vierundzwanzig.

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Joaquín no volvía. Pasaron dos horas desde que Emilio se encontraba en la celda y Joaquin no volvía.

-Oye, Emilio.- hablo Diego mientras entraba a la celda sin tocar.

-mande.- respondió mientras detenía su paso, ya que se encontraba caminando en circulos por la habitación.

-¿Que te pasa? ¿Por qué tan nervioso?

-Por Joaquín.

-Justamente por eso venía.

-Hable con mi padre. Fue Joaquín.

-¿Fue Joaquin con que o que?

-Joaquin le dijo a lo guardias que estuvo contigo el día del asesinato.

-¿¡Qué!? Diego te he dicho que no le digas a Joaquín.

-Yo no le he dicho. No he hablado con el sobre eso.

-¿Cómo es que supo, entonces?

-No se, Marcos. Pero lo supo, habló y ahora estás libre.

-Ahora estoy libre pero él no vuelve hace horas a la habitación, pendejo.

-seguramente está por ahi.

-seguramente se lo llevaron los guardias por haberme defendido. Diego, tú sabes que me odia.

-Si, lo sé Marquitos. Pero Joaquin  es inteligente. No lo subestimes.

-No lo hago. Pero me preocupa. Diego se fue sin avisar y aún no vuelve. Es tardisimo.

-¿No estará en la celda de su amigo el niño raro?

-¿Nikolas? No lo sé. ¿Puedes ir?

-claro.

Luego se unos minutos de haber salido de la habitación, Diego volvió a entrar confundido

-No sabe dónde está.

-¡Maldición!

-pero me ha dicho que ha visto  a Joaquín  hace un par de horas. Él le dijo que iría bailar. Después de eso no lo ha visto

Una pequeña luz se encendió en Emilio. Recordó su lugar y se preguntó cómo no se le ocurrió ir allí en primer lugar.

Comenzó a caminar hacia la salida, pasando por un lado de Diego.

-¿A dónde vas?

-A buscar a Joaco.

-¿Sabes dónde es?

-Creo que si. Ahí iré. Gracias por ayudarme.

El camino hacia el pequeño cuarto era interminable. A Emilio le dolían muchisimo las piernas y le temblaban las rodillas. Se obligó a sí mismo a caminar lo más rápido que pudo, sin embargo el camino era largo.

Luego de unos interminables minutos, llegó al cuarto.

Abrió la puerta lentamente, notando que la luz se encontraba encendida. En el centro del cuarto se podía ver a Joaquín recostado con sus brazos estirados, tenía los ojos cerrados.

Emilio al verlo allí suspiró y se adentró al lugar, cerrando la puerta a su paso.

Música se escuchaba en el lugar era reproducida en el celular que Emilio  le había entregado a Joaquin  cuando estuvo en aislamiento.

Se acercó al menor y pudo notar que estaba dormido. Se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello, despertandolo

-¿Emilio?

mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora