XXIX

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Harry no me dijo nada más y solo cogió mi mano con la suya. Yo lo seguí. Todavía él no soltaba su agarre de mí y eso me ponía feliz. De alguna forma estaba feliz. También estaba muy confundida, no entendía por qué Harry se comportaba así.

-¿A dónde me llevas? -Pregunté luego de un largo rato caminando.

-A un lugar. -Respondió entre medio de risas mientras sacudía su cabello de un lado a otro. Asentí. De repente, la cabeza comenzó a darme vueltas y no podía ver el camino. No quería preocupar a Harry y me quedé callada. Él se paró repentinamente y aguardó, y supe que sus ojos no se apartaban de mí a pesar de fijar los míos en nuestras manos. Al final, dijo:

-Cassie -pronunció mi nombre con cuidado al mismo tiempo que me despeinaba el pelo con la mano libre; un estremecimiento recorrió mi cuerpo ante ese roce.-, no podría vivir conmigo mismo si esos imbéciles te hacen daño. Sería insoportable. -Clavó sus ojos en los míos- Ahora eres lo más importante para mí, lo más importante que he tenido nunca. -Aceptó con una risita en su rostro. Nuestras miradas se encontraron y también me reí. Nos reímos juntos de lo absurdo y estúpido de la situación. Luego de un par de minutos de hacer el ridículo nos calmamos y nos volvimos a la pose seria de minutos entes.

Su mirada se perdió en, estando ya afuera del estadio, el pavimento. Seguí con mi mirada a dónde Harry miraba y solo podía observar un edificio de unos, cuantos, pisos arriba. Giré mi mirada al chico de rulos que estaba a mi lado y fruncí el ceño. ¿Qué se supone que haremos aquí? Él me devolvió la mirada, pero, a diferencia mía, estaba sonriendo. De un suave tirón me obligó a entrar a aquel lujoso departamento.

Una vez allí dentro, todo parecía bañado en oro. Los respaldos de las sillas resplandecían y yo sentía que sobraba y que no tendría que estar ahí. Hasta Harry entonaba con todo. Viéndolo de reojo parecía un príncipe, de esos que llegan a tu vida para salvarla y para hacerte feliz.

Sin darme cuenta, ya estábamos en el elevador. Las puertas se cerraron.

-Te diré algo y quiero que me escuches -soltó Harry, haciéndome estremecer. Asentí rápidamente.- Estás en peligro. No quiero asustarte, pero es así. Al parecer unos tipos, secuestradores exprés hacen llamarse, se enteraron de que eres mi novia y quieren tomarte prisionera. Yo no dejaré que nada malo te pase, por eso he decidido que vengas aquí, donde nada malo puede pasar. ¿Has entendido? -Finalizó Harry, mirándome a los ojos. Yo me asusté, lo admito. Solo de imaginar que alguien me quiere tomar de rehén me puso los pelos de punta. ¿Cómo es que existen personas así en el mundo? Rápidamente me refugie en los brazos de Harry, mientras sollozaba. Él me sujetó por la cintura y me unió más a su cuerpo.- Todo estará en orden, ya lo verás. -Me susurraba, tratando de calmarme, mientras sus delicadas manos recorrían mi cabello. Se me frenó el pulso y deseé poder frenarlo al presentir que lo iba a dificultar un poco más de lo que ya era. Estaba muy asustada como para reaccionar de otra manera. Estaba demasiado asustada como para poder pensar con claridad. Solo sabía que no me alejaría de él. No ahora.

Las puertas metalizadas se abrieron dejándonos una vista panorámica de un corredor enorme. Yo me separe de Harry y lleve ambas manos a mis ojos, húmedos, y trate de tranquilizarme.

Harry me cogió por la mano, entrelazándolas. Una sonrisa se formo en mi rostro y miles de mariposas hicieron su reaparición. Solo él tiene ese increíble don de hacerme feliz sin importar qué.

Caminamos hasta el final del pasillo y la puerta se abrió automáticamente. Lo miré. Él tenía el ceño fruncido.

Todavía tomados de las manos, entramos y todo pareció perfecto.

Era una enorme habitación con colores finos y delicados, había pinturas de artistas muy conocidos, también había un sofá bastante grande que abarcaba la mayoría de la sala.

Conociendo a Harry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora