Beth aprovechó la distracción de Damien para lanzarle uno de los cojines de plumas que adornaba el sofá, sobre su cabeza, Damien gruñó cuando el cojín le golpeó la mejilla.
- Joder, Beth, no seas tan infantil – se quejó masajeándose la mejilla.
- ¡¿Infantil?! – gritó ella.
Damien y Beth se encontraban en la sala de estar de su casa, discutiendo a gritos por Aeris y su perfecto plan de robarle los apuntes. Beth estaba subida al sofá con su melena castaña envarada a su alrededor y sus ojos verdes brillaban por la ira, Damien estaba junto al mueble de los libros, intentando explicarle que era su vida y que ella no tenía derecho a opinar si quiera.
- Beth, por última vez – respiró hondo para no ponerse a gritar – no es asunto tuyo, así que ¡basta! – su voz había ido alzándose y la última palabra se tornó un grito.
- Es curioso que lo digas, Damien – dijo cogiendo otro cojín – ¡porque eres mi hermano y estas haciendo las cosas muy mal!
- Pues si las hago mal ¡es mi maldito problema!
Beth lanzó el cojín pero Damien fue más rápido y lo esquivó, el cojín voló atravesando la habitación hasta chocar contra las estanterías.
- ¡La has obligado! – dijo ella con incredulidad – las has obligado a quedar contigo, si ella no quiere déjala en paz, tendrá sus razones.
Damien no contestó, se limitó a mirarla como si quisiera despedazarla.
- Ya verás cuando se enteren mamá y papá – masculló ella saltando desde el sofá hasta el piso, la camiseta blanca y holgada mostró parte de su cintura. – van a venir desde París solo para castigarte y yo me reiré de ti y te...
- ¡Beth, ya está bien! – gritó su hermano.
Beth sabía que su hermano había llegado al límite cuando comenzaba a gritar de modo amenazante, Beth tomó una pose obstinada y se fue a la cocina farfullando para sí. ''Mamá y papá'' pensó Damien con aflicción, había hablado con ellos hacía dos días pero no era lo mismo, sus padres trabajaban como fotógrafos profesionales y los llamaban para documentales, series y revistas famosas. Por esa razón estaban fuera la mayor parte del tiempo, esta vez se habían ido a París para un documental sobre la ciudad del amor.
Damien se fue a su cuarto después de coger una botella de agua fría y una mirada de reprobación por parte de su hermana. Cerró de un portazo y se tiró sobre su cama, estaba pensando en empezar a prepararse pero aún era temprano ''bueno si me quedo un rato bajo el agua caliente de la ducha...'' No había terminado la frase cuando el teléfono comenzó a sonar, por un ridículo segundo pensó que sería Wenner para anular la cita pero ella no tenía su número y se rio de su ocurrencia.
- ¿Qué hay, Louis? – saludó al descolgar.
- ¡Hey Damien! – se rio – muy buena la idea de los apuntes, me tienes impresionado.
Louis le había dicho eso como tres veces desde que se fueron en el coche a comer a su casa, pero Damien no se cansaba de oírlo. Una sonrisa de superioridad curvó sus labios y se acomodó más en su cama.
- Como sigas así vas a conseguir grandes cosas – dijo Louis con un deje de burla – no sé, podrías robarle todos los apuntes y obligarla a acostarse contigo por ellos.
- ¡Tío! – exclamó Damien entre carcajadas - ¿Qué brutalidad es esa?
- No sé – dijo encogiéndose de hombros – podrías intentarlo.
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Cómo la llama de una vela (editando)
Novela JuvenilCada persona busca calidez, a la gente le atrae el fuego y tú, tú eres cómo la eterna llama de una vela. (Presentación de personajes y trama en el prólogo *.*)