Conociendo a Harry.

XVIII

HARRY'S POV.

—¿Estaremos solos?— pronunció ella. Asentí, dándole lugar a su tan significante pregunta. No lo niego, mi corazón depende de esas palabras. — Entonces...—Dudó por un segundo.—, creo que..., ¡Sí!

¡Carajo, dijo que sí! Saldría con ella. Le haría pasar una inolvidable cena.

Estoy lleno de ideas para hoy a la noche. Quiero que todo sea perfecto.

No podría explicar toda mi felicidad en este momento. Pero, estaba hasta explotar.

La abrace con fuerzas y al oído le susurre:

—Hoy a la noche. Ponte linda. Te espero a las 7:30.

Ella sólo movió su cabeza en signo de afirmación.

Todo sería perfecto para ella.

No lo olvidará.

Me separé de Cassie y le planté un beso húmedo en su mejilla.

—Nos vemos, linda.

Dicho eso, abrí la puerta de su apartamento y salí con una sonrisa en mi cara.

CASSIE'S POV.

Estaba ¿feliz?, ¿emocionada? o ¿tal vez, tenía miedo?

Harry me había invitado a una cita. Yo acepté.

También, él, dijo que me ama.

¿De verdad me ama o sólo me iluciona?

¿Por qué él había aparecido justo cuándo me iban a robar?

Ésas preguntas rondaban por mi cabeza. No tendría que preocuparme, ¿o sí?

Lo mejor sería que investigará sobre él.

En medio de todo, esto, apareció Jason, que, por cierto, me miraba en busca de una respuesta. Pero, lo peor, era que no sabía que le diría.

—¿Son novios? —Preguntó esa suave vocesita que tanto amaba, pero que en estos momentos, odiaba. Sí, odiaba que me preguntará cosas que no era capaz de responder sin antes, confundirme.

—Claro que no. No te olvides que Mike es mi...—dude por un minuto. Él no tendría que saber que habíamos terminado. Y mucho menos que nosotros terminamos por Harry.— novio. Digo, somos novios.

—Ah. —Dijo un poco inseguro. No me creía. Por ser mi hermano de solo 4 años, me conocía muy bien.

—Jason, lo más probable es que hoy me encuentre con unas amigas. ¿No te importaría quedarte aquí, solo? Quédate tranquilo, no habrá problemas.

—Bueno.

Suspire aliviaba porque me había creído.

En conclusión, eran las 5:45 p.m y yo todavía seguía sin cambirame.

Me dirigí a mi habitación. Una vez allí, escogí un vestido floreado hasta las rodillas con un escote en forma de corazón. No sabía a dónde iríamos y quería ir bien.

Tendí la prenda sobre mi cama y me quedé mirandola.

Me giré en dirección a mi armario y me puse en cuclillas, quedando a la altura de los cajones donde se encontraba mi ropa interior.

De allí saqué una braga con encaje cómodo, justo para una cita, y un sujetador rojo sin bretel, ya que el vestido que usaría no tiene mangas.

Luego de escoger la ropa, me adentre en mi gran baño.

Me miré al espejo. ¿Ésta bien lo que hago? Digo, hace un día terminé con Mike y ahora ya estoy “saliendo” con Harry.

¿Cómo estaría él? ¿De verdad le había roto el corazón como él tanto me dijo?

No importa.

Abrí el grifo del agua fría y espere.

Pasó un minuto y me metí a la lluvia artificial; que ya estaba congelada.

Mientras me enjabonaba el cuerpo, pensaba. Sí, pensaba.

Pensaba en lo que pasaría después de esta cita.

Habrán pasado sus tan merecidos 15 minutos y ahí salí.

Me enrede en una toalla y me fui a la otra habitación.

Cogí la ropa interior y me la coloqué.

Luego, me corrí al espejo de cuerpo entero que tenía en mi habitación.

No tenía un lindo cuerpo, pero tampoco era fea.

Mi estómago es chato, tengo piernas esbeltas y buenos senos y cola.

Me gustaba mi cuerpo.

Me dí media vuelta y agarre el vestido entre mis manos.

Luego de examinarlo, me lo coloque sobre mi suave piel blanca.

Me encajaba a la perfección. Recuerdo habermelo comprado apenas cumplí los diecisiete.

Osea, el año pasado, el veintiocho de Octubre.

Nunca antes lo había usado, hoy lo iba a estrenar.

Me cepillé el cabello y me lo sequé. Me deje pequeñas ondulaciones en él.

Luego fui a maquillarme. Me senté delante de mi mesa con espejo que yo utilizaba para maquillarme.

Un poco de rimel, gloss, una máscara oscura y rubor. Sólo un poco.

Escogí un par de tacones rojos, que combinaban con el vestido.

Ya estaba lista y apenas eran las 6:53 de la tarde.

Cogí mi móvil y un poco de dinero y salí de mi habitación.

Fui a la cocina y me serví un poco de agua; me estaba poniendo nerviosa.

Miré el reloj de la cocina que marcaban las siete y media. Hora de que él llegará.

A los pocos segundos, sonó el timbre.

Nerviosa, fui a abrir.

Ahí estaba él. Tenía una traje azul con un moño negro en la zona del cuello. Y claro, también tenía una luminosa sonrisa.