31. "Destruir-la"

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El hombre de camiseta blanca se acomoda los anteojos que se deslizaba por su tabique, amenazando a caerse. Nervioso movía su pie de arriba hacía abajo, sentado en una silla de tantas en el gran salón. Su mirada perdida y el sudor en su frente denotaba el miedo que sentía en esos momentos, aquel miedo que no mostraba a toda la gente que lo seguía o rodeaba.

Hoy era el día tan ansiado, el día que todos estaban esperando, el día donde destruirán a la máquina de sus miedos.

Y eso lo traía loco.

¿Qué pasará si algo malo sucede?

¿Morirá?

Niega con su cabeza, tratando de ahuyentar los pensamientos negativos de su mente. Es un líder. Debería cambiar su actitud ya, antes de que la sala se llene.

Así fue, que con un suspiro y el guardar de sus anteojos, eliminó al hombre asustado, dando pasó a Donner, la mente del plan.

Acomodando su cabello negro alborotado suelta una pequeña risa sarcástica, caminando hacía el escenario con pasos firmes para tener una amplia vista del lugar solitario.

Mientras tanto, su hijo, Mike Donner, se situaba al lado de su padre con algo de incomodidad en su rostro, tal vez porque el hombre no mostraba ningún afecto hacía el chico.

-Faltan unos minutos para que mis clases empiecen-le menciona con su mirada situada en sus zapatillas-solo quería venir aquí y desearte suerte, sé que destruirás a la máquina...ten cuidado, ¿sí?, no quiero perder a alguien más-esta vez mira a su padre quien solo seguía perdido en sus pensamientos.

El chico rueda los ojos y se marcha de allí. Por más que intente acercarse a él, siempre lo aleja con el silencio de sus sentimientos. A veces se preguntaba si realmente era un humano.

Al menos sobrevivía con el cariño de sus tres mejores amigos, ya que el de su madre había muerto años atrás.

. . .

Noah no dejaba de enseñar sus dotes de baile que hace poco había descubierto, a las hermanas Powell quienes caminaban en dirección a su centro de estudios. Y no olvidemos a Zoey, la rubia que ya estaba cansada de los movimientos de su hermano a un lado de ella.

Han pasado tres meses desde que el secreto de Camila había sido descubierto y a decir verdad, las cosas no cambiarón mucho.

Camila seguía siendo Camila.

-¿Puedes bailar mejor que yo, Mila?-pregunta altanero, abrazando a su hermana por los hombros.

-Tal vez-ladea su cabeza, mirando a April poco después-Sofía puede programarme algunos pasos de baile.

-¡Eso es trampa!-exclama él, acompañado por la risa de la rubia a su lado.

-Esa es la suerte de ser Camila-bromea un poco Zoey, sonriendo al sentir el vibrar de su celular en el bolsillo de su pantalón, sabiendo que era Emma diciéndole "buenos días".

Estaban tan tranquilos, como cada día. Ninguno de ellos eran conscientes de lo que pasaría en unas horas o quizás minutos.

. . .

-¿Lista?-se logra escuchar a través del aparato en su oreja que lograba camuflarse en los mechones de cabello teñidos de púrpura que caían por aquella zona.

-Ahm, sí-responde nerviosa, mirando los rostros que pasaban por ahí, tratando de hallarlos.

-Estamos cerca de ti, solo tienes que dirigirte a la máquina y nosotros hacemos el trabajo ¿bien?

-Sí-suspira tratando de calmarse.

-¡Maya!

Escucha su nombre y rápidamente va hacía la voz conocida. Sonríe de lado, un poco incómoda por la situación, y abraza a su mejor amiga Zoey, quien es acompañada por dos personas más.

-¿Y Lauren?-esta vez fue Camila la que habló, llamando la atención de todos. Maya muerde su labio inferior y nuevamente los busca, quería asegurarse de que ellos estuvieran ahí.

-No busques, vas a levantar sospechas, sigue el plan, Maya-ordena con voz dura y la chica obedece nerviosa.

-No lo sé, no la he visto-responde ella rascando su nuca. Acercándose más a la castaña para darles la identidad del objetivo.

-La tenemos.

La prototipo, al escucharla, simplemente desciende las comisuras de sus labios y sin muchas ganas, camina en dirección al edificio, específicamente al salón de música, suponiendo que allí estaría la ojiverde. Preocupación, así le dijo Sofía al sentimiento que ahora padecía y que últimamente se estaba haciendo común, pues Lauren ha estado teniendo más heridas de lo normal, y justo ayer sus mensajes no eran respondidos, aumentando el sentimiento en su interior.

-¿A dónde va?-pregunta la ojiazul al lado de los hermanos Johnson.

-A buscarla-fue Noah quien tomó la palabra con un suspiro-¿no es increíble que tengamos a una amiga como Camila? Me ha ayudado un montón con algunas situaciones y es muy honesta, añadiendo que es...una androide-susurra al final para ser escuchado solo por las dos.

-Lo es-esa fue Zoey sin dejar de ver el camino que tomó la prototipo anteriormente-espero que nadie la haga daño.

Maya traga saliva y se mueve inquieta, la culpa atacando su cuerpo rápidamente.

-En algún momento lo harán-la de cabello púrpura dijo, llamando la atención de los dos-el miedo nos consume y haremos lo necesario para saciarlo-se encoge de hombros, no queriendo verlos a los ojos-la supervivencia nos hace humanos, chicos...y ya saben lo que dicen de las cosas como Camila.

-Pero nos tiene a nosotros-esta vez la ojiazul levanta su mirada y se encuentra con sus sonrisas-haremos todo lo posible para cambiar la perspectiva de aquellas personas porque ella no es capaz de matar ni a un insecto...literalmente.

Los tres ríen por lo último dicho.

Y así siguen sus caminos. Maya por su parte, sintiéndose fatal por lo que había hecho.

. . .

Camila caminaba rápidamente por los pasadizos, evitando cada contacto de adolescentes para que no intervengan en su camino. Quería verla, escucharla, besarla, saber que está bien y segura.

Su sistema trabajaba para idear algo, algo que pueda responder sus tantas preguntas que se hacía por aquella ojiverde, comenzando por el dueño de esas heridas.

Su cuerpo respondía por si solo al pensar en ello. Después de tanto tiempo entre los humanos sabía que ellos podían ser tan crueles así como podían ser tan buenos.

Y eso es lo único que no le agrada a Camila.

La crueldad.

Sus pies se detienen justo en la puerta donde se escribía «Música» al escuchar una bella melodía, causando una pequeña sonrisa en su rostro, porque sabía que era Lauren quien estaba detrás del material de madera.

Pero justo antes de tocar la puerta escucha el sonido familiar que hace unos meses le había ocasionado un problema. Frunciendo el ceño se aleja de allí, volteando su mirada hacía atrás, donde se supone que estaría el origen de aquello. Claro, el sonido ya no la afectaba ahora, pues Sofía le había introducido un mecanismo de defensa para eso.

Entonces, en esos momentos de confusión, fue que sintió un pinchazo en su cabeza, dejándola sin visión e inmovilizandola.

Lo único que escuchó antes de ser apagada fue el final de la melodía triste en el piano.

Camila//CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora