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Ya habían pasado exactamente cincuenta y tres días desde que se fueron a casa de la abuela. Oh, sí. Liam llevaba la cuenta como si estuviera en una cárcel.

Los días le parecían eternos hasta que llegaba la noche y podía tener cyber sexo con su novio. Resulta que solo era hacer videollamada diciéndose cosas calientes, desnudándose y tocándose donde y cómo el otro ordenara. Tenía que admitir que le encantaba poder mandar también de cierta forma a Zayn.

Justo habían comenzado el videochat de ese día hace unos cuantos minutos. Zayn estaba en su silla giratoria frente al escritorio con la cámara enfocando de forma en que su bien marcado abdomen y su pene fuesen los protagonistas. Mientras que Liam estaba recostado sobre la cama enfocando así desde su miembro hasta su angelical rostro. Tenía la televisión encendida para que nadie los escuchara y los audífonos de bluetooth puestos.

—¿Ya estás duro? —preguntó el moreno, sin dejar de masajear su miembro sobre el bóxer.

Payne asintió, ansioso.
—¿Y tú?

—Como una roca —respondió Malik—. Ponte de pie y quítate el bóxer lentamente, bebé.

El rizado mordió su relleno labio inferior y pronto estaba bajándose de la cama para hacer lo que su novio ordenó; giró la laptop hacia donde él para que Zayn lo viera –obviamente– y enganchó sus pulgares en el resorte de su ropa interior para comenzar a quitársela con un suave contoneo en sus caderas. Hecho esto, volvió a tomar su posición sobre la cómoda.

—Tan sexy —gruñó el azabache.

—Ahora tú haz lo mismo, papi —ordenó el menor.

Malik sonrió –aunque sabía que Liam no podía verle– y lo hizo: se colocó de pie y bajó su boxer con tal lentitud que fue apreciable el momento en que su pene saltó libre golpeando su plano abdomen. Después de eso se los retiró rápido y volvió a tomar asiento.

El castaño sintió su boca aguar, mirando con ojos abiertos un poco más de los común, el venoso trozo de carne entre las piernas de su amado. Relamió sus carnosos labios.
—Oh, Dios —dijo casi en un jadeo.

—¿Habrá un día en que no te sorprendas cuando me quite el bóxer? —cuestionó Zayn entre una baja risa ronca.

Liam negó, aún con la boca entreabierta.
—Lo quiero tanto —dijo, refiriéndose por supuesto al sexo ajeno.

—Y yo quiero todo tu cuerpo —contestó, relamiendose los labios y comenzando a masturbarse—. Ponte en cuatro, bebé, deja que papi vea tu exquisito culo.

Payne se colocó casi al instante justo como el moreno le ordenó, pero con el detalle de pegar su rostro al colchón, dándole así una perfecta vista de su trasero y entrada.
—¿Así, papi? —cuestionó con la voz más inocente que tenía, mientras movía su trasero de un lado a otro.

—Sí, justo así, mi amor —afirmó, mordiendo su labio inferior y aumentando la velocidad con la que trabajaba su falo—. Ahora usa tus deditos. Quiero que te metas dos e imagines que son los míos.

Liam se sentó sobre sus talones para girarse ligeramente y tomar la laptop con una mano. La levantó frente a él, haciendo que la cámara tomara únicamente su sonrojado rostro. Llevó su otra mano con dos dedos arriba (índice y medio) hasta su boca y los chupó como si se tratara del pene de su novio.

—Me vuelves loco —gruñó Malik.

Cuando el menor decidió que sus dígitos estaban bien húmedos, dejó la laptop en su lugar inicial y volvió a la posición anterior. Llevó sus ensalivados dedos hasta el rosado frunce entre sus nalgas y los empezó a meter con lentitud.
—Mmgh —gimió, cuando hubo llegado hasta sus nudillos.

Mi perdición || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora