eins.

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Sus pasos se escuchaban resonar en ese frío pasillo, el piso de madera recién encerado parecia reflejar su tristeza al caminar.
Detrás de él iban aquellos dos guardias quienes le explicaban las reglas de la que sería su convivencia con las personas que nunca en su vida se imagino tener que relacionarse.

¿Qué hacía allí? El no pertenece ahí, él  es inocente. Su alma es pura e inocente.

Tenía miedo.

[...]

—No quiero volver a verte en mi camino o conoceras las verdaderas consecuencias  de toparte con el rey. ¡¿Entendido?! — La voz del rizado se logro escuchar en el salón  comedor, dejando a todos  perplejos y en silencio.

El prisionero del bloque C iba tan distraido que chocó con él, dejando restos de su comida en el cabello de Marcos. Todos miraban con expectación cuál sería la reacción  del joven, nadie quería verlo enojado. Ya había pasado anteriormente y aún recordaban ver los dedos de Javier vendados y su cara con los dolerosos cardenales.

—¿Eres sordo o qué? Quítate — El suspiro  de alivio pasó desapervibido por el rizado luego de empujar su hombro  para seguir su camino. Hoy estaba de buen humor y no le apetecía golpear a nadie.

[...]

Al llegar al pasillo de la sección C, varios gritos se escuchaban
"preciosura", "uh, Marcos tiene un nuevo juguete" "nenita"
Asco. Eso sentía al escuchar a esos hombres gritarle cosas obscenas cada que pasaba por sus celdas.

—Aquí es, disfruta tu estadía  en el palacio de los arrepentidos — el guardia lo empujó, adentrandolo a la celda fría que sólo  tenía dos camas, un espejo con un lavabo debajo y un inodoro. sólo eso. Una de las camas estaba destendida, supuso que era de su compañero de celda.
Escuchó como la celda se cerraba y los pasos del guardia se escuchaban por fuera de ésta. 

—¡Marcos! Te dejamos una sorpresa en tu celda, te trajimos  el juguete que pediste, trata de no romperlo este vez — Escucho quel guardia decía entre risas.

Es extraño caminar y sentir el mundo a tus pies,  el ver cómo los prisioneros de esa carcel sienten temor por ti, que te respeten  incluso más que a las autoridades.  Es extraño caminar con aires de superioridad y sin mover un dedo poder conseguír todo lo que quieras.

El joven de rizos iba de camino a su celda para recostarse; hoy no estaba de ánimos para salir. En el pasillo escuchaba gritos y silvidos, aunque cuando él pasaba por alli, todos se callaban, temiendo su reacción.

Al llegar, un guardia anunció que había algo o alguien en su celda, con paso decidido se acercó.

Un hombre, o mejor dicho, un niño, flacucho y atemorizado se encontraba a los pies de su cama, observando su celda con curiosidad.

Decidió acercarme a él sin hacer ruido, se ubicó detras de él y susurró en su oido

—Hola muñeco — el rizado sintió como sus músculos se tensionaron al mismo tiempo que el pequeño se alejo de él.

—¿Quién eres tú?—. Preguntó.

Un pequeño temblequeo en sus manos era notorio, aunque intenta parecer tranquilo

—¿No sabes quién soy? ¿Acaso no te hablaron del rey de este lugar?

—Creía que México estaba en democracia hace tiempo— rió sin gracia y volvió a acercarse a él.

—No te pases de listo o te ira muy mal aquí niño.

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mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora