Capítulo 20: Soluciones a los deastres

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Damien apretó la mano de Aeris en un autoreflejo al escuchar esa odiosa voz, una sombra de culpabilidad se extendió sobre él al recordar lo que pasó pero ya le había pedido perdón, Le preocupaba Aeris, estaba quieta y miraba a Lily que estaba a unos metros de nosotros, de pie entre la gente que se marchaba de la playa hacia las discotecas menos algunas parejas que se quedaban en la solitaria arena. Lily llevaba un vestido bastante escotado y corto, su melena pelirroja había crecido mucho y casi le caía sobre la cintura. Lily los miraba con una sonrisa entre soprendida y triunfal como sabiendo que había estropeado su noche. 

- Lily... - Aeris soltó la mano de Damien que hizo una mueca de disgusto y se acercó dos pasos a su mejor amiga. 

- Te he echado muchísimo de menos - exclamó Lily emocionada mientras corría hacia Aeris y la abrazaba. 

Wenner apenas le llegaba por la barbilla, parecía aún más pequeña en compañía de Lily, Damien estaba paralizado, sabía que nada de eso era bueno, sabía que Lily no dejaría que Aeris estubiese con él, la chica le dirigió una mirada justo cuando Eve e Ian se acercaban. Eve corrió a abrazar a Lily pero Ian se quedó con él y le puso una mano en el hombro, Damien tenía ganas de destrozar esa mano, de destrozarlo todo, de mandar de vuelta a Lily a donde quiera que estuviese antes de volver.

-¿Qué haces aquí? - preguntó Eve acercandola a donde estaban los dos chicos.

- Bueno, he decidido volver, además mi madre ya estaba histérica por volver y bueno... he decidido que nada puede afectarme ya - dijo clavando sus ojos en los de Damien. 

Damien le sostuvo la mirada ''no podrás apartarla de mí´´ pensó con rabia, Lily sonrió y se acercó a él, la tensión estalló en el ambiente, Damien se sentía mareado y lo único que quería era hablar con Aeris saber que seguían estando juntos y que nada de esto importaba. Lily lo rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza en su hombro. 

- Hola - le dijo al oído - sé que te puede parecer extraño, pero he madurado y ya no te odio, he visto las cosas desde otra perspectiva y no vale la pena enfadarme por algo que ya no puede cambiar. - Damien se relajó, entonces no le quitará a Aeris ¿Verdad? - Aún así siempre he sido muy vengativa. 

Damien puso los ojos en blanco y la apartó con algo de brusquedad.

- Podrías haber estado más tiempo - le espetó Damien -parece que aún no has superado el trauma. 

- Lo tengo bajo control - le aseguró ella.

Ian se movió incómodo a su lado, Damien sentía que las nauseas se agolpaban en su estómago, y entonces posó su vista en Aeris y el aliento se atascó en sus pulmones, lo miraba como al principio, lo miraba como el chico que se había tirado a su mejor amiga por 300 pavos y luego la dejó tirada, lo miraba con asco, remordimiento y afligida, parecía triste, derrotada. No podía creerlo, Damien caminó hacia ella pero Aeris retrocedió.

- Hablaremos más tarde - susurró ella bajando la mirada.

- Wenner, no me hagas esto ahora - dijo Damien entre dientes.

- Oye, Lily ha vuelto ¿vale? - le dijo ella retrocediendo otro paso - me ha devuelto a la realidad, tú no eres bueno para nadie.

- Hace cinco minutos era bueno para ti - repuso metiendose las manos en los bolsillos.

- Oye, prometo que te llamaré más tarde ¿de acuerdo? y hablaremos de esto - esta vez no se alejó sino que avanzó dos pasos hacia él y le posó una mano en el pecho - lo siento.

Damien apretó la mandíbula y se largó caminando a grandes zancadas, escuchó a Ian llamandolo y por un momento deseó tener a Louis a su lado para poder deshaogarse con alguien, necesitaba a su mejor amigo, sacudió la cabeza y trató de que la rabia no se apoderara de él, sino volvería a la playa y enterraría la estúpida cabecita de Lily cinco metros bajo tierra. Siguió caminando entre la gente con cara de pocos amigo hasta que por fin salió del mar de gente y avanzó por las calles poco concurridas hasta llegar a su casa, subió los escalones con fuerza cuando las lágrimas de rabia y frustración comenzaron a arderle al caer por las mejillas, se las limpió con un gruñido y abrió la puerta con busquedad y la cerró de una fuerte patada, lanzó un grito descomunal y se desplomó sobre el sofá donde se encontraba Beth, Damien la miró seguía con el vestido pero estaba roto por una manga, un cojín estaba destrozado y lágrimas negras por el rimel corrían por sus mejillas. Al parecer los dos habían acabado la noche igual.

Cómo la llama de una vela (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora