Pasado

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Calle.

Me encontraba en mi habitación estudiando, me estaba esforzando para el exámen que tendría, la nota final me  aseguraría que obtendría la beca que estaban ofreciendo para seguir tus estudios en Nueva York.

Era crucial no fallar en este exámen porque de ello dependía seguir estudiando la carrera de derecho.

Estaba completamente sola en casa, vivía con mi padre Germán, pero luego del abandono de mi madre y dejarme con él, de transformó en un hombre que no conocía cómo mi padre.

Papá era un apostador, perdía el dinero en apuestas dejándonos sin comer, mamá se partía el lomo trabajando, pero llegó un momento donde se cansó de esa vida, agregando los fuertes problemas de alcohol que tiene Germán.

Papá quedó en la miseria, era por ello que estudiaba y trabajaba a la vez, era demasiado complicado sostener estudios y una casa, era por eso que estaba buscando una forma de irme de Colombia y alejarme de papá.

Él me detestaba, decía que yo era la culpable de que su vida era miserable.

A pesar de actuar fuerte frente a él cuando recibía su odio a través de palabras, no negaba que sus palabras me dolían como un cuchillo caliente atravesando mi pecho.

Para mí él era mi héroe, pero todo cambió y ahora lo veo cómo el monstruo malvado de mi cuento.

Decidí parar de estudiar esperando todo salga bien, fui a la ducha para darme un baño, quedé bajo el agua disfrutando mucho tiempo, era un placer culposo disfrutar del agua tibia dea ducha.

Al terminar salí envuelta en una toalla buscando mi pijama para ir a dormir, de repente escuché ruidos provenientes de abajo.

«Germán otra vez borracho» pensé.

Al momento que quiero tirar mi toalla, se abre la puerta de golpe dejándome ver a mi papá borracho, sostuve fuerte mi toalla.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al ver cómo me veía de pies a cabeza.

— ¿Qué haces aquí, papá?¿Y Porque que no tocas?— pregunté con voz trémula.

Él hizo caso omiso a mis preguntas, cerró la puerta de golpe tambaleándose, tragué grueso retrocediendo un paso.

— Pero mira que grande estas, pequeña. — murmuró con una sonrisa que me dio miedo. — Toda una mujercita.

Por dentro estaba temblando de miedo, papá no estaba bien y no se veía bien, podía sentirlo en su mirada la cual me veía intensamente.

Al sentirlo a escasos centímetros de mi, cerré los ojos con fuerza, el olor a alcohol impactando en mis fosas nasales dándome un revoltijo de estómago.

— Alguien tocó ese cuerpo ya?— susurró tomando un mechón de mi cabello, contuve la respiración.

— Papá, vete...

Él sonrió perversamente, negando mi petición.

— Responde mi pregunta. — exigió con dientes apretados.

Me quedé callada, mi labio inferior temblando, él se acercó a mi rostro olfateando mi cara.

— Que bien hueles. — susurró. — Veremos si sigues oliendo bien después de lo que te haré.

Con solo oír sus palabras me tensé por completo, negué ligeramente empezando a llorar.

— ¿No qué?— él tomó mi rostro entre sus manos. — A mí no puedes negarme nada, soy tu padre.

Destino || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora