sechs

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Luego algunos minutos en soledad en mi pequeña celda, la medicina logró que me sienta mejor y luego de haber estado recostado mirando el techo del cuarto sin nada para hacer, decidí salir en busca de Niko para ir al taller de costura.

Caminando por el pasillo del bloque C que se dirige hacia el comedor pude escuchar gritos. Mientras más cerca estaba, más se escuchaban. Una vez allí, pude ver un grupo de prisioneros juntos, todos se encontrabam rodeando a quien parecen estar peleando. Al escuchar un grito de mi compañero se cuarto, decido acercarme, pasando entre las personas para ver lo que sucedía.

Niko se encontraba tumbado en el suelo, tapándose su cara intentanto parar el sangrado de su labio y nariz. Marcos se encontraba en el regazo de un tipo que lo doblaba en tamaño y que se encontraba en el piso, con el rostro lleno de sangre, al igual que las manos de Marcos.

—¡No quiero que esto se vuelva a repetir, ¿Entendiste?! —Mi compañero le gritaba mientras lo golpeaba.

—Oye, ¿Qué te pasa imbecil? —le grité a Marcos mientras me acercaba a mi amigo para ayudarlo. Marcos me ignoró y siguió golpeando al prisionero que se encontraba en el piso. Me acerqué al rizado y lo tomé por el hombro, tirando de él, tratando de separarlo.

—¿Quien te crees que eres? ¿Por qué los golpeaste así, animal?

—Joaco, no —escucho que Niko me dice.

—Dejame —le respondí a mi amigo, viendo cómo Marcos se levantaba del torso del prisionero, parándose frente a mi.

—¿Qué? —me pregunto levantando una de sus cejas.

—No puedes estar enojado con tu vida de mierda y desquitarte con cualquiera que se te cruce en el camino, imbécil —un silencio de hizo presente en el comedor. Lo único que se lograba escuchar era la risa de Marcos.

—¡Oigan! —vociferó al aire, esperando que todos pudieran escucharlo—. Sobre lo que acabo de decir, que se aplique con todos en esta prisión, con absolutamente todos... menos con éste. Con él hagan lo que quiera, para que aprenda —dijo señalandome.
—¿Q-qué?

—Muñeco, para la próxima, no te metas y escucha todo antes de sacar conclusiones y dartelas por héroe —surró en mi oído y me empujó para luego encaminarse hacia la salida.
Me acerqué a Niko nuevamente para ayudarlo a levantarse

—Joaco, sabes que te tengo aprecio, pero eres un estúpido —me dijo Niko mientras rechazaba mi ayuda y se ponía de pie.

—¿Tú también me vas a hablar así?

—Es lo que es, amigo.

—No pueden dejar que él haga lo que quiera con todos.

—Es que no fue asi, Joaquin.

—Ya, no me importa, nos vemos luego.

—Espera ¡Joaquín! —seguí mi camino sin prestarle atención.

Iba en camino hacia el pequeño cuarto donde se daba la clase de costura y varios prisioneros me empujaron haciéndome caer tres veces. Apresuré mi paso hasta llegar. Me ubiqué en el asiento que se encontraba frente a una máquina de coser y escuche nuevos pasos adentrándose en la habitación.

—Joaquin —pronunció Nikolás una vez ubicado a mi lado.

—Nikolás.

—Oye, sé que intentaba defenderme. Pero las cosas no fueron como piensas.

—Uo sé lo que vi.

—No, no lo sabes. Marcos me estaba defendiendo. A mi y a muchos de la prisión.

—¿Cómo dices? —pregunté sin entender.

—El hombre al que estaba golpeando Marcos es quién me golpeó a mi, por ser débil. Me golpeó llamándome maricón; dijo que por ser gay me merecía esos golpes, por eso Marcos se metió. Lo separo de mi y le dijo que no le importaban los asuntos de los demás, pero también dijo que no iba a permitir que alguien se pase de listo con otra persona sólo por ser débil o en todo caso gay. Solo estaba defendiendome, defendiendote y tú sólo lo insultaste.

—La cagué.

—Créeme que sí. Ahora tienes que tener cuidado, con lo que dijo en el comedor, muchos no dudarán en hacerte daño pronuncio palpandome el hombro.

—Atención, he hablado con el encargado de la prisión y nos dio autorización para hacerle diseños pequeños a los uniformes. Esta vez no utilizaremos las máquinas, bordaremos a mano. Eso sí, antes de hacerlo, deben consultarme antes para no hacer nada fuera de lugar—. Conforme iba escuchando, una sonrisa se asomaba en mi rostro. Ya sabía qué hacer.

Tomé una de las chaquetas color caqui que se encontrában sobre la mesa, busque una del tamaño adecuado y decidí bordar una de sus mangas.

[...]

Salí contento del taller de costura con el nuevo uniforme en mis manos, iba de camino a mi celda, n le tome importancia a los gritos en forma de burlas que escuchaba en el camino, me encontraba demasiado feliz ya que el diseño que había logrado hacer me gustaba much; es un gran logro.

A poca distancia de la puerta de mi celda siento cómo alguien me tapa la boca y me agarra de la cintura, atrayendome a su cuerpo. Creí que era Niko tratando de hacerme una broma, pero no fue así. Quise separarme de ese hombre que me apretaba con fuerza contra su cuerpo, pero no pude hacerlo. Me cargó con ambos brazos llevándome con él a su celda.

—Dejame —pronuncié cuando separó su mano de mi boca luego de que lo haya mordido.

—Quieta princesa.

—¿Qué hace? Déjeme —intente darle un golpe en su brazo para que me suelte, pero solo apretó más su agarre.

—Que hermoso eres mi niño —. Con su mano libre comenzó a acariciar mi cabello y acerco su rostro a mi cuello, inhalando —Que rico hueles.

—Por favor, déjame —seguia moviendo, intentando alejarlo de mi cuerpo, pero era imposible.

—Me gusta que me supliquen, te ves más lindo así.

—Quítate, déjame. Por favor —al sentir su lengua sobre mi cuello me moví con más desesperación, sientiendo mucho miedo. Con mi pie pude patear su rodilla, aflojó su agarre sobre mi y me pude soltar. Intenté correr hacia la puerta pero me tomo del cabello impidiendo mi paso.

—No te quieras pasar de listo —me empujo golpeando mi espalda y mi cabeza contra la pared. Me acorraló y volvió a ubicar su cabeza entre mi cuello y mi clavícula. Me mordió y mis lágrimas se asomaron sobre mis ojos a punto de caer por el dolor que sentía. Sus manos se encontraban sobre mis muslos y mi espalda, me aprisionaba con su cuerpo contra la pared.

—Dejame por favor, déjame ir.

—Vas a ser mio finalmente —cuando intentó meter sus manos por debajo del pantalón de mi uniforme golpee su nariz con mi cabeza, sin esperar un golpe de puño cerrado a cambio. Comenzó a golpear mi rostro con fuerza, sentía mi cabeza dando golpes en la pared una y otra vez. Comencé a marearme y mis piernas se debilitaron haciéndome caer.

—Déjame —grité.

—Callate o te ira peor.

—¡Por favor!, ¡Marcos! —grité con todas mis fuerzas esperando ser oído—. ¡MARCOS POR FAVOR AYUDAME!

—¡QUE TE CALLES! Él no va a venir por ti, no le importas. Sólo eres un juguete defectuoso para él. Deja que otros te disfruten —comenzó a golpearme ferozmente en mi rostro y cuerpo, una y otra vez. El dolor era profundo, sentía ada golpe como si de una puñalada se sintiera. Note cómo comenzó a quitarme mi uniforme, rompiendolo.

—Marcos —susurré débilmente antes de ver todo negro.


——————

Wattpad me elimino la historia y solo me deja publicarla por partes. es por eso que se estan volviendo a publicar los capitulos. Disculpen

mi pequeño prisionero  | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora