Problemas

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Menudo día aquel.

Era increíble, cada vez le iban mejor las cosas, rebosaba felicidad. El plan que había trazado hace años se estaba cumpliendo, ser actriz en Estados Unidos y trabajar en una película dirigida por Chris Evans, con él. Ciertamente tenía mucha suerte, de no ser por eso y por haber trabajado un montón no estaría donde esta.

Como toda fan tenía cierta obsesión con él, su amado Christopher Robert Evans Capuano. Pero eso fue hace mucho y a esas alturas la obsesión se había disipado casi por completo dejando sólo una gran admiración hacia su trabajo.

Apenas durmió, se pasó horas sonriendo y mirando al techo pensando una y otra vez en todo lo que estaba pasando, ya tendría tiempo de recuperar el sueño perdido.

Además con tanta emoción los pitidos eran más fuertes y dormir era más difícil, claro que lo peor era despertarse en mitad de la noche por culpa de esa molestia. Pero como llevaba así un tiempo al final dejó de preocuparse.

-Pi pipi pi pi pi pi pipipipipi- se despertó asustada con el ruido, intentó abrir los ojos pero no podía moverse si quiera.

-¿Pero qué me pasa? -pensó asustada- ¡Ahh! - grito en su mente al tiempo que intentaba tomar el control se su cuerpo.

-Pipipipi pipi pi pi pi...

Se despertó al fin, sentía miedo pero como olvidó el sueño no sabía cuál era su temor como para sentirse así. Decidió seguir durmiendo tras tomar una taza de leche calentita para relajarse. Aún tenía cinco horas de sueño y durmió de un tirón, cuando despertó tenía las pilas bien recargadas.

(Suena el móvil) La estaban llamando al móvil, lo que pasaba en contadas ocasiones.

- ¿Diga?

- Buenos días, soy Yves, ¿me recuerdas?

- Hola, sí, ¿qué ocurre? -no parecía buena señal.

-No hace falta que ventas hoy a los estudios, ya hemos escogido a la persona adecuada. Lo sentimos. -cuelga.

Sintió una tremenda presión en el techo, no podía asimilar la noticia.

Decidió ir a los estudios, no podía quedarse en casa, necesitaba seguir intentandolo o por lo menos una explicación así que se arregló y se subió al coche para ir al lugar en cuestión. 

Ya en el coche (hablando sola):

— No puedo creer que después de todos los halagos me hagan esto.

—Di que es muy normal en este negocio, lo puedo asumir pero lo que me fastidia de verdad no es eso... Es lo que dijo ayer el director. ¿Para qué iba a decir que sí si luego es que no? No entiendo nada. Ahora sólo puedo guardar la calma y averiguar que ha pasado de verdad—. Se dijo de camino a los estudios.

Fue directamente a hablar con Yves, quien al verla no mostró ninguna sorpresa, si no más bien estaba sonriendo. A decir verdad era un tipo muy raro así que dudó si debía extrañarse. De todas formas, una voz en su interior la hacía estremecerse, provocaba que su piel se pusiera de gallina. Arrebató la culpabilidad a Yves y la achacó a las propias circunstancias, que bastante eran ya.

—He recibido tu llamada hace un momento— balbuceó a Yves a penas intentando guardar las formas— y creo que alguien me debe una explicación.

—Creo que deberías hablar con el director, él es quien manda en estas cosas y si tienes algún problema consúltalo con él—. Respondió con un tono de extrañeza— Voy a avisarle, espera fuera de su despacho, ya sabes dónde es.

La primera vez que vio a Yves ya sintió malas vibraciones y ahora cada vez le caía peor, la sacaba de quicio sin siquiera conocerle. Era ese tipo de personas a las que con ver una vez, ya sabes que no van a traer nada bueno, tanto si les das la oportunidad de demostrar lo contrario como si no.

Una Vida Soñada. I © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora