Mi perdición || Ziam

38

Eran las 7:30 a.m. cuando Zayn despertó. Él nunca despertaba temprano, pero hoy su reboltosa mente y acelerado corazón no le permitían seguir durmiendo. Miró a su lado y un inconsciente suspiro enamorado escapó de sus labios; ahí estaba su pequeño novio, luciendo tan lindo con esos rebeldes rizos apuntando en distintas direcciones, con sus regordetes labios entreabiertos dejando salir uno que otro suspiro y con su delicado brazo cernido con firmeza a su cintura. Estaban perfectmente entrelazados.
«No podría pedir nada mejor», se dijo internamente.

Como había dicho, su mente estaba en desespero, formulando nuevamente una pregunta tras otra. Se sentía extraño. Ese sentimiento parecía no querer dejarlo. Pero era comprensible, él jamás había hecho ni sentido nada de lo que ayer sucedió.

Hizo el amor; le hizo el amor a Liam.
Él jamás había hecho nada más que saciar su deseo carnal con un tosco y duro sexo. El día de ayer ni siquiera creía que podría darle a Liam lo que quería, justo por eso se había preocupado por mimarlo tanto antes de, para que no se sintiera mal. Pero en el momento, las palabras, las caricias, los movimientos, los besos, todo salió solo. Todo fluyó justo como se supone que debería ser. El amor tomó el mando.

Y volviendo a lo otro: ¿Qué se supone que debía hacer ahora?
«¿Debería poner café y granola en una bandeja y llevarla a la cama?», se preguntó. «¿Debería despertarlo con todas las palabras que todavía no le he dicho? Podría incluir toques tiernos, sólo para mostrarle cómo me siento», añadió para sus adentros.
Lo observó por otros largos segundos para luego acariciar la piel al descubierto suavemente.
«¿O debería actuar desinteresado como si no fuese la gran cosa?», se volvió a cuestionar confundido. Talló su rostro con ambas manos, estaba desesperado. ¿Por qué tenían que ser tan difíciles estas cosas del amor?

¿Por qué tenía que ser tan inexperto en ese campo y sentir que lo necesitaba tanto en ese momento? ¿Por qué no podía simplemente levantarse y comenzar el día como cualquier otro? ¿Por qué le importaba tanto? ¿Por qué se esforzaba tanto y quería que fuese perfecto?, él era alguien espontáneo y despreocupado.
«Sencillamente porque Liam se lo merece», con eso su subconsciente respondió todas las preguntas anteriores. Sintió al menor removerse. «Oh, no». Pasó demasiado tiempo pensando y no hizo nada. Esperaba que no fuese algo malo.

Liam abrió con pesadez sus hermosos ojos avellana y los fijó en los miel del moreno. Ambos sonrieron. 
—Buenos días, Zaynie —saludó, antes de levantar su rostro a la espera de un beso.

El azabache presionó suavemente sus labios contra los ajenos.
—Buenos días, bebé.

Aunque Zayn estaba sonriendo, Liam notó algo extraño en su expresión; lucía... ¿preocupado?
—¿Te pasa algo? —preguntó, repartiendo tranquilizantes caricias por el pecho y abdomen de este.

Malik se encogió de hombros no sabiendo bien qué responder a eso.
—Me siento... extraño —confesó—. No sé bien cómo explicarlo.

—¿E-extraño? —cuestionó, siendo ahora él el preocupado. Zayn afirmó a su pregunta con un «Mhm»—. ¿Por qué?

—Por lo que ocurrió anoche —respondió sencillamente—. Hay tantas cosas pasando de aquí para allá dentro de mí —Liam se aferró con brazos y piernas al mayor. La preocupación se convirtió en temor—. ¿Te pasa algo a ti? —cuestionó ante esa inesperada acción.

—Y-yo —La voz del rizado salió temblorosa, el miedo inundandolo ante el pensamiento de que el mayor estuviese arrepentido de tomarlo como lo hizo la moche anterior. Su relleno labio inferior cayó formando un puchero. Oh, no. Estaba a punto de llorar. Zayn no soportaría ver a su pequeño llorar. Liam no podía llorar en un momento que se supone es de los más felices y especiales—. Espero no ser una casualidad —dijo—. Espero que no te levantes y te vayas. Puede que lo de ayer no signifique tanto para ti, pero para mí lo fue todo, Zayn... Todo.