capitulo 24

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Se fue. Cinco días más tarde Harry se fue sin mediar palabra. ________ era consciente de la sarta de mentiras que éste había contado a la policía, y, obedeciendo consternada, le siguió el juego. Carecía de importancia el porqué de tales mentiras, lo único relevante era que Harry ni se había acercado a ella, ni la había tocado desde que la policía apareciera en aquel acantilado rocoso y se los llevara consigo.
Vivía aturdida. Sally recibió sepultura con pompa y solemnidad, y a su lado enterraron a Warren. Lo de George fue completamente distinto, una ceremonia pequeña e íntima, con la sola asistencia de sus dos hermanas. La última sobredosis de Patsy impidió que el oxígeno le llegara al cerebro durante el tiempo suficiente para causarle daños significativos, y se refugió en un mundo feliz e irreal lleno de telenovelas y vodka y enfermeras que la cuidaban las veinticuatro horas del día.
Y Harry ya no estaba. Harry, que había dicho a la policía que era un impostor, que el verdadero Harry Styles había sido asesina do por su primo George hacía muchos años. Una mentira tan elaborada como sencilla, tan verosímil que despertó dudas en ________. Warren había ido en su busca, con la intención de desenmascarar a su sobrino asesino. Y había dejado suficientes pruebas documentales que demostraban que era Samuel Kinkaid, precisamente quien decía ser. Un trotamundos expatriado.

Yo tengo una enfermedad de ti 
Mi voluntad no puede resistir 
No decido si me quedo si me voy 
Sé que al final tu no eras para mí 
Pero es que el alma no sabe elegir 
Perdí la brújula,no se ni a donde voy

Pasaron los meses, tras la primavera llegó el verano, al que sucedió el otoño, y ________ seguía sin tener escapatoria. La mayoría de los Styles ya se habían ido, pero ella continuaba ligada a la casa, a la familia. Patsy se instaló en la antigua habitación de Sally, y si ocasionalmente recordaba que en su día había tenido un hijo, era un pensamiento fugaz, perdido en una neblina de fantasía y medicamentos.
Por alguna *beep* razón ________ seguía esperando que Harry regresara. Que se presentara en su habitación en plena noche, que apareciera por el umbral de la puerta como había hecho aquella mañana de invierno, convirtiendo su vida en un caos. Pero no volvió. Y cuando cayeron los primeros copos de nieve, ________ se dio cuenta de que no podía esperar más.

De toda la miríada de abogados que había contratado la familia Styles, el que le inspiraba más confianza era Gerald Townsend. Éste, poco a poco, respetando su necesidad de mantenerse a distancia, la había ido introduciendo en la complejidad de los testamentos, y ________ había contado con él para tomar las decisiones adecuadas. Nunca habían comentado lo ocurrido, se limitaban a hablar con educación de fondos, mercados financieros y fideicomisos.
Pero ya era hora de irse.
—Me preguntaba cuándo encontrarías un momento para hacer me preguntas —comentó el anciano con amabilidad al verla entrar en la biblioteca de la casa de Vermont. ________ se había ofrecido a desplazarse hasta su oficina, pero él había insistido en ir a visitarla. Había hecho hincapié en que clientes tan importantes como los Styles merecían un trato especial, y ella no se molestó en llevarle la contraria.
—No tengo nada que preguntar —apuntó ella—. Sólo quiero tener acceso a mi fideicomiso para poderme largar de aquí. Todo lo de más ya está solucionado, ¿no? No tengo que hacer nada más.
—No, no tienes que hacer nada más —repitió el abogado—. Eres libre. Eso es lo querías oír, ¿verdad? Le dije a Sally que debía haberte dejado marchar hace años, pero era una mujer muy posesiva y te quería con locura.
—Tampoco me hubiera ido —dijo ella.
—No, supongo que no. —Suspiró—. Todo este asunto ha sido penoso.
—Sí, así es —afirmó ella con sequedad.
—No logro entender cómo ese muchacho pudo renunciar a tanto dinero —explicó.
—No era Harry. —________ se sabía la mentira de memoria.
—No seas ridícula; ambos sabemos que era él. Pero se empeñó en que no quería llevarse un duro de la fortuna de los Styles, y ahora ya es tarde para cambiar de idea. Si él hubiera querido, yo podría haberme sacado algún resorte de la manga. Lo más curioso es que aun habiendo perdido el tren esté agradecido.
________ levantó la cabeza de golpe.
—¿Has estado en contacto con él?
—¡Por supuesto que sí! He precisado de su cooperación para asegurar los aspectos legales pertinentes. También me he encargado de todo para que comprara una casita en Martha’s Vineyard, aunque, da das las circunstancias, me pregunto para qué la querrá.
—La casa de los Robinson —se apresuró a decir ________, era una afirmación, no una pregunta.
—Exacto. Claro que, pensándolo bien, me lo puedo imaginar.
—¿Dónde está ahora?
—En Italia. Me parece que tiene una casa en un pueblecito de la Toscana. Al menos allí es donde le he estado enviando todo el correo.
—¿Y de qué vive?
—Creo que cuando tenía unos veinte años fundó una pequeña empresa por cuya venta le dieron una considerable cantidad de dinero. Hace lo que le interesa. No tiene ni de lejos el mismo volumen de activos que los Styles, o que tú por ejemplo, pero no todos tenemos las mismas necesidades.
________ le miró, estupefacta.
— No es que me queje del fideicomiso que me dejó Sally, pero no es más que un buen pico con que complementar mis ingresos.
Ahora era el abogado el que miraba estupefacto.
—Vamos a ver, ________, ¿no te has enterado de todo el tinglado legal de estos últimos seis meses?
—No.
—Después de que Harry fuese declarado muerto, la herencia de Sally, una vez quitado tu legado y el de los distintos criados, se dividió equitativamente entre sus dos hermanos.
—Eso ya lo sabía.
—¿Y no sabías que eras la única heredera de Warren?
Le miró, boquiabierta.
—Imposible.
—Lo digo en serio, has firmado papeles reconociéndolo. Hace más de diez años que Warren hizo su testamento. Eramos buenos amigos, ______, y a pesar de sus deslices nunca fue un irresponsable. Su herencia, de por sí grande, junto con la mitad de la de Sally, asciende a una importante suma de dinero. —Se mostró dubitativo—. Supongo que el joven Kinkaid estuvo siempre al corriente de ello.
—¿Él sabía que yo era la heredera de todo eso?
—Sí.
—Y se fue.
—Así es —dijo Townsend—. Estoy seguro de que en la Toscana es bastante feliz. Supongo que Citté-del-Monte debe ser un pueblo precioso, aunque debe de ser difícil llegar si no se conoce el camino. Afortunadamente, ha tenido el detalle de darme un plano exacto de dónde vive por si hubiera una emergencia.
—¡Qué suerte! —exclamó ________.
—Tal vez podría proporcionártelo, por si alguna vez te hace falta —sugirió el anciano inocentemente—. No me pareció oportuno decírtelo antes. En mayo te llevaste un susto terrible con todo lo que ocurrió, y supongo que el señor Kinkaid también necesitaba un poco de tiempo. Pero estoy convencido de que a estas alturas no hay nada de malo en que te dé la información. Al fin y al cabo, ¿qué uso podrías hacer de él? —Su agradable sonrisa era terriblemente paternal, y ________ se dio cuenta de que tenía lágrimas en los ojos cuando le devolvió la sonrisa.
—Eso, ¿qué uso podría hacer de él? —repitió ella.

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