Capítulo 7: Mala noticia

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Capítulo 7:
Mala noticia

Capítulo 7:Mala noticia

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Nick

Anoche soñé con mi padre. Me dijo algo, parecía importante, pero no puedo recordar sus palabras. Por más que lo intento no lo consigo. Hace mucho que no veía su rostro tan claro, lo que sí recuerdo es que estaba muy preocupado. Tengo la sensación de que intenta advertirme de algo.

Cierro la llave de la regadera, y coloco la toalla alrededor de la cadera. Levanto mi ropa del suelo y salgo al pasillo. El fuerte olor a café viene desde la cocina.

La señora Tomasa podrá faltarle lo que sea, menos el café, esa mujer es adicta.

Me apresuro a entrar a la habitación que ocupamos mi hermana y yo en casa de Thomas. El silbido de Cristal me toma desprevenido sobresaltándome. Le lanzo mi ropa sucia, apenas y le da tiempo de subir los brazos para cubrirse el rostro. Ella no para de reír.

Se levanta de la única cama que tiene la habitación. Somos muy unidos, nunca ha habido secretos entre nosotros hasta hace unos días. Ella me oculta algo y me mata la curiosidad.

—Hoy amaneciste como que más guapo que todos estos días —deja besos en mis mejillas, suele ser así de melosa.

Le doy un abrazo. Es mi hermana menor, tiene veinte años, y es tan frágil como su nombre, aunque su estilo diga lo contrario. El lápiz negro en sus ojos, la ropa oscura y un corte de cabello que la hace ver un poco salvaje. Ella es una dulzura, y con una mente muy débil par los dones que posee. Amo demasiado a mi hermana, y que me oculte las cosas me preocupa. Si no sé lo que hace, no puedo cuidarla.

—Me asustaste tonta—. Aparto el cabello de su frente y deposito un beso allí. —Creí que estabas en la cocina.

Ella a diferencia de mí, lleva un péndulo en el cuello, la cadena da dos vueltas antes de unirse al pequeño cuarzo rosa. También está el dije de la estrella de David.

—Regrese para mirar la daga de papá —se sienta sobre la cama y cruza las piernas, no me había dado cuenta de que mi athame está a un lado de la almohada. No fue allí donde lo dejé.

Comienzo a vestirme mientras ella observa con tristeza lo que alguna vez le perteneció a nuestro padre. Un simple cuchillo ha desatado la nostalgia de tiempos que no volverán, y que se añoran.

Me abrocho el jean, y paso por mis brazos un suéter negro.

—Lo extraño mucho —la melancolía de su voz siempre aparece antes de las lágrimas.

—También yo —tenía siete años cuando él murió, mi hermana apenas cinco. Su partida es un vacío que nadie podrá llenar. Me siento en la orilla de la cama para colocarme los zapatos—. No vayas a empezar a llorar. Sabes que detesto verte llorar.

—Eres un insensible —lloriquea igual.

Retiro el athame de sus manos y lo guardo en mi morral. Tenerlo conmigo hace preguntarme muchas cosas que siguen siendo un misterio, su muerte no está clara para mí. No quiero imaginar cómo se pondrá mamá cuando vea lo que creyó perdido.

Sangre Maldita (Trilogía- Más allá de la muerte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora