Increíble pero cierto.

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Beatriz abrió los ojos.

— Oh dios mio, Chris, esto es precioso, dónde estamos.

— Es mi refugio, cuando estoy muy mal, o cuando estoy muy bien siempre vengo aquí, y de noche es aún más espectacular.

Se encontraban en lo alto de una montaña que a sus pies tenía un pequeño lago y al otro lado se divisaba la ciudad de Boston y el mar.

— Así estaremos fuera del alcance de los paparazzis.

— Chris, esto es increíble.

> Muy romántico —pensó.

— Ven, vamos a sentarnos.

— ¿Cómo es que hay un banco?

—Venía tanto que decidí traer un banco, me pareció más cómodo. Pero no vamos a sentarnos en el banco —Beatriz miró a Chris con curiosidad— sólo vamos a dejar la comida ahí.

— Sistema antihormigas, buena idea —los dos se rieron.

— Nosotros nos vamos a sentar en el suelo, no te preocupes que he traído una manta.

— No se cómo lo hago pero al final siempre como sentada en el suelo —dijo Beatriz, Chris la miró preocupado— supongo que es porque es lo más cómodo, es lo que hago en casa —dijo con una sonrisa.

Beatriz espero sentada en el banco a que Chris llevara la comida y la manta. Cuando él volvió con todo, dejó la cesta con la comida en el banco y Beatriz le ayudó a extender la manta.

Se sentaron y comenzaron a comer.

— Hacía años que no comía nachos con queso, tenía gran antojo de comerlos —dijo Beatriz con algo entusiasmo.

— Para que veas —contestó Chris guiñando un ojo y Beatriz le sonrió.

— No te acostumbres a darme de comer...

— ¿Por?

— Porque podría arruinarte... Jajajaja, soy insaciable —susurró

— No te creo, si tanto comes no se dónde te lo guardas.

— Pues te lo demostraré algún día. Lo que pasa es que no hay muchas comidas que me gusten tanto como para querer llenarme.

— Si me ganas, te creeré.

— De todas formas prefiero no llenarme, que luego todo va al pompis.

— Entonces no me importa que me arruines

Beatriz se rió con ese comentario.

Cuando acabaron de comer guardaron los restos en la cesta y se tumbaron juntos. Fue en ese instante cuando Beatriz notó cómo latía su corazón

> ¿Desde cuándo tengo el pulso tan acelerado?

Chris estaba tumbado boca arriba cοn la cabeza apoyada en los brazos y Beatriz estaba a su lado tumbada poca abajo apoyándose en los codos.

— Propongo un juego —dijo Chris— consiste en hacernos preguntas para conocernos mejor. Empiezas tú.

— Em vale, deja que piense... Ya lo tengo, atento —Chris la miró fijamente— ¿Cómo te llamarias si hubieses sido una chica?

— Creo que nunca me lo habían preguntado, pues nunca lo he pensado, así que dame un momento.

— Claro.

— Creo que me llamaría Christina.

— Esa es una respuesta muy pobre, Chris —bromeó Beatriz— ahora tú, pregunta lo que quieras.

— ¿Cuál es tu color favorito?

— Es más fácil responder lo contrario —Beatriz vio la cara de Chris y explicó— quiero decir que no tengo un color favorito pero si uno que odio, el naranja —puso cara de asco.

— Eso no es una respuesta —inquirió Chris

— Entonces diré el blanco, nadie dice el blanco y a mi me gusta, además contiene todos los colores.

— Ahora sí, así que el blanco pues el mío es el negro —dijo Chris con tono insinuante— una sabes que los polos opuestos se atraen —levanto una deja.

Beatriz no pudo contener la risa ante tal comentario.

Cuando se calmó respondió a Chris con el mismο gesto de levantar la deja al ver que estaba mirándola con atención.

— Creo que me toca a mi.

— Espera, espera yo te dije también mi color favorito, así que es mi turno.

— Eso no se vale tramposo.

— ¿Te gusto?

Beatriz empalideció

> ¿Tanto se nota? ¿Por qué me lo pregunta? Estamos aquí por algo, no se por qué me sorprendo.

— Porque tu a mi me gustas mucho, Beatriz

> Ya se lo he dicho, por fin.

Beatriz se quedó sin habla.

> ¡¿Que?! Está pasando de verdad, ¿yo le gusto a Chris Evans? Debo estar soñando. ¿De verdad le gusto? Oh dios mio que fuerte.

Por alguna razón no acababa de creer lo que acababa de oir. Por supuesto que le gustaba, estaba allí precisamente por ello, era uno de sus ídolos.

Entonces Chris se movió hacia Beatriz, de forma que la tumbó boca arriba, mirándola a los ojos.

Beatriz se perdió un instante en esos ojos azules tan bonitos de Chris, con lo que no se percató de que ahora estaba tumbada boca arriba. Y al momento volvió en sí.

— Me gustas mucho, Chris.

El pulso de ambos estaba acelerado, iba a pasar y lo sabían, aunque ninguno de los dos podía creerlo.

Chris se acercó lentamente a Beatriz, ya podían sentir el aliento del otro, sus ojos se cerraron y...

Una Vida Soñada. I © (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora