Camila//Camren

39. "Verdad"

-¿Qué haces vestida así?-pregunta Marcus mientras su mirada confusa recorría el cuerpo de Lauren, hasta llegar a esos ojos verdes que la atraparon desde un inicio-¿Me perdí de algo?-le muestra una ladina sonrisa.

La pelinegra traga en seco sin soltar ni una palabra. Se suponía que no habría visitas para este sábado, por eso tan segura aceptó la cena familiar que pronto comenzaría.

El hombre sube una de sus cejas y, con las manos en sus bolsillos del pantalón, se acerca a pasos lentos hacia la chica, la cual retrocedía con cada pisada mientras su pecho subía y bajaba rápidamente.

Estaba asustada.

Asustada no por los golpes que muy pronto iba a recibir. Asustada que sepan de Camila y hagan cosas inhumanas como lo hicieron con ella.

-¡Contéstame, Lauren!-Marcus perdía la paciencia mientras la agarraba del cabello-¡¿Ibas a encontrarte con alguien?!

La ojiverde alza sus cejas sorprendida, dejando el dolor a un lado. Estaba tan perdida en sus pensamientos que no prestaba atención a lo que anteriormente había dicho él.

-N-no, Marcus-negaba con la cabeza-me visto así siempre, eso es todo.

El susodicho la mira por unos segundos para acto siguiente reírse a carcajadas, soltando el cabello negro para abrazarla después.

Lauren se dejó, con una mueca de asco adornando su rostro.

-Casi me olvido lo bromista que eras cuando niña-se aleja un poco para dar pequeñas palmaditas en la mejilla derecha de la chica-pero ya está, me hiciste reír, Laurencita-él sonríe cínicamente hacia ella-ahora contéstame la pregunta, con la verdad.

La pelinegra lo fulmina con su mirada verde, dándole todo el odio que había acumulado hace mucho tiempo.

La misma mirada fría que les daba a cada persona que se metía con ella en la preparatoria.

Mientras apretaba sus puños para que sus actos no la perjudiquen y mucho menos a Camila.

-No-dijo entre dientes.

Marcus lo siente, aquel desprecio, aquel odio. Pero esta vez diferente, esta vez más fuerte.

Eso se debía a...

-¿Con quién te ibas a encontrar, Lauren?-se acerca más sin ninguna sonrisa en su rostro, porque aquella situación ya no era ningún juego para él-¡Responde!

-No-suelta con más seguridad.

Él deja escapar un suspiro y levanta su mano para acariciar la mejilla pálida con suavidad.

-Responde.

-No.

Y esa fue la última gota. Philips aleja su mano decorada con anillos costosos en sus dedos y luego azota con fuerza la piel antes acariciada, causando el voltear del rostro de la pelinegra. Tanto fue el impacto de su mano que quedó marcada al igual que el metal en ellos, dejando un rastro de sangre allí.

-Tarde o temprano lo vamos a descubrir para quitarlo de nuestro camino-dice con simpleza mientras se acomodaba el cabello y su camisa-ahora mi prioridad es otra, llevarte al trabajo.

Y sin decir o esperar una palabra más, agarra con fuerza el brazo de la chica para tratar de encaminarla al auto que esperaba fuera de la casa. Cosa que no ocurrió a causa de la fuerza que ella empleaba para no ser llevada.