-Cris-
-Ni nosotros a alguien que lo lleve-dijo Dani.
Nos acercamos todos y nos dimos un abrazo de los nuestros.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó Sigrid.
-Bueno...-dijo Blas, encogiéndose de hombros y metiendo las manos en los bolsillos-Alguien mencionó dónde estudiábais y... Aquí nos veís.
Las dos sonreímos y después les contamos.
Uno, dos, tres y cuatro.
Nos miramos, extrañadas.
-¿Dónde os habéis dejado a Carlos?-inquirió mi amiga.
-No me digas que os lo habéis olvidado en París...-dije yo.
-No. Nos lo secuestró la mujer esa-dijo David.
-Sí, lo cogió y salió corriendo con él. Y a nosotros nos dio pereza salir corriendo detrás.-siguió Álvaro.
-Oh, pobrecito...
-Ahora está en un mundo mejor, Sigrid. Está con La Blasa.
Se rieron todos de mi comentario estúpido, más que nada por no hacerme el feo.
La gente (mayoritariamente chicas) se empezaban a acercar, adivinado sus identidades.
-Emmm... Y me da que va a ver más secuestros como el de Carlos.-dijo Sigrid, percatándose de eso mismo.
Decidimos que no era plan que eso volviera a suceder, así que echamos a andar.
-En realidad-dijo Blas, remotando la conversación perdida- Está en Alicante. Vive allí.
-Ah-dijimos las dos.
-Ha sido una verdadera sorpresa encontraros ahí, a la salida-dije- No esperábamos volver a veros... Al menos, no tan pronto.
-Bueno, la verdad, también lo de ir a buscaros ha sido una excusa algo barata para que nos indicárais un sitio para comer, porque hemos pasado el día por aquí, en tiendas de discos y eso y ya que estamos...-dijo Dani.
-¿De verdad?-dijo Sigrid, fingiendo ofenderse- Me esperaba algo así de Carlos, pero de ti...
-A Carlos déjale tranquilo en Alicante, que luego se las lleva dobladas-dije yo, recordando las inmurables guantadas que se había llevado por cortesía nuestra.
Nos reímos de eso.
-Mm... Os invitaríamos a comer a casa, pero no tenemos nada preparado y no hay ganas de ponerse a cocinar...
-Cris es una inútil para la cocina-le susurró Sigrid a ellos.
Amigas traidoras.
Hazte fan, si no lo eras antes.
-¿Era necesario que les revelaras ese pequeño detalle?
-Bueno... Lo creí conveniente, para que se lo pensaran dos veces antes de comer cualquier cosa cocinada por ti.
Me llevé la mano a la frente, con dramatismo y después al corazón.
-¡Ten amigas para esto!
-Bueno, no se te podía dar bien todo.-dijo Blas.
-¡Al fin alguien que habla a mi favor! ¿Dónde el monumento?
-JAJAJAJAJAJA.
Acabamos siguiendo a Sigrid (que era quién se conocía la zona, ya habíamos dicho previamente que mi sentido de la orientación era pésimo...) hasta un McDonald´s.