"Ave azul" (Parte 2)

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. . .

—Vayan al salón a esperar mi señal—Lauren ordena a sus alumnos cuando llegaron a la escuela y ellos obedecieron sin decir palabra alguna.

—¡Lauren!—exclama Paul, compañero y amigo de trabajo de la susodicha—que bueno que estás aquí—suspira de alivio—Margot está rara, fría—informa con preocupación—le ofrecimos empezar mientras tú llegas, pero se niega aceptar la propuesta porque necesita escucharte, a ti y a uno de tus alumnos.

La pelinegra frunce el ceño e intenta entender las palabras soltadas con rapidez por parte del hombre.

—Tienes razón, está rara—asiente con su cabeza—tu descripción me suena cuando la conocí por primera vez...—suelta más para ella misma que para él, recordando el momento exacto cuando la encontró.

"Esa melodía es tan bellamente triste" recuerda esas palabras de muchas que le dijo ese día.

—¿Dónde está Margot?

—Está en el patio, se aburrió de esperar sentada—responde él.

—Iré hablar con ella antes de empezar, no prepares a tus niños y espera lo inesperado—le dice con una sonrisa y Paul hace una mueca de confusión.

—Que extraña—suelta a la nada mientras se marchaba a su aula.

Fue un minuto para que Lauren camine hasta estar detrás de su maestra, sintiendo el frío provocado por la nueva estación y el humo provocado por el cigarrillo entre las manos arrugadas de la mayor. Iba a tocar su hombro para empezar una buena charla, casi como siempre lo hacían. Sin embargo, los sollozos que soltaba Margot la detuvo de cualquier movimiento, sorprendiendola por su actual conducta. Nunca la había escuchado llorar. Nunca la había visto tan débil, tanto, que aleja su mano lentamente por miedo a romperla.

—No trates de escapar, sé que eres tú, Lauren—advierte entre lágrimas y pequeños sollozos—aceptalo, siempre tienes que estar en mis momentos difíciles, desde el principio—suspira, limpiando su rostro con la manga de su suéter.

La menor suspira y se sitúa a un lado de ella, sin mirarla.

—¿Puedo saber lo que te puso así de mal?—pregunta sin más, queriendo saber la respuesta lo más pronto posible.

Margot suelta una risa, pero no divertida ni contagiosa, sino triste, producto de la extraña combinación de su risa y su llanto.

—Es una tontería—suelta, dando una calada a su cigarrillo después.

—No creo que sea una tontería si te ha hecho llorar—niega con la cabeza.

—¿No lo es? ¿Llorar por un hombre que sabías que en algún momento se tenía que marchar?—esta vez las dos se miran a la vez—mi esposo me lo dijo, que cuando nuestra hija tenga un trabajo se alejaría—suelta su cigarrillo y lo patea con furia. Lauren se sorprende por el cambio repentino que había tomado frente a ella—cuando te encontré, minutos antes me dijo que no me amaba más—se encoge de hombros, poniendo un puchero en sus labios, apunto de soltar el llanto nuevamente—y al escuchar esa melodía tuya mi mente comenzó a divagar entre recuerdos de él y yo que solo eran eso, recuerdos.

—Margot...

—No digas nada, Lauren—niega con la cabeza mientras agarraba las manos jóvenes y talentosas de la mencionada—solo quiero oírte tocar el piano, como aquella vez, para perderme en algo que no volveré a vivir más.

La pelinegra la mira con pena y solo asiente en silencio. Regalándole un pequeño beso en su frente con cariño antes de marcharse y preparar todo.

Camila//CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora