-Cris-
Tras ponerme el pijama y cepillarme un poco el pelo, cogí el móvil, marqué y me tiré sobre la cama, esperando a que Blas descolgara.
No le di tiempo a decir nada cuando le dije.
-Te quiero.
Mira que le dije a Sigrid que estaba cansada, pero aún así, aguanté un rato, conversando con Blas.
Tras desearnos buenas noches quinientas tres veces y el típico "Cuelga tú, no, cuelga tú" (al final colgó él, sino, quizá aún siguiéramos con la tontería...) decidí llamar a Carlos.
Quizá estuviera despierto.
-¡Eres tú!-dijo, al descolgar, con sorpresa.
-Sí, soy yo. Hola.
-¿Qué haces que no estás dormida?
-Mm... ¿Llamarte a ti?
Pasaron unos segundos en silencio al otro lado de la línea.
-Pues es verdad.
Y nos reímos los dos.
-¿Y tú qué haces?-pregunté.
-Te hablo a ti. Y como Donettes.
-¿A estas horas?
-Sí y un batido de chocolate.
-Te falta inyectarte chocolate en vena...
-¿Se puede hacer eso?
Volvimos a reírnos y oí golpes al otro lado de la puerta.
-Espera, oigo algo.
Abrí la puerta y Choco se coló dentro.
-Ah, es Choco, que quería verme.
-¡Choco! ¡Pásemelo!
-Creo que no va a decirte mucho, pero...
Decirle no le dijo nada, pero le pegó un lenguetazo a mi móvil.
Tras eso, Choco y yo nos tumbamos en mi cama.
-Te llamaba para ver si seguías mal por lo de antes. Si a veces me paso contigo, de veras lo siento. Y no quería que te fueras sin que lo supieras.
-¿Te ha hecho Blas algo?
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-No sé, te veo tan sentimental hoy que...
-Eres imbécil.
Se rió.
-No, ya estoy bien. Tu discurso me ayudó bastante.
-Cuánto me alegro.
-¿Lo tenías preparado o improvisaste?
-Improvisé, por supuesto.
-Qué grande eres entonces.
-Pues tú siempre me estás llamando enana, no sé cómo lo ves...
Los dos nos reímos.
-¿Nos llamarás?-pregunté.
-Os llamaré, que ya sé, desde que me lo has dicho, que sin mí no podéis vivir...
-Bueno, yo no dije exactamente eso, no con esas palabras, pero sí, básicamente eso. ¿A qué hora te vas mañana?
-Pronto. Seguramente, antes de que os levantéis, yo ya no estaré aquí.