11: Apartamento

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¿Por qué seguía poniéndose  nervioso? eso era lo que se preguntaba TaeHyung. Seguía sin acostumbrarse a la presencia de ella y esto lo hacía aún peor.

Ir en aquel silencio que lo carcomía por dentro. Pero eso no era lo peor, sino, tener la dicha de apreciarla de cerca y con ese atuendo que despertaba deseos que ni él se imaginaba tener. Y es que vamos, ella estaba ardiente en aquel vestido que se ajustaba perfectamente a su figura y luego estaba aquel corte que le mostraba su fina piel. Ella iba sumergida en pensamientos que TaeHyung estaba lejos de imaginarse.

Verle descaradamente tampoco estaba en los planes de él, pero la tentación estaba junto a él. No tenía ni la menor idea de a donde lo estaba conduciendo, pero de lo que estaba seguro era que le importaba una reverenda mierda, y es que, con ella se sentía seguro, nervioso pero seguro.

Eso sí, también estaba seguro que ella despertaba los deseos más carnales en él y sólo deseaba abalanzarse hacia ella y arrancar aquellas finas telas que le impedían ver más allá de su imaginación.

—Puedes irte a la residencia, yo te llamaré. —La voz de ella lo trajo de nuevo al mundo real viendo como le decía esas palabras al conductor y percatarse de que el auto se había detenido.

¿Habían llegado? ¿a dónde?

Rápidamente hizo viajar sus ojos en un recorrido por la ventanilla y ver hacia afuera. Un edificio estaba ahí.

¿Un edificio? ¿que harían ahí?

Esperaba algo más, no un edificio. Por su mente cruzo un bar, y a lo mucho una discoteca. Pero estaban frente a un edificio.

—Es hora de bajar, Kim.  —Ella le dijo saliendo. TaeHyung no tardó y salió.

El frío pegó en sus rostros. TaeHyung se estremeció un poco al ver que era un edificio de apartamentos. 

¿Visitarían a alguien?

La curiosidad lo carcomía, pero al ver que ella caminó adentrándose al lugar se dio cuenta que no recibiría ninguna respuesta, no en ese momento. La siguió adentrándose al ascensor y viéndola pulsar hacia el último piso del lugar. Remojó sus labios pasando la punta de su lengua por estos, totalmente nervioso por estar cerca de ella y solos.

Una vez las puertas de aquella cabina fueron abiertas y volvió a seguirla, se detuvieron ante una puerta que suponía era de la persona que visitarían. 

Que equivocado estaba.

Sus ojos se agrandaron al ver que ella digita el código de seguridad y abrió aquella puerta.

¿E-Ella era la dueña?

¿E-Estarían solos?

Se quedó estático en su lugar y tragó con nerviosismo al ver como ella entraba y se deshacía de su abrigo colocandolo en un perchero que estaba en la entrada. Ella al darse cuenta que el castaño no entraba sonrió.

—¿Qué esperas, Kim? Entra.

—P-Pero...  —Al ver el rostro de ella entró sin reprochar—,  ¿P-Por qué estamos a-aquí? ¿e-este lugar es tuyo?

Todo su ser denotaba el nerviosismo y al quitar sus zapatos en el recibidor caminó unos pasos hasta llegar a la sala, sin quitar su saco. Preguntando con el corazón en la mano mientras jugaba con sus manos tratando de concentrase en que eran adultos y estaban compartiendo un tiempo.

Ella le sonrió.  —Siéntate, no muerdo.  —A regañadientes lo hizo—.  ¿Quieres algo de tomar?

—L-Lo más fuerte que tengas. —Ella volvió a sonreír. Le parecía demasiado tierno la reacción de él. Como si nunca hubiera estado con una mujer y eso era ridículo, tiene veinticinco años.

LilithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora