elf

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Narrador omnisciente

-Oye.- El rizado pronuncio una vez que Joaquín ya se encontraba mejor

-Dime.

-Cuentame de tu vida fuera de este lugar, cuéntame de ti.

-¿Alguna vez me dejaras conocer sobre tí?- Joaquín le respondió, alejándose de su cuello para ver sus ojos.

Ambos jóvenes se quedaron viendo por varios minutos, lo que para ellos fueron solo segundos.
En sus ojos se podían notar varias cosas diferentes al mismo tiempo. Cansancio, tristeza, duda, confusión; pero sobre todo, confianza. Podía distinguirse sobre todas las cosas la confianza que se tenían el uno por el otro, incluso sin conocerse en lo más mínimo.
La confianza que tenía Joaquín al abrir su corazón contarle sobre su vida; la confianza que sentía Emilio al considerar contarle a su compañero de celda una pequeña parte de él.

Ambos pudieron notar el hecho de que encontrarse así en esa posición, ambos se demostraban la confianza.
Estar abrazados en la cama del menor parece ser algo sin importancia, pero claramente no lo es para ninguno de los dos.

-Joaquin, no mentí al decirte que dejaría que sepas sobre mi. Pero pasito a pasito, dame tiempo y podré hacerlo. Debes entender que es difícil confiar en alguien en este lugar.
No te conozco, pero confío en ti.- la sonrisa del menor apareció en su rostro.- 'pero no en mi'.-pensó el rizado.

-Esperaré lo que sea necesario. Tomate tu tiempoy gracias por confiar en mi. Yo también lo hago.- el rizado le dedico una sonrisa como respuesta.- ¿Qué quieres que te cuente?

-Lo que te haga olvidarte que estás aquí. Aquello que te espera fuera

-Mi mamá, mi hermana, mi abuela y mis mascotas me esperan en casa.
Mi hogar, mis cosas, todo lo que me hace ser quien soy

- cuéntame sobre ellas.

- recuerdo cuando era pequeño odiaba despertar temprano, recuerdo levantarme con mala cara. Pero nunca me duraba más de dos minutos. los desayunos con mi familia era de lo más increíble. Mi mamá siempre me preparaba cereal con leche y fruta. Mi abuela se preocupaba por mi, por mi día. Siempre me preguntaba cómo me sentía y me deseaba un buen día.
Las pequeñas peleas que tenía con mi hermana eran divertidas. Siempre terminábamos riéndonos a carcajadas por nuestras ocurrencias, todos menos mi madre quien nos regañaba por eso.
Parece ser una familia irreal como aparecen en los libros de novelas románticas que suelo leer, pero no es así. Obvio tenemos nuestras diferencias. Podemos pelear, llorar, enojarnos pero al final del día siempre las volvería a elegir como mi familia. Ellas son mi vida.- La sonrisa de Emilio iba creciendo al escuchar las palabras de Joaquín, aunque en sus ojos se reflejaba la tristeza y la añoranza que sentía en ese momento al escucharlo hablar así de su familia.

-eso es muy lindo, Joaco. Me alegra que tengas personas buenas que te quieran

-Las amo con mi vida. No puedo vivir sin ellas, siempre estuvieron para mi, me apoyaron cuando nadie más lo hizo.
No las cambiaría por nada.

-no las he visto. ¿Por qué no te visitan?

-el juez lo ha prohibido, no puedo tener visitas. Sólo puede venir mi abogado.- el mayor sólo respondió con un asentimiento de cabeza.

-¿Cuáles son las cosas materiales que te definen? ¿Qué te hace bien?

-en mi cuarto tengo un pequeño vestidor. Siempre ame probarme ropa frente al espejo que ocupa gran parte de la pared. Parece ridículo, pero puedo estar horas allí.
Cuando era niño solía hacerlo pero no tenía la seguridad suficiente para demostrarlo. Mi mamá ayudó a que me sienta seguro utilizando aquello que me haga sentir cómodo y así lo hice. Mi pequeño vestidor es mi lugar en la casa.
También el jardín, suelo recostarse en el césped a mirar las nubes o las estrellas.
En los días lindos de verano, cuando no hace mucho calor con mi hermana nos sentamos a cantar canciones. Tengo una guitarra antigua que le pertenecía a mi abuela. Aprendi a tocar y siempre lo hago con ellas. En ocaciones mi abuela y mi madre nos acompaña. Esas tardes son las mejores.
Las extraño.- al final una mueca triste apareció en su rosrro

-¿Sabes cantar?- preguntó el rizado

-Me gusta hacerlo, supongo que si amamos lo que hacemos, nos va a salir bien.
Amo la música, me inspira, logra que vuele. Puedo estar en cualquier situación, puedo sentirme mal pero me basta con eschar la música que me inspira para poder despegar los pies de la tierra, puedo sentirme en paz.
La música es parte de mi.

-buen punto, crei que cada persona puede tener su escape de la realidad con diferentes cosas. En tu caso es la música. Me agrada

-Lo es

-Espero algún día escucharte cantar

-lo tendré en cuenta. ¿Cual es tu escape?

-tengo un gato.- dijo Marcos luego de unos minutos en silencio, pensando

- ¿Cuál es su nombre?

-Tomas. Es un gato pequeño, su pelaje es suave y oscuro. El mundo puede estar cayendo a pedazos pero Tomas siempre estará tranquilo, en su cojín, me basta con acercarme a él y acariciarlo para sentie la tranquilidad que él siente.
Es un gato inteligente. Solo duerme, come, recibe caricias y have sus necesidades.

-¿Hace cuánto lo tienes?

-mi vecina me lo regaló por mi cumpleaños cuando tenía diez años, hace ya once años

-debió ser el mejor regalo en su momento

-de hecho es el único que me han dado en mi vida

- ¿El único?

-Bueno, ya no es el único, tu me has dado el segundo.- la sonrisa estaba presente en su rostro pero no en sus ojos.

-Tal vez no sea el último

-tal vez...

El silencio se hizo presente en la habitación, ambos sintiendo el vacío en su corazón.
Joaquín notó la actitud de Emilio y lo abrazó más fuerte, cerrando los ojos.

El rizado se acomodó en el colchón estando completamente acostado. Joaquín lo abraza por la cadera, apoyando su cabeza en el pecho de su compañero mientras él juega con su cabello. Sus piernas se encontraban cruzadas y sus ojos cerrados.
El sueño se iba apoderando del cuerpo del menor al estar en esa posición.

-Marcos...

-Dime.

-¿Qué te hace sentir bien?

-Tú.


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All the love, XX.

mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora