-Sigrid-
Volvimos a casa después de pasear un rato a Choco.
-Es hora de que volvamos.-le dije a Carlos.
-Si.-me secundó él.-Cris estará preocupada.
-O echada en el sofá durmiendo.
Nos reímos bastante al imaginar a mí amiga así.
Llegamos a casa y llamé al telefonillo, pero nadie respondía.
-Menos mal que hemos traído las llaves.
Abrí la puerta, cogimos el ascensor y, cuando llegamos y entramos a casa vimos a mí amiga tirada en el sofá de cualquier manera.
Por culpa de nuestras risas se despertó.
-Ni dormir se puede.-protestó.
Miramos la hora y vimos que todavía era muy pronto para hacer la cena, así que pusimos la televisión y nos pusimos a ver saber y ganar.
-Cris dice que ese hombre es inmortal.
-Cris tiene razón.-dijo él.
Se nos hizo la hora de cenar y Cris seguía durmiendo.
Quedamos en que la despertaría él.
-¿Y por qué yo?-se quejó.
-Porque a mi me pegaría.
-Claro, así las ostias me las llevo yo.
-Que listo eres.-dije con un visible sarcasmo.
Le dije que, por favor, llamara a mí amiga.
-Que no, que me va a pegar.
-No te pegará.-le aseguré.
Cuando la llamó solo se oyeron un par de golpes, menos de los que me esperaba.
Carlos vino, asustado y traicionado.
-Me dijiste que no me iba a pegar.
-Yo pensé que estando medio dormida no tendría fuerzas-le dije sinceramente.
Se sentó en el salón y empezó a ver las fotos que por éste había.
-¿Y esta?-dijo, riéndose mientras la cogía.
La miré y se la quité de las manos.
Él se seguía riendo.
Éramos yo y Cris cuando éramos crías con la cara pintada con unos bigotitos.
-CHST, CALLA, CALLA. Que Cris se va a despertar.
-No, ya estoy despierta.
Se quedo mirándonos y después se puso a perseguirnos por toda la casa, riéndose de nosotros.
-JAJAAAAAAAAAAAAAAJAJAJA QUE CARA CUANDO LO HE DICHO JAJAJAJA-se reía mi amiga-Ahora en serio, ¿Qué pasaba?
Y le expliqué lo ocurrido.
-¿En serio todavía tienes esta foto? Tendrá lo menos 14 años.
-Si no más.
Estuvimos un rato hablando, de que tal lo había pasado en Alicante.
-Pues sin nosotras fatal-dijo mi amiga-¿Qué esperabas?
Los tres reímos.
Miré el reloj y eran ya casi las nueve de la noche.