Harry estaba tan ocupado desplegando sus encantos con Constanza que apenas desvió la vista cuando ________ entró en la cocina y dejó su taza vacía sobre la encimera de azulejos.
—Es fantástico que el señorito Harry esté aquí —declaró Constanza entusiasmada.
—¡UHF …! —________ se sirvió otra taza de café en la que metió deliberadamente un tranquilizante que había sacado de su frasco de pastillas. Harry no se sorprendió demasiado.
—Me temo que ________ no está de acuerdo contigo, tanza —dijo él perezosamente.
Alguien debía haberle dicho cómo apodaba el verdadero Harry a la mujer que durante su infancia había sido medio cocinera medio niñera. ________ no oía ese apodo desde hacía años.
—¿No se alegra de que usted haya vuelto? —preguntó sorprendida.
—No está segura de que sea yo.
Constanza se rió.
—No diga bobadas, señorito Harry. ¿Cómo iba a pensar que no es usted? ¿Cómo podría dudar? La señora Styles le conoce; es imposible que una madre no reconozca a su hijo. Además, está igualito que antes.
—No, por Dios —comentó él con sinceridad—. He ganado en edad y en sabiduría.
—Tal vez —susurró ________. Constanza sacudió la cabeza.
—Se pasaban el día entero discutiendo. No debería sorprenderme que sigan haciéndolo. Y ahora, a sentarse, que haré huevos revueltos para desayunar.
—No tengo hambre, Constanza. Prefiero que salgamos ya.
—Nunca tiene usted hambre, señorita ________ —le regañó Constanza—. Es un insulto a mi cocina, y no pienso consentirlo. Si no se sienta y come algo, se lo diré a la señora Styles, y ya sabe lo mucho que se preocupará.
Ambas sabían que era una amenaza llana. Ninguna de las dos tenía intención de inquietar más a Sally, pero ________ se sentó igual mente, resistiendo el impulso de sacarle la lengua a Harry.
—Hazme sólo una tostada —susurró antes de dar un sorbo de café.
—Se morirá de hambre —le advirtió Constanza—. Además, ¿a qué viene tanta prisa?
—Quiero volver lo antes posible.
Constanza se acercó a ________, y se puso las manos en la cadera.
—¿Qué tontería es esa? Necesita tomarse un respiro, apenas ha salido de casa en los últimos ocho meses. La señora Styles no se va a morir en cuestión de horas, y entre todos nos ocuparemos de ella. Tómese unos días libres y diviértase. Le sentará bien la brisa del mar.
Harry contemplaba la escena con gran interés, y ________ hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no prestarle atención.
—Puede que más adelante —comentó.
—Te refieres a después de que mamá haya muerto? —murmuró Harry—. ¡Eres una morbosa!
________ había dormido muy pocas horas y bebido demasiado café.
—Llevo más de un año tratando de aceptar la inminente muerte de Sally. Lo siento si te parezco algo brusca, pero tampoco has estado aquí para poderte hacer a la idea.
—A ver si te aclaras, ________. O soy un maldito farsante sin derecho a acaparar toda la atención, o soy un hijo malvado y desagradecido que ha llegado demasiado tarde para hacer algo positivo.
—Para mí está claro.
—¿Ah, sí? Entonces no hace falta que te pregunte por qué opción te decantas, ¿no?
—De cualquier manera, eres despreciable.
—Querrás decir «dezpreciable».
Soltó la taza de café, mirándole súbitamente sobresaltada. De pequeña sólo le unía una cosa con el salvaje de Harry Styles: una inexplicable pasión por Bugs Bunny y su pandilla. «Dezpreciable» y «¿Qué hay de nuevo, viejo?», eran sus contraseñas.
Sin embargo, Harry estaba muerto y esos dibujos animados, como los del Pato Lucas, los reponían cada cierto tiempo. Cualquier niño de la generación de Harry los habría visto mil veces. Era una casualidad que hubiera acertado, pura lógica.
Era exasperante.
Harry se levantó antes de que ________ dijera nada y ésta se forzó a mirarle. Iba vestido igual que antes, con la misma ropa holgada y de desenfadada, unos tejanos descoloridos y un jersey de algodón, y ni siquiera se había tomado la molestia de peinarse esa mañana. Tal vez Harry pensaba que un poco de desorden en su cabello le hacía parecer más tractivo. Tal vez estuviera en lo cierto.
—Venga, princesa. Eres tú quien tiene tanta prisa. Si tienes hambre pararemos por el camino en un McDonalds.
________ se estremeció sólo de pensarlo.
—Los Styles no comen en McDonalds —dijo.
—Tú no eres una Styles
Fue una afirmación hecha sin malicia. Necesitó hacer uso de todo ti auto-control para que su reacción no se le reflejase en el rostro, para no responderle con el obvio «Tú tampoco». Le ignoró, y se le levantó también.
—Iré un momento a despedirme de Sally. —Caminó en dirección a la puerta pero él la agarró del brazo, acercándola hacia sí; ________ tuvo la sensatez de no intentar soltarse.
—Está durmiendo. Ha pasado una mala noche. Ya le he dicho adiós de parte de los dos.
Permaneció quieta durante un instante. No había nada que pudiera decir, ni forma alguna de defenderse. Se limitó a asentir con la cabeza.
—De acuerdo. Entonces iré a buscar mi maleta.
—¿Para qué necesitas una maleta? Creía que estabas decidida a no pasar la noche fuera.
—La señorita ________ es una mujer muy precavida —anunció Constanza, orgullosa—. Siempre le ha gustado estar preparada para todo.
—¡Ah…, pero eso es imposible! —exclamó Harry—. El destino tiene la manía de jugarnos malas pasadas.
________ clavó los ojos en él el tiempo necesario para asegurarse de que supiera que ella le consideraba una de las peores bromas que el destino le había gastado jamás.
—Te veré en el coche.
Capitulo 6/parte 2