Aquella noche de fines de abril hacía mucho frío. Harry nunca había pasado un año entero en Vermont, por lo que no sabía cuándo empezaba la primavera, pero estaba seguro de que tendría que haber comenzado ya. Le habría sido más agradable allanar la biblioteca en una noche cálida y no con ese aire glacial.
________ no había dicho nada al pasar junto a él; a lo mejor pensaba ignorarle durante lo que le quedara de vida a Sally. Harry se las había hecho pasar canutas, tal vez había forzado demasiado la máquina. Quería minar las fuerzas de ________ para que no pudiera defenderse; de lo contrario habría que estar preparados para lo peor.
Esta noche haría calor en Italia. Las estrellas brillarían sobre su recién reparado tejado, y su vida sería plácida y tranquila. En cuanto encontrara respuesta a sus preguntas
Antes de salir a la terraza enlosada que conducía a la biblioteca, había desconectado el sistema de seguridad. Abrir la puerta usando su tarjeta de crédito sería pan comido.
Si ________ gritaba, actuaría con rapidez, pero estaba echada en el sofá-cama, observándole.
Harry no se había equivocado; ________ había colocado una silla frente a la puerta de entrada, sin caer en la cuenta de que la de la terraza era igual de peligrosa.
—¿Te importa que encienda una luz? —preguntó Harry con toda la naturalidad del mundo mientras corría el pestillo de la puerta de fuera. Podía tomárselo con calma; ________ no escaparía tan fácilmente si una silla le bloqueaba el paso de la otra puerta.
—Sí. —Su voz sonaba autoritaria, intransigente.
—¿Prefieres hacerlo a oscuras?
—¿El qué? Gritaré con todas mis fuerzas.
—En esta casa, ya sea por la edad o porque les interesa, casi todos están sordos. E incluso a oscuras, sé moverme con rapidez. Puedo hacerte callar antes de que hayas empezado siquiera.
—¿Para qué has venido?
Harry se acercó a ella. Veía bastante bien en la oscuridad, y ________ parecía pálida, ofuscada y enfadada. Eso estaba bien. Le atemorizaba un poco encontrársela llorando.
A Harry no solía impresionarle una mujer llorando. Pero sabía que por alguna razón no sería capaz de mostrarse insensible a las lágrimas de ________. Sobretodo si era él quien las había causado.
Ya le había hecho suficiente daño años atrás. No se merecía llorar más.
—¿Te importa si me siento? —Harry pensó que siendo educado ________ no se sentiría ofendida.
—Sí.
Se sentó igualmente, al borde del colchón, cerca de su cuerpo cubierto por un mullido edredón. ________ se apartó, como si estuviera ante una serpiente de cascabel, y Harry estuvo a punto de agarrarla por el tobillo. Resistió el impulso. Ya tenía suficientes problemas; no que ría empeorar las cosas.
Durante minutos que se hicieron eternos, los dos permanecieron sentados en la oscuridad, en incómodo silencio. A Harry le hubiera gustado que ella lo rompiera, pero era más tozuda, si cabe, que él. Más tozuda que Sally, pensó Harry, molesto por ese asomo de admiración que sentía. Si quería conseguir acostarse con ella, tendría que ser él quien tomara la iniciativa.
—¿No quieres preguntarme nada? ¿No quieres gritarme?
—No vale la pena. No servirá de nada si grito. Y me temo que todas mis preguntas ya tienen respuesta.
Era mejor así, se dijo Harry. Era mejor que ella pensara que era un impostor, un farsante, un canalla. Eso se dijo, pero se estaba mintiendo a sí mismo.
—Muy bien —dijo perezosamente—. Entonces supongo que ahora me toca a mí hacer preguntas. ¿Qué piensas hacer?
—¿Con qué?
—Con la verdad que acabas de descubrir. No has ido corriendo a contárselo a Sally, claro que puede que estés esperando a mañana. ¿O es que estás pensando en ir a la policía?
—Se me había ocurrido hablar con los abogados.
—No es una buena idea —murmuró—. ¿Y si alguno de ellos está metido en esto con Warren y conmigo? Y ya sabes lo despiadados que pueden llegar a ser los abogados. Aquí hay mucho dinero en juego. Es posible que Warren no conozca ningún asesino a sueldo, pero no me sorprendería que alguno de los abogados de la familia Styles contratara uno.
—A lo mejor cuentan con que seas tú quien haga el trabajo.
Harry sacudió la cabeza.
—Soy un impostor, no un asesino —aclaró—. Si el plan se va a pique me largaré. No intentaré forzarlo.
—De momento sigues aquí.
—Porque no estoy seguro de que el trato se haya terminado. ¿Qué harás, ________?
________ suspiró, nerviosa. Respiraba entrecortadamente, como si hubiera estado llorando, pero Harry sabía que no había llorado.
—Aún no lo sé. Depende de muchas cosas.
—¿De qué, por ejemplo?
—De lo que le ocurrió al verdadero Harry Styles. ¿Está muerto?
Harry sabía que ________, a oscuras, no le vería sonreír irónicamente.
—Dímelo tú. Eres el único testigo de aquella noche en Lighthouse Beach.
—No, no soy el único. Quienquiera que intentara matarle sabe lo que sucedió.
—¿Y si esa persona ya ha pasado a mejor vida? A lo mejor se trataba de un padre que estaba harto de que Harry persiguiera a su hija y decidió mandarle al Otro barrio.
—Lo dudo mucho.
—¿Tu crees que está muerto?
________ no respondió.
—¿Qué haces aquí todavía? Si tuvieras un poco de sentido común te largarías.
—Ya te he dicho que no estoy seguro de que el plan se haya desbaratado. ¿En serio quieres que Sally se despierte y vea que su querido hijo ha vuelto a desaparecer? Eso la mataría.
—De todas formas, se morirá. —La monótona voz de ________ no dejaba traslucir su emoción.
—Sí, es cierto. A lo mejor puedes adelantar el proceso. Al fin y al cabo, seguramente heredarás bastante poco dinero, y ya no tendrás que volver a ver a esta familia nunca más. Debes estar hasta el gorro de mover el **** cada vez que chasquean los dedos.
—Tampoco es para tanto.
—¿Crees que Warren te quiere como a una sobrina? —la desafió.
—Warren no quiere a nadie; ya deberías saberlo. No me extraña que te haya puesto al día de los pormenores de esta familia. El amor, la honra y la unión familiar no están entre sus virtudes.
—Tienes razón.
—No me he quedado por Warren y el resto de la familia.
—Yo me imaginé que te habías quedado por el dinero —comentó Harry.
—Si eso es lo que crees, adelante, créetelo.
Harry sabía perfectamente que no era verdad, aunque por el bien de ________ hubiera preferido que sí lo fuera. Si hubiese sido una ambiciosa calculadora, o incluso una mujer con un nivel de autoestima y avaricia razonable, estaría mejor de lo que estaba ahora, víctima de las manipulaciones de los Styles.
—Ya sé que quieres mucho a Sally —admitió Harry—. Que te quedaste con ella porque la quieres y estás agradecida, y que la herencia te ha traído siempre sin cuidado. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Vas a decirle lo que arruinará sus últimas semanas de vida? ¿O piensas limitarte a contemplar cómo un impostor se burla de ella en su cara?
________ se mostró dubitativa.
—No creo que Sally sea el motivo de que Warren te contratara —sugirió—. ¿Para qué? ¿Para que muera más feliz?
—Realmente, eres muy ingenua, cariño —dijo Harry con toda naturalidad—. Pero ¿no acabas de decirme que Warren no tiene ni pizca de sentimental y honrado? No quiere ver peligrar su herencia.
—¿Y qué se supone que tienes que hacer tú? ¿Ceder todo ese dinero mediante un escrito y volver a desaparecer? ¿No te parece que sería un poco sospechoso?
—¿Quién podría ponerlo en duda?
________ se reclinó sobre las almohadas, su expresión era tranquila.
—Yo misma.
—Sin embargo, no lo harás. —Entonces Harry se movió, pero ________ no intentó esquivarle. Tal vez sabía que sería inútil. A oscuras, se inclinó sobre ella y le puso las manos sobre los hombros. Bajo sus fuertes manos, los hombros de ________ parecían pequeños y de delicados huesos.
________ permaneció inmóvil, mirándole, y Harry no pudo contenerse. Suavemente, con la única intención de provocarla, rozó los labios de ________ con los suyos.
—¿Sabes cómo podemos arreglar este pequeño problema, ________? —le susurró—. Es muy sencillo, no sé por qué no se me ha ocurrido antes. Warren me ha enseñado el testamento, tu herencia no es muy grande, podrías hacerte con un poco más para aumentarla. Creo que podría arreglarlo con Warren para que te diera parte de la herencia de Harry. ¿Qué te parecería eso?
Volvió a besarla, aumentando ligeramente la presión; los labios de ________ eran suaves y esponjosos bajo los suyos. Lo más inteligente habría sido apartarse, dejarla deseosa, anhelante.
Pero la tentación era más fuerte que él. Emitiendo un leve gemido, Harry colocó su boca, inclinada, sobre la de ________, abriéndola, usando la lengua.
Ella le devolvió el beso. Tampoco podía resistirse, se notaba en su boca, en el modo en que sus manos cogían a Harry por los hombros intentando alejarle, pero que, en cambio, le atraían más hacia sí. Le devolvió el beso, era más de lo que Harry podía soportar.
Y luego le apartó empujándole con fuerza. Harry no trató de agarrarse a ella, tal era la emoción que le causaban su boca, sus caricias y su olor; el impacto de su propia necesidad.
—Te propongo un trato —sugirió ________ con voz áspera y ahogada—. Mantente alejado de mí. No vuelvas a tocarme, ni a acercarte a mí. Dile a Warren que aún te odio, me da igual. Mientras me dejes en paz y no hagas daño a Sally, puedes hacer lo que te dé la maldita gana.
—¿Dónde está la trampa?
—En el momento en que me pongas una mano encima llamaré a la policía, sin importarme si la verdad le provoca un infarto a Sally. ¿ Entendido?
—Sí.
Harry sonrió con ironía, esperando que la oscuridad le impidiera a ________ verle, eso le delataría.
—Estoy sopesando qué es más importante: el dinero que me ha prometido Warren o **** contigo.
—Conmigo ya te has acostado —comentó ella amargamente—. Ve a por el dinero.
Habría sido muy fácil contarle la verdad. Le habría costado con seguir que ________ le escuchara y le creyera, pero podría haberlo hecho. Había demasiadas cosas que sólo ellos dos sabían.
Claro que entonces ella pensaría que Harry había falsificado la cicatriz y fingido la alergia a las gambas. Habría pensado que todo era una especie de montaje.
Harry no estaba muy seguro de lo que quería que ella creyera. De lo que quería en general, aparte de averiguar la verdad de lo ocurrido aquella noche. En cuanto tuviese las respuestas, lo demás vendría rodado. Y todo cobraría cierto sentido.
No estaba más cerca de la verdad de lo que lo había estado sentado sobre su tejado de la Toscana. La única diferencia estribaba en que ahora estaba metido en la familia que había abandonado hacía ya tanto tiempo. Estaba involucrado física y emocionalmente.
Y estaba con la niña/mujer que había dejado entonces. Si quería un poco de paz, tenía que prometer no volver a tocarla.
Los conceptos de paz y de no tocar a ________ Smith se oponían diametralmente, pero en ese momento no tenía ganas de pensar en ello. Lo que tenía ganas de hacer era retirar el edredón de ese esbelto cuerpo y comprobar si ________ seguía sabiendo tan bien como hacía un par de noches.
Pero no lo hizo.
—Prometo no acercarme a ti —afirmó—. Por ahora.
________ no parecía estar especialmente complacida.
—Tú verás lo que haces. Sé perfectamente que no soy irresistible, así que mejor dedícate a congraciarte con el resto de la familia. Aunque ya debes de haberlo hecho, ¿no? Después de haberme utilizado, claro.
—Yo no lo llamaría precisamente así —se quejó Harry—. ¿Acaso no te gustó?
—¡Largo de aquí!
Harry se levantó con un ligero e intencionado aire arrogante.
—¿Quieres que me vaya por fuera o puedo ir por dentro?
—Vete por donde has venido.
—¿Es que no quieres que nadie sepa que hemos sido amantes?
Harry era consciente de que ________ estaba a punto de perder los nervios, pero algo le impedía detenerse.
—Tú y yo no hemos sido amantes —respondió ________, con voz tensa.
—¿Ah, no? ¿Y qué fue lo de la otra noche, entonces?
—Un gran error.
—Y tú no puedes permitirte cometer un error, ¿no es cierto, ________? La perfecta ________, el arquetipo de lo intachable.
—No suelo repetir mis errores —afirmó.
—Lo repetirás.
—Ya te he advertido...
—Y yo te he dado mi palabra. No te tocaré, cariño. Ni siquiera respiraré a tu lado, ni te besaré como necesitas que te besen. No te llevaré a la cama ni te ****é hasta que pierdas el sentido. No, hasta que tú me lo pidas.
La risa de ________ sonó forzada.
—Adelante, sigue. ¿Y qué tal si te lo suplico de rodillas? Eso es lo que te gustaría, ¿no?
—No me gusta hacerme de rogar, ________. No tienes más que pedirlo.
Si ________ hubiera tenido algo a mano, se lo habría tirado a la cabeza, pero su sentido común le indicó que una guerra de almohadones no llevaría a ninguna parte. Simplemente siguió sentada en la cama, impertérrita, mientras Harry se iba sigilosamente por la puerta de la terraza.
________ salió a rastras de la cama minutos antes de las seis. Las cortinas de la biblioteca eran muy finas y dejaban que se colara la luz matutina, que se habría colado igualmente aun siendo éstas más gruesas. Justo después de irse Harry, ________ se levantó para poner una silla frente a la puerta de la terraza, pero no logró convencerse de estar a salvo de cualquier intruso. Si el hombre que se hacía pasar por Harry Styles quería llegar hasta ella, lo haría. Era implacable, y sólo su frágil promesa y su reconocido interés propio le mantendrían a raya.
Se duchó en el gimnasio, luego se miró en el espejo. Si hacía un par de días su aspecto ya era horrible, eso no era nada comparado con su reflejo esta mañana. Tenía la piel pálida, casi de porcelana, excepto unas manchas moradas debajo de los ojos. Su piel parecía cansada y frágil; su mirada fría y desesperada; y su boca, también pálida, era una única y sutil línea de preocupación.
Con esa cara no podía animar a una anciana moribunda, pensó, al tiempo que cogía el maquillaje. El resultado no fue nada espectacular, pero al menos el artificial color rosa de sus mejillas le daba un cierto aire de tranquilidad, y su boca había adquirido un bonito color rosado.
El sol ascendía entre las montañas, en el límite de los campos que se extendían más allá de la casa, y de pronto sintió ganas de alejarse de ella, de las mentiras y traiciones que, descontroladas, recorrían sus pasillos perfectamente decorados, del asfixiante aire de una muerte inminente. Cogió el abrigo de piel que alguien había dejado colgado en el gimnasio, metió los pies en un par de botas para la lluvia y salió al recién amanecido jardín.
Aquella noche había helado, pero el sol estaba calentando la tierra con avidez, y ________ cruzó el jardín de césped siguiendo el estrecho camino de gravilla en dirección a los campos en rastrojo. Llegó hasta el muro de piedra y se detuvo, volviéndose para echar un vistazo a la casa. Las ventanas, meros reflejos del intenso sol de la mañana, le devolvían la mirada. A estas horas aún estaban todos durmiendo, se decía, consciente de que alguien la observaba.
Se subió a la pared de piedra y saltó sobre el basto campo, ciñéndose la chaqueta de piel. Un riachuelo discurría justo enfrente, y vio el tronco caído que no había dejado que el servicio de jardinería retirara. Al derretirse la nieve el río crecería, la corriente avanzaría frenéticamente, y ella se sentaría en el tronco a respirar el aire frío de la mañana. Tal vez entonces vería el futuro con mayor optimismo.
Pero nunca llegó hasta el río. Se topó con un conejo que yacía sobre la incipiente hierba, con la mirada fija e inerte, y ________ se arrodilló desesperada. Esa zona estaba repleta de animales salvajes: coyotes que se escondían en el bosque sin aparecer nunca, pero que dejaban huellas de su matanza. También había linces rojos, y algunos hasta insistían en que los pumas habían vuelto a las montañas de Vermont, aunque hasta el momento nadie había visto nada más que un montón de excrementos.
Quienquiera que hubiera matado este conejo lo había hecho a conciencia, brutalmente, y ________ se incorporó, indescriptiblemente abatida. Oyó un ligero zumbido mientras algo pasaba volando junto a su cabeza, y agitó los brazos a diestro y siniestro. Era temprano incluso para las moscas negras, y lo que acababa de ver era demasiado pequeño para ser un pájaro.
Ya se le habían quitado las ganas de ir al río. Se giró, y algo volvió a pasar junto a ella emitiendo un fuerte zumbido; de repente supo qué era.
Se tiró al suelo, medio helado, mientras otra bala se estrellaba contra un árbol. No se oyó ningún ruido de explosión, pero no había otra explicación. Alguien la estaba disparando.
Tenía que ser un *beep* error. Algún cazador furtivo debía haberla confundido con un animal. No, menuda locura, la mañana era despejada y soleada, y ella no se parecía a nadie más que a sí misma.
Un cazador no usaría un silenciador. ________ levantó la cabeza, mirando a lo lejos. La casa estaba a mucha distancia y todas sus puertas y ventanas estaban cerradas. Era imposible que alguien, desde una de ellas, la utilizara como blanco para sus prácticas de tiro.
Quien hubiera sido debía estar en el bosque, que lindaba con los campos. Allí había un sinfín de sitios para esconderse; imposible adivinar de dónde procedían las balas. Lo único que ________ podía hacer era permanecer echada sobre la hierba y rezar para que quien quisiera matarla no tuviera el valor de salir del bosque para divisar su objetivo con mayor claridad.
________ no tenía conocimiento de que hubiera armas de fuego en casa. Sally siempre había detestado la caza y, para disgusto de los vecinos, había cercado sus hectáreas de terreno. Warren era demasiado melindroso para mostrar interés en caminar por los campos en busca de una presa. Harry, por otra parte, había sentido siempre la típica fascinación masculina por las armas de fuego.
Pero ese hombre no era Harry, se recordó ________. No le conocía de nada, era un tramposo y un mentiroso que la había conquistado en todos los sentidos. Era factible que se tratara de un tirador de élite. Al fin y al cabo él era quien más tenía que perder.
Aunque si, en efecto, era un tirador profesional, su objetivo no había sido acabar con ella. A lo mejor sólo quería asustarla. Un aviso poco sutil, para que se apartara del medio y dejara el camino libre a Warren y su protegido.
________ no se imaginaba a Warren sosteniendo una escopeta. No se lo imaginaba asesinando a nadie.
En cambio, no podía poner la mano en el fuego por el hombre que se hacía pasar por Harry.
¿Iría a campo traviesa y pondría el cañón de esa escopeta en la nuca de ________ y dispararía? No quería morir sin saber quién quería matarla. A la fuerza tenía que ser Harry; era el que más tenía que perder.
Entonces ¿por qué no se lo acababa de creer?
Bajo sus pies, el suelo estaba duro y el frío le penetraba en los huesos. El sol brillaba con fuerza y le calentaba el dorso de su cuerpo, mientras ella permanecía tumbada, medio temblando, medio sudando, esperando que le llegara su hora. La sacudió una sensación de déjà vu, y de pronto se volvió a ver con trece años, acurrucada por el frío en Lighthouse Beach, atenta al disparo de una pistola.
________ perdió la noción del tiempo. Es probable que incluso se quedara dormida; imposible saberlo. El sol siguió alzándose en el cielo, y le pareció oír voces a lo lejos; supo que no podía continuar ahí.
Intentó ponerse de pie, pero las piernas no le respondieron, y cayó al suelo de nuevo, casi esperando que una bala le entrara en la cabeza. No oyó ningún zumbido aterrador, ni vio ningún diminuto ni asesino objeto rozándole el cuerpo. Lo volvió a intentar, y divisó la casa con las persianas abiertas y gente moviéndose tras las ventanas.
Ahora no la dispararía nadie, no ante la presencia de testigos. Todo lo que tenía que hacer era caminar hacia la casa, despacio, con cuidado, y estaría a salvo.
Hasta que quienquiera que hubiera intentado matarla, decidiera volver a actuar.