Capítulo 13: Sucio secretito.

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-Cris-

Sigrid entró corriendo al salón, de donde provenían mis gritos, como una exalación y con una cara de velocidad íncreible que lamenté no poder fotografiar, pues no tenía ni la cámara encendida ni a mano.

Una lástima.

-¿LOS CHICOS DÓN...?

Se interrumpió de repente y yo me eché a reír, ya que ella se había quedado mirando la foto de los chicos que yo había puesto en la tele.

-Ahí-dije, entre risas, aunque a esas alturas Sigrid ya se había percatado de que había sido víctima de un cruel engaño.

¿Qué? Ella dijo que quería ver a los chicos. No dijo "cómo", sólo dijo que quería verlos, entonces... Una foto sirve, ¿no?

Su semblante estaba serio, mientras examinaba la foto.

-Ains, señor, qué risa...-dije, secándome una lagrimilla del ojo.

Sigrid se agachó un momento.

-Eh Sigrid, ¿qué...?

-¡VAS A MORIR!

Zapatilla en mano, blandiéndola de forma peligrosa, se tiró sobre mí, la cual, pobre de mi persona que sólo había intentando ayudarla (para reírme un rato, todo hay que decirlo), me encontraba tumbada en el sillón.

Tras eso, me dio una paliza. Y no fue literalmente, me dio una señora paliza. De esas con las que Carlos sueña.

-A...U.

-Así aprenderás a no jugar con los sentimientos de la gente.-dijo, yéndose de nuevo a su habitación.

Yo no me moví del sillón en al menos media hora. Una, por la paliza recién recibida, dos, por pura vagancia. Ya era vaga de antes, pero pasar tiempo con David me había vuelto mucho más perezosa, que eso, sumado a la vagancia, no era bueno.

Pasada la media hora aproximada, me levanté y me dirigí, con precaución, al cuarto de Sigrid.

-Esto...

Antes de seguir hablando, tuve que tirarme al suelo para poner el cuerpo en tierra y así, esquivar, una zapatilla voladora.

-Quiero un Franpuchinno, ¿quieres algo?-le pregunté, mientras me levantaba del suelo.

Ella se lo pensó un momento.

-Sí, vale, pero voy contigo.

-Como quieras.

Y así acabamos las dos en un Starbucks.

Sigrid tenía razón, se iban a hacer de oro conmigo. Yo era su cliente estrella y, como tal, cada vez que entrara debían poner ante mí en el suelo una alfombra roja. Qué menos que eso.

Una vez con las bebidas en nuestro poder, emprendimos un paseo por los alrededores (y digo alrededores porque no fuera a ser que yo me perdiera, ya me conocéis).

Estábamos mirando como unos abuelos jugaban a la petanca (mirad cómo nos aburríamos. Incluso hacíamos apuestas. Yo iba con el abuelo del chandal azul y Sigrid decía que nada, que ese no tenía opciones de ganar e iba con un abuelo vestido con un chandal blanco) cuando me sonó el móvi y, sin ver quién era, me lo llevé a la oreja.

-¿Si?-dije.

-No.

-¿No?

-Sí.

-Pues vale.

Colgué y me guardé de nuevo el teléfono.

-¿Quién era?-preguntó Sigrid.

Endless Road (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora