A la semana de su última visita la luna estaba menguando, pero seguía brillando sobre el agua. Las hojas cubrían los árboles, ocultan do gran parte de la calle, y ya había más luces de punta a punta de la bahía. A principios de mayo el lugar empezaba a cobrar vida.
Harry ya había colocado un colchón en la habitación, empujando la elevada cama hacia las ventanas para hacerle un hueco, aunque no se había preocupado de traer algo tan civilizado como unas sábanas. Y ella no estaba dispuesta a ocuparse de eso. Se quitó los tejanos y se metió en la cama, sin sacarse el sujetador y las braguitas que llevaba debajo de la camiseta. Probablemente también debería haberse dejado puestos los tejanos, además de cubrirse con más ropa, salvo que sabía que ni con toda la ropa del mundo conseguiría mantener a Harry Styles a distancia. Tenía que confiar en su propio e imprevisible instinto de supervivencia.
Apagó las luces y se acurrucó en la cama, tapándose con el edredón. La habitación estaba mal ventilada, olía a la humedad típica de las casas cerradas, y entreabrió una de las ventanas, dejando que entrara por la rendija el fresco aire primaveral.
Era fresco, húmedo y extrañamente reconfortante. Se hundió aun más bajo el edredón y deseó dormirse antes de que llegara Harry y pudiera sentirse tentada.Harry la había mentido, cómo no, pero mentir a ________ Smith ya se había convertido en un hábito. Podía reprogramar el sistema de seguridad, pero no había ninguna garantía de que eso impidiera el acceso a cualquier Styles decidido a entrar. Conocían demasiado bien este lugar.
Claro que, con la cantidad de dinero que estaba en juego, quien quiera que estuviera detrás de todo esto podía siempre recurrir a un profesional que se encargara de liquidarles. Pero no creía que llegaran a ese extremo. Todavía podía ver la silueta de la persona que le disparó en la playa de Edgartown, a pesar de que a su obstinada mente se le escapaba la cara en cuestión. No obstante, estaba convencido de que era un rostro conocido.
En ocasiones se había preguntado si era la propia Sally la que le había seguido hasta la playa y había intentado matarle. Harry había sido una pesadilla, un problema para ella, y al enterarse de que no había ninguna razón biológica por la que Sally tuviera que quererle, no le quedaba más remedio que aceptar la posibilidad de que fuera ella la que había procurado deshacerse de él.
Al volver a casa supo que no había sido ella. Pero por alguna razón, desde su regreso hacía unas cuantas semanas, no se hallaba más cerca de saber la respuesta.
De lo único que estaba más cerca era de ________ Smith.
La encontró en la cama, hecha un ovillo y bien abrigada, de espaldas a él, como si no existiera. La luz de la luna entraba a raudales por la ventana, extendiendo un haz plateado por toda la habitación, y Harry se preguntó cuál sería su reacción si se tumbaba en la cama junto a ella.
No se atrevió a hacerlo. Había aprendido a sobrevivir gracias a sus instintos, y éstos le decían que su enemigo andaba cerca. No podía permitirse el lujo de ser distraído por la irresistible mujer que amaba.
Enamorarse de ella era un terrible error, claro que eso no era ninguna novedad. La había querido desde que tuvo uso de razón, e incluso durante su autoimpuesto exilio había seguido soñando con ella.
No se entretuvo desnudándose, sencillamente se dejó caer sobre el colchón y se estiró. La brisa que entraba por la ventana abierta era fría, cosa que agradeció. Fuera se oía el agua del puerto, un sonido suave, relajante, y se preguntó si sería capaz de dormirse.
Entonces se durmió.________ no estaba segura de lo que la había despertado. La habitación estaba muy oscura, iluminada únicamente por la tenue y plateada luz de la luna, y dedujo que debían ser las dos o las tres de la mañana. Permaneció muy quieta en la cama, escuchando, todos sus sentidos alerta de inmediato. Y luego se dio cuenta de que Harry también estaba despierto.
—¿Harry? —La voz de ________ no era más que un mero susurro en el aire de la noche.
—¿Si? —respondió él al cabo de un momento, sin moverse.
________ se apoyó en los codos y le miró desde la cama. Estaba echado sobre el desnudo colchón, completamente vestido, sin sábanas, mantas ni almohadas. Si había dormido desde luego no había sido mucho rato; incluso a la tenue luz de la luna se le veía ojeroso y ausente.
—Harry —repitió ella, sin saber lo que iba a preguntarle, sin saber cómo preguntárselo.
—No lo hagas.
—Que no haga, ¿qué?
Harry, desesperado, cerró los ojos.
—No me mires así, no te acerques a mí para llorar, no me digas que te sientes perdida y herida. Por lo que más quieras, ________, déjame en paz.
Ella apartó las sábanas y empezó a bajar de la cama.
—Entonces me iré a otra habitación...
Harry la agarró por el desnudo tobillo con su mano grande y fuerte.
—No, no te irás. Échate y duerme.
—No puedo dormir.
—Y yo no puedo ser tu somnífero.
—¿A qué te refieres?
—A que todo esto ya me resulta bastante difícil de por sí, sin tener, además, que dar consuelo célibe. Estoy sufriendo. Y te necesito. Estoy haciendo todo lo posible para respetar tus deseos y no tocarte, pero me sería de gran ayuda que no me miraras con esos malditos ojazos y...
De pronto, ________ se sentía más tranquila.
—Sólo quería hacerte una pregunta.
El suspiró, tratando, obviamente, de controlar sus impulsos.
—¿Qué?
—¿En serio cruje esta cama?
Por un momento, Harry parecía confundido.
—Sí. Compruébalo tú misma.
Ella se movió, y la cama crujió ruidosamente. Volvió a moverse, y se sentó en el colchón, junto a él.
—¿De verdad me necesitas? —murmuró ella, acariciándole la cara. Le pareció que, a diferencia de sus manos, la piel de Harry estaba caliente, y notó que se le entrecortaba el aliento.
—Te necesito —contestó él bruscamente.
—Muy bien —susurró ________. Y se inclinó hacia delante y le besó en la boca, con tal dulzura que Harry debería haber adivinado que le amaba.
Pero los hombres no eran los seres más observadores del planeta, lo cual, en cierto modo, era una bendición. Harry aceptó el beso ofrecido, deslizando las manos por la espalda de ________, meciéndola. Y a continuación le devolvió el beso, un beso lento, largo y suave, distinto a todos los que le había dado con anterioridad. La había besado con encendida pasión. La había besado con rabia y sed de venganza y lujuria incontrolable. Pero nunca con un placer tan dulce y puro.
________ notó que el deseo se le arremolinaba en la boca del estómago, subiendo en espiral hacia sus senos. Cuando él la tumbó de espaldas, ella accedió de buen grado, cerrando los ojos mientras la boca caliente de Harry recorría sus mejillas, sus párpados y el contorno de sus labios, depositando besos en ellos.
Y luego se incorporó, y ella, desconcertada, abrió los ojos en plena oscuridad. Él la estaba mirando, era imposible descifrar su expresión.
—Pensaba que me necesitabas —dijo ella.
—Y te necesito. Es sólo que no estoy seguro de querer una mártir en mi cama.
________ se rió, extrañamente divertida.
—Pero, ¿tú eres tonto o lo haces ver? —comentó entre dientes—. Créeme, no me importa nada que me obligues a disfrutar de un buen sexo. Estoy dispuesta a tan noble sacrificio.
—¿Buen sexo? —repitió él, sin intentar tocarla.
________ empezó a ponerse seria. ¡Había estado tan convencida de estar a salvo entregándose a él! De que la quería, al menos físicamente, tanto como ella a él. Ahora ya no estaba tan segura.
—¿Estás dispuesto a ofrecerme algo más? —le preguntó ella.
Harry permaneció inmóvil, mirándola durante largo rato, pensativo. Y después se saco el jersey por la cabeza, tirándolo por los aires, y su pecho parecía oro blanco a la luz de la luna.
—Sí —respondió.