neunzehn.

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Joaquín

Las cosas iban de maravilla. La relación con Marcos... Emilio,  seguía igual
Ya han pasado cuatro días desde aquella noche donde nos dimos nuestro primer beso.
Él no había cambiado. Al menos no conmigo. Me seguía tratando igual, al igual que yo a él.

Claramente uera de la celda nos evitamos.

Decidí hacerlo porque no quiero meterlo en problemas, ni que se sienta obligado a hacer algo, como ya ha pasado.

Decidí darle su tiempo para aclarar las cosas.

Conmigo, pero sobre todo con él.

No me podía sentir mejor.

Las clases de costura iban a la perfección. He bordado algunos de mis uniformes y creé un top que aún no me atrevo a usar. No aquí.

Pensaba que nada podía ir mal; hasta que llegó el día.

La mañana inició bien, desperté y al voltearse vi a Emilio  durmiendo plácidamente en su cama.

Hoy dormimos separados, sin ninguna razón aparente.

Lo vi despertar, giro su cuerpo, quedando  así frente a mis ojos y una pequeña sonrisa apareció en su rostro cuando me vio.

-Buenos días, pequeño.

-Buen dia, Emilio

-¿Sabes?- aclaró su garganta- aún no me acostumbro a que me digas por mi nombre. Nadie lo hace. Hace  años estoy en esta prisión y siempre me han llamado por mi apellido, salvo Diego. Creo que es el único que sabe mi nombre.

-¿Él cómo lo supo?

-conozo a Diego hace años. Antes de entrar a prisión era mi amigo, lo considero como mi hermano. Él conoce todo de mi.

-comienzo a sentir celos.- rei.

-Tú eres quién conoce mi nombre, además de Diego. No deberías sentir celos porque también confío en ti.

-Lo sé, gracias.

-a ti.- ambos guardamos silencio, sólo observándonos.

-¿quieres contarme sobre  Diego?

-¿Qué quieres saber?- respondió  sorprendiendome. No esperaba que quisiera hablar sobre él

-¿Cómo lo conociste?

-es hijo de un colega de mi padre. Recuerdo que cuando tenía cinco, acompañe a mi padre a su trabajo y ahí lo vi, él también había acompañado a su padre y nos dejaron a ambos en un salón.
Estábamos aburridos y recuerdo que Diego se enfadó conmigo porque según  él, mis rizos se veían mejor que los suyos y yo no hacía nada para ello, "se veían increíbles sin haberme esforzado"-rió imitando a su amigo, haciendo comillas con los dedos-. Desde ese día supe que ese niño estaba mal de la cabeza. Aún así se convirtió en L persona más importante para mi.

-eran muy pequeños.

-si, ambos éramos pequeños y sólo acompañabamos a nuestros padres para escaparnos a jugar. Incluso después de insistir demasiado, logramos que nos pongan en el mismo colegio y nunca nos separamos.
Él está aquí por mi. Solo por mi.

mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora