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Liam colocó ambas manos sobre el amplio pecho de su novio para que hubiese un poco de distancia entre ellos y poder mirarlo de frente.
—No podemos hacerlo ahora, tenemos que bajar a la fiesta, Zaynie —dijo, algo nervioso de que alguien entrara en la habitación o hicieran mucho desorden allá abajo.

—No, no es obligatorio —dijo el azabache con voz ronca de excitación, mientras acercaba sus rostros peligrosamente.

—P-pero hiciste esta fiesta para mí —insistió Payne, pues sabía que al comenzar algo con el moreno, no habría manera de detenerse, y no porque Zayn no fuese a hacerle caso de parar, sino porque él mismo no querría hacerlo—. Sería razonable que yo estuviese en ella, ¿no crees?

—Bajaremos después —aseguró, antes de fundir sus labios en un apasionado beso; chupó el grueso labio inferior del rizado e introdujo sin preámbulos su ansiosa lengua en la cálida cavidad bucal ajena, degustando del dulce sabor que su novio siempre tenía.

Liam no pudo resistirse al beso, cerró los ojos y envolvió el cuello de su amado con ambos brazos, mientras enredaban y acariciaban sus lenguas. Los húmedos chasquidos que sus bocas generaban al cerrarse y las pesadas respiraciones de ambos hacían que poco a poco el castaño entrara en calor.
Sus prendas pasaron de estar cubriendo sus cuerpos a estar tiradas en el piso en cuestión de segundos, al igual que ellos pasaron de estar de pie a estar acostados sobre la cama; Liam debajo y Zayn sobre él, posicionado entre sus largas piernas.

—Zaynie, no podemos dejar a todos esos chicos solos —intentó por última vez en un momento de lucidez, separando al azabache por los hombros.

—Tranquilo, solo estaremos aquí máximo una hora, ¿sí? —dijo Malik.

—Pero-

—¿Sí? —interrumpió.

Payne suspiró, dándose por vencido.
—Está bien.

Zayn sonrió de lado, totalmente complacido con la sumisión de su hermoso novio.
—Bueno, entonces deja de hablar y preocuparte, solo entrégate a mí y disfrutemos, bebé.

El rizado asintió antes de hacer su cabeza levemente hacia un lado para darle acceso a su cuello al mayor. Malik volvió a sonreír, bajando su rostro hasta ese pálido lugar, justo donde aquella preciada marca café se encontraba para comenzar a succionarla con suma delicadeza.

Apenas hubo dejado esa parte con una rojiza marca, comenzó a bajar dejando un camino de besos húmedos y suaves mordidas por todo el lechoso torso hasta al resorte de los bóxers del menor. Dirigió su dilatada mirada hacia el norte, mirando el sonrojado rostro de su chico y manteniendo el contacto visual, dejó un pequeño beso sobre el ya erecto miembro cubierto por la tela.
—¿Por qué no has usado nada de la lencería que te compré? —cuestionó, dejando otro par de besos a boca abierta en la misma zona.

Liam se relamió los labios antes de poder responderle:
—Porque no podría lavarla sin que mi mamá la viera.

—Pues la tiras y ya —dijo con simpleza, acomodándose sobre su estómago y pasando ambos brazos bajo los muslos de su novio—, te puedo comprar más.

—No, eso sería dinero desperdiciado.

Malik se encogió de hombros.
—Si no me lo gasto en ti, me lo gastaré en droga tarde o temprano.

—Mmm —Definitivamente no quería que su novio hiciera eso—... ¿Qué tal si mejor voy guardando las que use en una bolsa y después las lavo en tu casa?

—Pues como quieras, pero quiero que las uses siempre. ¿En dónde están?

—En una caja amarilla abajo de la cama —respondió.

Mi perdición || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora