguemos tarde. 

- Marc, no corras hijo -dijo Juliá teniendo un deja-vu de cuando su primogénito era pequeño. 

La familia llegó a la vez a casa de los abuelos donde un pequeño Eric les recibió con los brazos abiertos.

- He jugado y pintado con el abu. La yaya hizo galletas. Están muy ricas. 

Las palabras trastabilladas del pequeño hicieron sonreír a la familia en un día tan ajetreado como el de hoy. Hablan hecho muchas cosas, pero aún quedaban otras tantas. 

- ¿Qué os queda por hacer? -pregunto Ramón. 

- Las invitaciones estarán listas por la tarde. Podríais ir Eric y tú a por ellas. Así el enano se da un paseo y ayuda un poquito. 

- Yo meto en los sobres mami. 

- Y el abu y yo te ayudamos -dijo Àlex con entusiasmo. 

Todos comieron como la familia unida que eran. Comieron entre risas y anécdotas, recuerdos y planes de futuros. Todos estuvieron juntos hasta que Marc tuvo que ir a probarse trajes. Roser y esperaban que el mayor de los hermanos fuera más directo a la hora de elegir el traje. 

Al llegar a la tienda, fue otra de las dependientas la que los atendió. Ésta era mucho más indiscreta a la hora de coquetear con Marc y a Laia le ponía enferma. 

Salió un momento de la sala en la que esperaban a que Marc saliese de probadores y se acercó a la chica para advertirla de que como viera otra muestra de coqueteo con Marc, se encargaría de hacerle la vida imposible en aquel pueblo que ella tan bien conocía. La dependienta, sabiendo cómo se las gastaba la joven de la familia, tuvo que dejar el coqueteo y centrarse solo en su trabajo sin saber que, a Marc, si le gustaba esa muestra de afecto. 

- No sé mamá. Este me gusta, pero no me siento muy cómodo. Me tira de los hombros mucho. 

- Podrías probar con una talla más o pedir que te lo hagan a medida cariño. Si es el traje que te gusta, tienes que llevarlo el día de tu boda. 

- ¿Y si a Alex no le gusta? 

- Marc amor, a Alex le vas a gustar te pongas lo que te pongas. Mi amor, si es el que te gusta, llévate éste. No te lo pienses más -dijo dando un casto beso en los labios a su hermano. 

Entre las dos consiguieron convencer a un Marc que todavía dudaba si el traje elegido le iba a gustar a su prometido. Quena que Alex le viese guapo porque seguro que él iba a estar espectacular y no quena quedarse tras su hermanito, a no ser que estuvieran en la cama claro. llamaron a la chica que les estaba atendiendo y ella llamó a la modista para que le tomasen las medidas a Marc. Si, al final se lo harían a medida.

- Si hubieses crecido no tendrías estos problemas, enano. 

- No te quejas de que soy un enano cuando estamos en la cama. 

- ¿Podéis parar? Que vuestra madre está delante. 

Los chicos se miraron y sonrieron. Sabían que a su madre le costaba hacerse a la idea de que sus hijos estuviesen juntos, pero si ellos eran felices así, ella también era feliz. Lo único que les pedía era que no hablasen de sus intimidades delante de ella y ellos aceptaron esa pequeña condición que, a veces, rompían sin querer. 

Llegaron a casa de sus abuelos donde el resto de la familia estaba metiendo las invitaciones en los sobres. ¡Hasta Eric estaba ayudando! Los tres recién llegados a la casa se pusieron a ayudar y acabaron antes de lo que se imaginaban. Ya quedaba menos para el gran día.

Amor fraternalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora