Final

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Calle.

2 años después.

Estaba en mi oficina viendo la vista que me daba, la verdad no sabía que hacía trabajando cuándo no puedo dejar de pensar en mi esposa.

Aún no puedo creer que no esté aquí, en este día que cumplimos 2 años de casadas, Poché está de viaje fue a España con Alejo para ir a ver la constructora, cuándo se fue ni siquiera se acordó que hoy nos casamos hace dos años.

Tenía muchas cosas preparadas hoy, pero todo se fue al demonio cuándo recibí la noticia de mi esposa, fue por ello que vine a trabajar para intentar despejar mi mente, pero simplemente no podía.

Tomé mi bolso para salir de la oficina e irme a casa o a cualquier lugar.

— Nos vemos, Valeria. — me despedí de mi secretaria.

Estaba a punto de irme cuando escuché la puerta de la oficina de Alba abrirse, ella alzó una ceja al verme.

— ¿Te vas? ¿Tan temprano?— cuestionó viendo su reloj.

— Sí, no me siento muy bien. — respondí.

Alba iba a responder, pero la voz de su torbellino y la de su esposa detrás de ella con su otra bebé en brazos la detuvo.

— Ya nos vamos, cariño. — decía Aída.

Los pasos algo torpes de mi sobrino Dixon me hizo ponerme de cuclillas para recibirlo en su abrazo cariñoso, le di un beso en la mejilla oyendo su risita.

— Dañi. — dijo clavando su dedo en mi nariz, reí.

— No es justo que diga tu nombre y a mí no me diga anga en vez de mamá.

— Soy su favorita, por eso me recuerda, ¿verdad, pequeño Dixon?— dije haciéndole cosquillas y él rió. — ¿Verdad qué sí?

— ¡Shi!

Mi socia rodó los ojos y yo no pude evitar reír, me acerqué a la pareja de casadas para darle a Dixon a su madre y así poder saludar a la pequeña Annie.

— Hola, hermosa bebé. — saludé sonriente.

— Cariño, dile a la castaña culona que no se robe a mis hijos.

Alba cómo toda la abogada y adulta que era le hacía pucheros a su mujer al verme con su hija en brazos.

— Cariño, no seas celosa, por Dios. — reprochó Aída rodando los ojos.

Me burlé de mi mejor amiga sacándole la lengua, ella me dio una mala mirada haciéndome reír.

— Te quedan los niños, ¿no se les antoja uno con Poché?

Al oír el comentario de Dulceida observé a la niña en brazos, últimamente mi instinto materno estaba despertando poco a poco, no sé si para mí esposa pasaba igual.

— Tal vez más adelante. — respondí riendo nerviosa.

— Yo quiero un sobrino, sería lo justo. — comentó Alba.

— Lo justo sería que dejes de celarme con tus hijos. — repliqué burlona.

— Eso nunca.

Luego de charlar un rato con el par de casadas y molestar a mi socia, dirigí mis pasos hacia el ascensor para ir al estacionamiento, una vez el ascensor abrió sus puertas busqué mi coche para subir a el y arrancar el motor.

Empecé a conducir sin rumbo fijo, solo pasaba las calles, escuchando la música de la radio.

Paré en un semáforo con el comentario de Aída en mi cabeza.

Destino || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora