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Justo como habían acordado, eran las 12:00 a.m. y ambos estaban puntuales cada uno de un lado de la ventana. Liam la abrió haciendo el mínimo ruido posible y de la misma forma el moreno entró, cerrnadola después.

—Que puntual —dijo Zayn, tomándolo por la cintura.

El rizado sonrió, llevando sus manos a las mejillas de su novio.
—Lo mismo digo —Depositó un pequeño beso en sus labios. Obviamente estaban susurrando para evitar ser escuchados—. ¿Cenaste?

—No, ¿me vas a invitar?

—Sí, si quieres.

—Por supuesto que quiero.

Fueron con las manos entrelazadas hasta la cocina, Zayn se sentó en uno de los altos bancos de la barra y Liam fue hasta el refrigerador para ver qué podía servirle a su chico.
—Hay spaghetti, filete de pescado y consomé —informó Payne—. ¿Qué vas a querer?

—Todo —respondió Malik.

—¿Todo? —cuestionó, fruncir do ligeramente el entrecejo—. ¿Quieres que te sirva de los tres?

—Sí —afirmó.

—De acuerdo —Sacó la comida del electrodoméstico y tres platos de plástico del estante.

—Ponlo todo en un solo plato —indicó el moreno al ver lo que pretendía.

—¿Estás seguro? Personalmente no creo que el spaghetti y el consomé sepan muy bien revueltos.

—Me lo voy a comer yo, no tú.

Liam se encogió de hombros.
—Como quieras. ¿En cuál plato te sirvo?

—En el amarillo —respondió sencillamente, pues ese era el más hondo.

Payne le sirvió un poco de los tres alimentos en el plato elegido y lo llevó al microondas.
—Y ¿qué quieres para beber? Hay agua de fresa o soda de naranja. O si prefieres algo calientito te puedo hacer un té de limón o un café.

—Vaya, que buen servicio —dijo con una divertida sonrisa—. Quiero soda y café.

—¿Seguro?

—¿Vas a cuestionar todo lo que quiera? —cuestionó, enarcando una ceja algo molesto.

—No, lo siento.

En ese momento escucharon como una puerta era abierta y de inmediato el moreno se escondió detrás de la barra.
—¿Liam, eres tú? —habló Karen desde fuera de su habitación en el segundo piso.

—Sí, mami —respondió el nombrado—, es que me dio hambre.

—De acuerdo. Solo no comas mucho o te puede doler el estómago.

—No lo haré.

La rubia asintió y volvió adentro de su dormitorio.

El rizado soltó el aire que estaba reteniendo.
—Casi muero —dijo, mientras llevaba una de sus manos hasta su pecho.

—Siempre tan exagerado —dijo el azabache, mientras se ponía de pie.

—Cállate o no te doy de cenar.

—Uy, perdón —dijo, volviendo a sentarse en el alto banquillo.

El microondas sonó anunciando que la comida ya estaba lista, pero Liam decidió no sacarla aún. En su lugar, tomó la tetera y puso agua a calentar para preparar el café.

—Ya dame la comida —dijo Zayn—, ya está lista, acabo de escucharlo.

—No, espérate a que esté el café para llevarnos todo y que cenes arriba.

Mi perdición || ZiamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora