Mi perdición || Ziam

2

Apenas los primeros rayos de sol se colaron a través de las cortinas en la habitación, cada uno fue despertando. Estuvieron un par de minutos ahí, recostados platicando sobre lo que habían soñado, y después se dirigieron escaleras abajo hasta la cocina para buscar algo de desayunar.

Los señores Cabello aún no despertaban, y no es que ellos (Camila, Harry y Liam) se hayan levantado muy temprano, pues eran las nueve de la mañana, sino que al ser un fin de semana los mayores seguían en cama descansando.

—¿Qué quieren que la chef Camila les prepare? —cuestionó la morena a sus rizados amigos.

—¡Huevos, por favor! —pidió Harry.

—¡Sí! —apoyó Liam.

Cabello sonrió.
—De acuerdo —concedió, acercándose a la alacena para sacar una sartén—, serán huevos entonces.

Mientras ella preparaba aquello, los chicos exprimían un par de naranjas para hacer jugo.

Y una vez listo todo, llevaron las cosas hasta la sala para desayunar viendo las caricaturas.

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—No, yo soy Bob —quejó Harry. En algún punto comenzaron a discutir sobre quién era cada personaje.

—Vale, vale —Liam cedió—, tú eres Bob, Mila es Sandy y yo soy Patricio. —Los tres sonrieron satisfechos con sus personajes y con el desayuno que ya se habían terminado.

—¿Qué quieren hacer ahora? —cuestionó la morena, después de unos cuantos segundos.

—Salgamos a explorar —sugirió el ojimarrón, y sus amigos asintieron en acuerdo.

—Muy bien, vamos a explorar —dijo Camila—. Solo dejaré una nota en el refrigerador para que mis padres la vean cuando bajen.

Se puso de pie, buscó un papel y una lapicera e hizo lo dicho, con un trozo de cinta pegó el trozo de hoja en la puerta superior del refrigerador con el siguiente mensaje:

Fuimos al parque,
volvemos en una hora.

Camila xx.

—Listo, vámonos.

Tomaron una pequeña mochila y metieron en ella una botella con agua, tres naranjas y un paquete de galletas. Todo lo necesario para poder salir a explorar por las calles y sobrevivir, pensaban los tres.

—¿Hacia dónde? —cuestionó Harry apenas pusieron un pie fuera de la casa.

—Umm... Por allá —sugirió Liam, señalando una calle al azar, y pronto comenzaron a caminar en esa dirección.

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Tan solo quince minutos más tarde, se encontraban completamente desorientados y un tanto asustados.

—Relájense, chicos —dijo Cabello—. Es muy temprano y el sol está en lo más alto. Nada malo nos pasará, ¿de acuerdo?

—P-pero, ¿cómo volveremos? —cuestionó un asustado ojiverde—. Tus padres creen que estamos en el parque y si les llamamos para pedir que vengan por nosotros sabrán que mentiste.

—No les llamaremos. Solo hemos caminado por unos minutos, no estamos muy lejos de mi casa.

—N-no lo sé, Mila —dijo Liam—, aquí se ve bastante diferente.