Por primera vez en muchos años, aquella noche ________ volvió a tener el mismo sueño, un sueño que había deseado no tener nunca más, pero debía haberse imaginado que el regreso de Harry Styles, y el recuerdo siempre cambiante de la noche en que murió, le causaría pesadillas recurrentes.
Había perdido la habilidad de separar la verdad de sus sueños. Hubo un tiempo, cuando tenía poco más de veinte años y estaba en su mismo curso en Bennington, en que las pesadillas crecieron hasta niveles incontrolables y finalmente se decidió a buscar ayuda. El terapeuta le sugirió que anotara sus sueños y todo lo que recordara de la noche para, a continuación, compararlo. El esfuerzo acabó en fracaso estrepitoso. Había llegado hasta tal punto que dudaba de todo lo que debía recordar; realidad, memoria y pesadillas se mezclaban formando una espiral psicodélica. Al final, sencillamente, aprendió a olvidarse de aquella tarde, negándose por completo a pensar en el asunto. No había manera de entenderlo, de saberlo que en realidad ocurrió aquella noche. Ni siquiera estaba segura de querer saberlo. Tan sólo quería librarse de los sueños.
Y así fue; hasta que un hombre que afirmaba ser Harry Styles había surgido de una insólita tormenta volviendo su vida patas arriba.
El sueño empezaba igual que siempre. Estaban en la antigua casa Edgartown, en Martha’s Vineyard. Era de madrugada, pasada la medianoche, y ella dormía en una reducida habitación de la zona posterior de la casa, encima de la cocina, parte de la cual solía estar destinada a las habitaciones de los criados. Pero en verano Constanza y Ruben dormían en un piso sobre el garaje, y esas habitaciones habían sido transformadas en pequeños y acogedores dormitorios. ________ dormía en uno de ellos.
Por aquel entonces tenía casi catorce años. Les había oído discutir, el ruido traspasaba el techo y las paredes, pero no se tomaron la molestia de bajar el volumen de sus voces. Harry debe de haber hecho otra de las suyas, pensó medio dormida, tapándose la cabeza con la almohada.
Harry la llevaba por el camino de la amargura; era un niño mimado y egoísta, un completo salvaje. Hacía llorar a su tía, martirizaba a sus primos, y provocaba a ________ con una combinación letal de intimidación fortuita y encanto seductor demasiado fuerte para que una joven lo soportara. Y ella no sabía con seguridad qué era lo que más detestaba: su encanto o sus intimidaciones.
Le oyó entrar en su habitación. La misteriosa luz de la luna, que entraba a raudales por la ventana desprovista de cortinas, recortaba su silueta y le hacía parecer más alto, casi tanto como un adulto. Estaba en su tocador revolviendo entre sus cosas.
—¿Qué estás haciendo?
Se volvió al escuchar su voz, pero ________ no había logrado asustarle.
—Me largo de aquí, ________ —había dicho con voz extraña—. Necesito dinero.
—No tengo dinero.
—Pero tienes esto. —Llevaba un puñado de joyas de oro en una mano, y ella se incorporó, ahogando un grito de protesta en su garganta.
—No puedes coger eso —dijo ella—. Son regalos de tía Sally. Oye, intentaré conseguirte algo de dinero...
Harry cabeceó.
—No tengo tiempo. Ya te comprará más. A mi madre nunca le ha importado comprar cariño a golpes de talonario. —Su voz era fría y amarga.
—Déjame al menos la pulsera de colgantes. —No debería haber se permitido esa debilidad. Cada año Sally añadía un colgante nuevo a la pulsera, algo cautivador y original. Simbolizaba sus años en la familia Styles y era su posesión más preciada.
—No puedo. Lo siento, ________. Si eres sensata, te largarás de aquí cuando tengas edad suficiente para hacerlo. Te destrozarán. —Le parecía extraño y distante, como si ya se hubiera ido.
—Es mi familia —protestó ella. Y de inmediato se arrepintió de sus palabras.
Harry se acercó hasta su cama, proyectando su sombra sobre ella.
—No, no lo es —dijo él—. Y debería alegrarte. Hunden a los suyos en la miseria.
Harry extendió la mano y acarició su rostro a la luz de la luna.
—¡Es una lástima que no te pueda llevar conmigo, ________! —exclamó él—. Pero me complicaría la vida tener que responsabilizarme de alguien tan joven. Cuídate mucho. —Y la besó.
Nunca la había besado, sin contar los breves y castos besos que le había dado en las mejillas cuando así se le ordenaba. Esta vez había sido en la boca, pero no se trataba de ningún Príncipe Encantado despertando a la Bella Durmiente. Era un beso áspero, apresurado y completamente sexual, la boca abierta sobre la de ella, los brazos estrechando el cuerpo de ________ contra el suyo propio. Fue un beso hambriento y perdido, y ella ni siquiera dudó en rodearle el cuello con los brazos y devolverle el beso con toda su inexperta pasión.
Aunque terminó en un abrir y cerrar de ojos, pareció que duraba una eternidad. Harry se esfumó en la oscuridad y se fue de su vida para siempre tras haber cogido un puñado de sus joyas de oro que incluía lo único que realmente le importaba.
________ permaneció inmóvil por el impacto, le temblaba todo el cuerpo; luego se movió y se vistió con abandono. Harry la había estado provocando, molestando y atormentando desde que tenía uso de razón. No iba a salir impune de este robo, pretendiendo encima arreglarlo todo con un beso de despedida, que era más de lo que ella había soñado jamás. Al llegar a la acera de enfrente creyó verle dirigiéndose Lighthouse Beach, y le Siguió silenciosa y decidida.
Escaparse de una isla que está a seis millas de la costa continental lo era tarea fácil. Harry lo había intentado con anterioridad, cuando tenía quince años, robando el catamarán de un amigo y desapareciendo durante más de una semana. La policía le halló en Boston y le devolvió a casa, impenitente, hostil y tremendamente experimentado.
¿Qué barca tenía intención de robar esta vez? ¿O acaso pensaba irse a lo grande y coger una de las pequeñas avionetas privadas estacionadas en el aeropuerto de la isla? Al cumplir los dieciséis, Sally le había costeado unas clases de vuelo, algo que desde entonces lamentó.
Pero iba en dirección a la playa, no al aeropuerto; si supiera hacia dónde se dirigía podría pillarle por sorpresa, amenazarle con gritar con todas sus fuerzas si no le devolvía la pulsera de colgantes.
Le dejaba quedarse con todo lo demás. Estaba dispuesta a pagar lo que fuera con tal de que saliera de su vida. Harry estaba en lo cierto: los Styles eran más que generosos con sus talonarios, cosa que no podía decirse de sus sentimientos. Si él se iba tendría a Sally para ella sola, sin que hubiera ningún chico perverso y guapo merodeando a su alrededor.
La luz de la luna creciente era intermitente, y unas nubes negras se deslizaban por el cielo, oscureciéndolo. ________ resbaló en las piedras sueltas que conducían a la playa y cayó sobre una rodilla, clavándose las conchas rotas a través de sus pantalones vaqueros. No le dio importancia. Volvió a levantarse, dejando firmemente a la vista su larga y esbelta espalda.
Se dijo una y otra vez que no le tenía miedo. A pesar de lo mucho que la había hostigado y atormentado a lo largo de los años, Harry había sido como un hermano para ella. No le preocupaba que intentara hacerla callar a la fuerza. Si ella empezaba a chillar para que alguien impidiera que se fuera, él probablemente se limitaría a encogerse de hombros y a sonreír.
Y desaparecería.
Esa noche había marea alta; el mar estaba agitado por los restos de una tormenta de las postrimerías del verano. Harry se detuvo al borde de la playa, mirando fijamente el estrecho canal de agua que llegaba hasta Chapaquidick, luego se giró y miró hacia atrás, hacia Water Street y la antigua casa.
Sin pensarlo, ________ desapareció de la vista escondiéndose de trás de un bote volcado. Allí se ocultó, tratando de contener la respiración. Es una tontería sentir miedo, se dijo furiosa. Cuando empezó a incorporarse y a seguirle, oyó unas voces.
No estaba solo, allí, a la orilla del agua. Tendría que haberse imaginado que Harry no huiría de la isla a nado. Debía de haber acordado encontrarse con alguien.
Todo lo que ________ sabía era que estaban discutiendo. Levantó la cabeza con cuidado, asomándose por encima de la barca. Ahora las nubes habían tapado la luna y las dos siluetas permanecían en la oscuridad. Medían más o menos lo mismo y sus complexiones eran similares, no sabía siquiera cuál de los dos era Harry; ni si la persona con quien discutía era hombre o mujer, joven o mayor, conocida o desconocida.
—¡Vete a la ****! —La voz de Harry inundó la noche. Le dio un empujón a la otra persona, le dio la espalda y empezó a caminar por la playa.
Ocurrió con tanta rapidez que ________ creyó haberlo soñado, se quedó contemplando la escena paralizada por el miedo mientras las espantosas imágenes se agitaban en su mente. El destello de una pisto la a la luz de la luna. El movimiento súbito y rápido de la figura oscura y anónima. El estallido de un sonido en plena noche, un sonido que podía haber sido el de un coche ahogándose, pero no lo era. El cuerpo de Harry yacía desplomado sobre la arena debido al impacto recibido. ________ podía ver, incluso a esa distancia, el oscuro charco de sangre que salía del agujero de su espalda y se extendía a su alrededor; Intentó gritar, pero el único sonido que logró emitir fue un ligero gemido.
Se dejó caer de nuevo, temblando, incapaz de aguantar la respiración, mientras una oleada de terror tras otra recorría su cuerpo. Era preciso que se moviera, que fuese a buscar ayuda, sin embargo su cuerpo estaba petrificado, rígido. El aire estaba atrapado en su pecho, oprimía, y le costó mantenerse consciente, luchar contra el atrayente vacío que quería engullirla.
No tenía la menor idea del tiempo que permaneció allí sentada, luchando por respirar, por serenarse. Cuando dejó de sollozar, cuando logró ponerse de rodillas y mirar con atención por encima de un lado de la barca, ya era demasiado tarde.
La playa estaba vacía. Las nubes se habían ido y el haz de luz que emanaba de la luna iluminaba la arena desierta.
No había ningún indicio de pisadas. La marea había subido hasta las rocas, y quienquiera que hubiese caminado por la arena, no había rastro alguno a su paso.
La marea había limpiado la sangre. Debió arrastrar el cuerpo de Harry hasta el mar. Probablemente, debido a las fuertes corrientes que producían las tempestades, tardarían días o semanas en encontrarlo. A lo mejor nunca lo encontrarían.
Debía ir a pedir auxilio. Tal vez aún no era demasiado tarde; había perdido la noción del tiempo, pero podían haber pasado sólo algunos minutos desde que habían disparado a Harry. A lo mejor no es taba muerto, a lo mejor la bala no le había dado en el corazón. Empezó a levantarse para, a continuación, dejarse caer de nuevo presa del pánico.
Había alguien que estaba de pie al borde del camino, esperando. Mirando. La farola estaba lo suficientemente lejos para que ________ pudiera ver únicamente su silueta, pero sabía a ciencia cierta que no era Harry. Era el hombre o la mujer que le había disparado. Y estaba esperando para comprobar que no hubiera ningún testigo.
Hacía un frío húmedo. El rocío le había empapado la camiseta, y el aire del océano que la azotaba en la piel estaba helado. ________ se acurrucó como un ovillo, envolviendo su cuerpo con los brazos en un vano intento por mantener el calor. Estaba segura de que nadie la había visto. Quien había matado a Harry se estaba limitando a ser prudente.
Ni siquiera sabía con seguridad si Harry estaba muerto. Había recibido un disparo y ella le había visto caer, había visto la sangre en la arena, pero en realidad no le había visto morir.
________ cerró los ojos y enterró la cabeza entre sus huesudas rodillas, respirando con dificultad, buscando el calor en su aliento húmedo. Sólo tenía que esperar. En cuanto la costa estuviera despejada volvería corriendo a la casa de Water Street y despertaría a tía Sally y le diría...
¿Qué le diría? ¿Que su único hijo había muerto? ¿Que alguien le había matado y que ni siquiera sabía si ese alguien era hombre o mujer? ¿Y que ________ no había hecho nada para salvarle? Levantó la cabeza y clavó la vista en el mar encrespado, cuyas olas rompían en la tierra. Era imposible que un nadador, por fuerte que fuera, pudiera aguantar mucho tiempo en ese oleaje embravecido, y mucho menos alguien que acababa de recibir un balazo. Era demasiado tarde para pedir ayuda.
La figura seguía estando allí, mirando hacia el horizonte, esperando con una paciencia que parecía eterna. Y ________ no podía hacer nada salvo esperar también, temblando de frío.
El ruido de unos niños la despertó. Chillidos de regocijo, mientras una niñera bajaba sus bártulos a Lighthouse Beach para dar de comer a las gaviotas. ________ intentó moverse, pero se sentía revestida de hielo, sus huesos y sus músculos estaban congelados.
Aunque aún era muy temprano por la mañana, hacía sol. En lo alto las gaviotas revoloteaban y chirriaban de placer, y la marea estaba volviendo a bajar; llevándose consigo todo rastro del chico que en su lía fue Harry Styles.
Hizo acopio de todas sus fuerzas para ponerse de pie. Se sentía magullada y agotada, y retrocedió hasta el sendero andando como una anciana. Los niños la miraron extrañados y su niñera alemana los puso a salvo de todo peligro.
La casa de Water Street estaba tranquila y silenciosa. No había coches de policía aparcados fuera, ni luces encendidas. Había movimiento en el piso de encima del garaje; Ruben y Constanza empezaban ya su jornada. Entró sigilosamente por la puerta de servicio en la cocina desierta, temblando de frío. Subió a su habitación por las escaleras traseras, y se desplomó en la estrecha cama, cubriéndose con las antas de los pies a la cabeza. Debería quitarse la ropa mojada, pero le quedaban fuerzas. Necesitaba entrar en calor. Se acurrucó aún más bajo el montón de mantas, y tanto tiritaba que oía el crujido de los viejos muelles debajo del colchón nuevo. Lo oyó alejarse, hasta desaparecer, y cerró los ojos.
Había estado a punto de morir. Cuando los demás se inquietaron ti descubrir que Harry había huido con todo el dinero suelto o joyas que pudo llevarse consigo, el miedo se apoderó de ellos. Alguien debió de echar un vistazo a ________ para verificar que dormía, arrebujada bajo una sorprendente cantidad de gruesas mantas, pero luego
Olvidaron de ella con tanto jaleo, policía, FBI, pánico, enfado y reproche. Cuando Constanza se percató de que no se la había visto en todo el día, ________ estaba a 40 de fiebre y las convulsiones sacudían su cuerpo.
No le dijeron que Harry había desaparecido hasta que le dieron el alta hospitalaria unos cinco días después. Sally había estado todo el tiempo con ella, durmiendo en una silla junto a su cama, su rostro otrora hermoso destrozado por el dolor y la preocupación. Más tarde ________ se enteró de que había permanecido a su lado en vez de ir en busca de su consentido y extraviado hijo. Después de todo Sally la quería de verdad, y ________, en adelante, no pronunció nunca el nombre de Harry en voz alta. Su hijo la había fallado, y a pesar del dolor y la rabia que sentía, sencillamente ignoró su existencia, dedicándose en su lugar a ________.
________ no recordó nada hasta al cabo de unos años, cuando se despertó de una pesadilla gritando, y la trágica noche le volvió a la memoria con toda su fuerza.
Harry Styles había muerto, aquello lo recordaba. Alguien le había disparado y le había matado. Aparte de eso, los sueños se mezclaban con los recuerdos formando una maraña borrosa que le hacía sentir un pánico exacerbado. Había aprendido a no pensar en ello. A no cuestionarse nada.
Eventualmente los sueños pararon, y ella los desterró al olvido. Sally jamás le había preguntado si sabía algo de lo sucedido aquella noche, y con el paso del tiempo, a medida que empezó a añorar a su hijo, nunca se le ocurrió interrogarla. Por su parte, ________ nunca había querido perder la esperanza. Le resultaba más fácil olvidar aquella noche de verano de un pasado lejano, hacer ver que no había existido.
Sin embargo ya no tenía ese privilegio. No, con un extraño, un impostor, un criminal intentando ganarse la confianza de Sally y hacerse con su fortuna. No, con unas pesadillas que regresaban para arrancarla del sueño.
Tendría que haber confesado la verdad hacía tiempo, aunque hubiera destrozado a Sally; pero no lo hizo. No estaba dispuesta a desenterrar sus imprecisos recuerdos, a causarle tanto dolor a la persona que más quería en el mundo.
Difícilmente podría contar la verdad tantos años después. Se limitaría a mantener la boca cerrada y los ojos bien abiertos, y a esperar a que él se delatara a sí mismo.
Se limitaría a tener la esperanza de que los sueños no volvieran.
Patsy Styles parecía más joven que su hijo George y sólo ligera mente más guapa. Cosa que no era de extrañar teniendo en cuenta que su rostro y su cuerpo, de cincuenta y ocho años, estaban en constante progreso, que continuamente daban fe de los milagros de la cirugía estética, el ejercicio compulsivo y todas las dietas de moda conocidas por las mujeres. Era una perfecta imitación de una Barbie, una combinación de maquillajes de setenta y cinco dólares los cien gramos y bronceado artificial en las más sofisticadas máquinas de rayos ultra violeta. Esta Styles de ojos pardos clavó la vista en ________ con su habitual y ambiguo desinterés, y encendió un cigarrillo con experta elegancia.
—¿Cómo estás, ________? —Ese era su saludo característico. No tenía el menor interés en la respuesta de ________, pero eso no le impidió a ésta decir la verdad.
—Preocupada —respondió rotundamente.
La reacción de Patsy era más una mueca que una sonrisa.
—¿Acaso no lo estamos todos? ¿Dónde está el misterioso heredero desaparecido? No he alterado mis planes de hoy y me he arrastrado hasta aquí sólo para holgazanear y perder el tiempo.
Estaba estirada en el sofá del salón, sus piernas perfectas, decorosamente cruzadas. No era casualidad que se hubiera estirado en un sofá de color rosa que acentuaba su traje de chaqueta beige claro. Patsy sabía cómo escoger los complementos, incluso cuando se trata ha de servir de adorno a los muebles.
—No he visto a Harry en toda la mañana —comentó ________, omitiendo el hecho de que había procurado evitarle a toda costa desde su llegada a Vermont unos tres días antes—. ¿Hace mucho que has venido?
—Tengo la impresión de que hace horas, cariño —respondió casi bostezando con delicadeza—. Me ha traído George; siempre ha sido un hijo maravilloso. Aun así, todo esto es agotador, ¿no te parece? Anda, ve a buscar a Harry y dile que su querida tía Patsy se muere de ganas de volver a verle. Por no mencionar a su primo George. Los dos tenían la misma edad y de pequeños eran uña y carne.
—Siguen teniendo la misma edad y nunca se han soportado —señaló ________. Patsy la ignoró, siempre dispuesta a cambiar la historia familiar como le convenía.
Las cosas habían ido de mal en peor. Patsy y Warren eran ciertamente malvados; George Clarendon, conocido en su juventud como George el Granuja, era el peor de todos. Un joven elegante, guapo, sarcástico, que parecía estar siempre observando a todo el mundo, haciendo una lista mental de sus defectos.
—Creo que Harry se ha ido con Warren otra vez. Al parecer se llevan muy bien —dijo con frialdad.
Patsy la miró fijamente.
—¡Qué sorpresa! —susurró—. Nunca me hubiera imaginado que Harry y Warren pudieran congeniar. Claro que han pasado dieciocho años. Las personas cambian.
—Sí.
—Aun así —continuó Patsy—, me parece realmente curioso. Si Warren le acepta sin reservas, entonces no creo que haya razón alguna para que yo dude que es el verdadero Harry. A fin de cuentas, Warren es mucho más observador y desconfiado que yo; me lo dice constantemente. Supongo que debo creerle cuando dice que es el auténtico Harry.
________ no dijo absolutamente nada, ocasión que Patsy no desperdició.
—Sally cree que es él, ¿verdad?
—Totalmente.
—¿Y tú, querida?
________ odiaba que la llamaran querida, y sospechaba que Patsy lo sabía. Logró esbozar una fría sonrisa.
—Soy desconfiada por naturaleza. Patsy se encogió de hombros.
—Supongo que yo tendré que sacar mis propias conclusiones. —Miró por la ventana. El día era gris y frío, y aún quedaban restos de la reciente nevada cubriendo el paisaje pardo y llano—. No es la mejor época del año para convocar una reunión familiar. Tessa y Grace también vienen hoy, pero al menos he convencido a Grace de que no traiga a sus repugnantes hijos. Los niños me producen urticaria.
________ no se había dado cuenta de que las cosas podían seguir empeorando de forma drástica, pero la inminente llegada del resto de los hijos mayores de Patsy era la gota que colmaba el vaso.
—Iré a decírselo a Constanza —se ofreció, dando vueltas por el salón, deseando largarse de ahí y dar un ****azo a algo.
—No será necesario, querida —dijo Patsy con un lánguido movimiento de la mano—. Ya la he avisado. Aunque supongo que habrás estado durmiendo en la habitación que Tessa ocupa normalmente. ¿Te importaría dejarla libre? Tessa es muy especial para esas cosas, y si debe compartir habitación, preferirá que sea con Grace. ¿Lo entiendes, verdad? —Sonrió con dulzura.
—No hay problema —afirmó ________ sin inmutarse.
—Menos mal que Sally renovó la casa hace unos cuantos años, de lo contrario estarías instalada en las dependencias de los criados con Ruben y Constanza. No es que eso sea nada grave; Sally les mima muchísimo, siempre ha sido fácil sacarle el dinero. —Obsequió a ________ con una amable sonrisa.
________ tardó algunos segundos en darse cuenta del hormigueo que sentía en los dedos. Apretaba las manos con tanta fuerza que hahía perdido toda sensibilidad en ellas. Se obligó a relajarse, a responder a su sonrisa de niña mimada con otra sonrisa. Conocía a Patsy de toda la vida, y sabía distinguir perfectamente entre lo que era pura malicia y lo que era simple consecuencia directa de sus intereses personales.
—Iré a trasladar mis cosas —anunció ________—. ¿A qué hora vendrán Tessa y Grace?
—Oh, estarán aquí de un momento a otro —respondió Patsy con ligereza—. Busca a Harry, ¿quieres?
—Por supuesto —dijo, mintiendo más que hablando. La última persona del mundo que deseaba ver en ese momento era al falso Harry Styles, aunque encontrarse con George el Granuja le iba la zaga.
Como era de suponer, Harry la estaba esperando en el pasillo, justo frente a su habitación.
—Tienes cara de pocos amigos —le dijo con displicencia. Estaba apoyado contra la pared, observándola con ojos entornados y expresión indescifrable. Llevaba puestos unos tejanos desteñidos que se adaptaban a su largirucho cuerpo, un jersey grueso de algodón y zapatillas de deporte.
________ se detuvo y le miró con expresión crítica.
—No vistes como un verdadero Styles —le espetó con brusquedad.
—Tu comentario no me ha dolido y ni mucho menos me matará se defendió él—. ¿Y cómo se viste un Styles, si puede saberse?
—¿No te lo ha dicho tu fuente de información?
Harry chascó la lengua.
—¡Mira que llegas a ser cruel, ________! ¿Por qué te resistes a confiar en mí?
—Averígualo tú mismo. —Le apartó de un empujón y entró en su habitación dando un portazo. El detuvo la puerta, entró también y le la cerró despacio. Estaban solos allí dentro.
________ no le hizo caso. Abrió un cajón de golpe y sacó su ropa cuidadosamente doblada. Harry permaneció de pie observándola.
—¿Es éste el tipo de ropa que llevan los Styles? —preguntó con curiosidad, inclinándose para coger sus pantalones caqui perfectamente planchados—. La encuentro aburrida y yuppie.
—Dudo mucho que sea yuppie —comentó ________ secamente—. Los Styles no pueden ascender más socialmente; ya están en la cima de la pirámide social. Si quieres saber cómo vestirte, fíjate en tu primo George.
—¿Va a venir? —Harry dio un chasquido de disgusto—. ¿Sigue haciendo honor a su apodo?
—No —le respondió—. Ya está aquí, anhelando el conmovedor reencuentro. Si me disculpas, tengo que dejar libre esta habitación para sus hermanas y no dispongo de tiempo para una conversación trivial.
—¿También te echan de aquí? Siempre puedes venir a dormir conmigo.
Era lo que le faltaba por oír tras una serie de espantosos e interminables días. Sin pensárselo dos veces, ________ alargó el brazo y le dio una sonora bofetada que alteró la tranquilidad reinante en la habitación.
Harry no se inmutó, ni se movió. Su mirada azul verdosa se endureció unos instantes, pero a continuación su boca perversamente sensual dibujó una sonrisa.
—Eso ha sido un error, querida ________ —susurró.
—¿Tuyo o mío? —Le sorprendía lo que acababa de decir, pero no estaba dispuesta a exteriorizarlo. Era la primera vez en su vida que pegaba a alguien, y ahí estaba él, con una marca en la cara que enrojecía su piel blanca.
—Lleguemos a un término medio. Yo me guardo para mí mis pensamientos lascivos y tú vigilas que tus manos se estén quietecitas. —Su aspecto arrepentido resultaba cautivador, era tan similar al del auténtico Harry intentando recuperar el favor de alguien, que a ________ se le encogió el corazón.
Le tendió la mano. Tenía unas manos fuertes y bonitas, unas manos masculinas, de largos y elegantes dedos. ________ no lograba recordar cómo eran las manos de Harry.
—¿Hacemos las paces? —preguntó él con amabilidad, mintiendo.
________ miró su mano fijamente.
—Por encima de mi cadáver.
Pensaba que se pondría furioso. Esperaba menosprecio y furia, en su lugar sonrió abiertamente con una suficiencia sagaz que seguía siendo irritablemente atractiva.
—¡Ay, ________! —susurró Harry—. ¡Va a ser tan divertido ganar tu confianza!
Y se fue, cerrando la puerta con suavidad al salir.