capitulo 5

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La pequeña de los hermanos Styles, Patsy, era pan comido, pensó Harry con aires de suficiencia mientras la contemplaba desde el otro extremo de la mesa. A Patsy le daba igual si él era o no era el único Harry, siempre y cuando no la desviara de sus objetivos. Estaba timando algo; Harry había visto bastante mundo como para apreciar hasta los síntomas más sutiles, pero Patsy, ayudada por un siempre exquisito Gabernet, estaba ahora bastante entonada.
Sus tres hijos eran harina de otro costal. George el Granuja le miraba como si fuera un terrorista brutal que pretendiera hacerles volar todos por los aires.

Tessa sacudía su melena de color castaño a la que menor oportunidad, al tiempo que le observaba con ojos espléndidos y ardientes, y hacía todo lo posible por recordarle: a) que era una modelo famosa cotizada y muy solicitada, y b) que no se tragaba el anzuelo.

Cuando Harry se fue, Grace, la menor de los primos, debía tener unos seis años, por lo que difícilmente podía acordarse de ella. Parecía darles cien vueltas a sus hermanos, que siempre estaban mirándose el ombligo. Incluso se atrevería a afirmar que era una joven agradable, y aunque le hablaba con educación, lo cierto es que apenas si le dirigía la palabra. ________ estuvo todo el rato hablando con Grace en una es quina mientras el resto de sus primos centraba su atención en Harry, ignorándola por completo.
Sally también la ignoró. No tenía fuerzas para sentarse a la mesa, pero congregó a todos junto a su habitación, ya que Ruben, para que pudiera participar en la cena, había trasladado su cama hasta las puertas de grandes ventanales que, abiertas, daban al comedor. Harry sentía los ojos de Sally clavados en él y se preguntaba en qué estaría pensando; se preguntaba si en lo más hondo de su corazón creía realmente que era Harry Styles.
No tenía importancia. No protestaría, ni pediría la prueba de ADN ni ninguna otra prueba, ni nada parecido, de eso estaba completamente seguro. Sally se había convencido de que él era su hijo y nada la haría cambiar de opinión.
—¿________? —Hablaba en voz baja, debilitada por el dolor, sin embargo ésta llegó hasta el otro lado de la mesa, donde ________ y Grace estaban sentadas.
De inmediato, se produjo un respetuoso silencio en el comedor. ________ se levantó, y como ya era habitual Harry admiró su elegancia, a pesar de haberse presentado a la cena con un vestido de cóctel gris muy soso. A su lado Tessa llamaba la atención y parecía pomposa; nadie con buen gusto hubiera mirado dos veces a la famosa belleza.
Pero a ________ no le interesaban la ropa, ni los adornos ni la opinión de Harry, pensó éste con ironía, mirándola con los ojos entorna dos. La había estado mirando toda la noche, ahora que ella ya no podía evitarle con tanta diligencia.
—¿Estás cansada, tía Sally? —le preguntó, solícita—. Le diré a Ruben que te vuelva a llevar a la cama...
—¡No me mimes tanto, pequeña! —La ligera sonrisa de Sally le quitó hierro a la reprimenda—. Estoy bien. Soy perfectamente capaz de saber cuándo estoy o no estoy cansada. Quisiera que hicieras algo por mí, cariño, si no es pedir demasiado.
La expresión de Harry era imperturbable. Sospechaba que ________ se hubiera cortado las venas por Sally, aunque evidentemente preferían mantener un tono cordial. No lograba comprender qué había hecho Sally para merecer tamaña devoción, pero saltaba a la vista que ________ era demasiado leal.
—Lo que tú quieras —se apresuró a decir ________.
—Harry y yo hemos estado hablando —explicó Sally, y los ojos de ________ se entornaron, aunque se abstuvo de mirarle—. Tiene curiosidad por saber dónde está su retrato. ¿Recuerdas cuál te digo, aquel que le hicieron cuando tenía doce años?
—Te deshiciste de él —respondió rotundamente.
—No seas ridícula, ________ —protestó Warren—. Era un retrato le Wicklander, y esos retratos valen su peso en oro. Sally jamás lo hubiera tirado a la basura.
—No me refería a eso. Me refería a que estaba tan indignada que no podía ni mirarlo —dijo ________, esta vez lanzando una mirada furiosa a Harry. No era una actitud especialmente racional. Debería estar enfadada con el auténtico Harry Styles por haber huido, no un el hombre que sabía era un impostor.
—¿Dónde está, ________? ¿Está guardado? —preguntó George, mando más pomposo, si cabe, que su tío mayor. George había nacido con un alma vieja y amargada, y ponía reparos a todo, hecho que mostraba con su impresionante atractivo físico. De pequeño había sido un soplón y un chismoso; de adulto simplemente juzgaba a todo e1 mundo.
—Está en la casa de Edgartown —respondió reacia.
—Es lo que me suponía. Lo quiero recuperar —manifestó Sally.
—Me encargaré de que lo manden aquí...
—¡No! No quiero esperar, y además, como bien ha señalado Warren, es un Wicklander. Es demasiado valioso para confiárselo a cualquier empresa de transportes y no quiero extraños fisgando en mi casa. La casa de Vineyard es una joya familiar; no deberíamos poner peligro.
¿Sabía ________ lo que sucedería a continuación?, se preguntó Harry con indiferencia. Parecía prudente pero confiada.
—¿Qué quieres que haga al respecto, tía Sally?
Sally le obsequió con la misma sonrisa que durante sus setenta y ocho años de vida había cautivado a hombres, mujeres y niños.
—Sabía que podía contar contigo, cariño. Quiero que vayas allí y lo cojas.
—Cómo no —concedió ________ efusivamente.
—Harry prefiere usar su coche, a pesar de haberle dicho que sería mejor ir en el Rover...
—¿Harry¿?—Su voz era un grito de horror ahogado. Harry cayó en la tentación de sonreírle beatíficamente.
—Le dije a mi madre que quería volver a ver la casa de Edgartown y que estaría encantado de llevarte. Así no tendrás que hacer todo el trayecto tú sola.
—Me gusta viajar sola —replicó ________ tajantemente.
—Además el retrato es bastante grande. Necesitarás ayuda para cargarlo.
—No necesito ayuda para nada. —La dureza de sus palabras causó un silencio momentáneo en la habitación, y Sally la miró sorprendida y dolida.
—¡________! —contestó Sally asombrada—. Harás que Harry se sienta incómodo.
—No es ésa mi intención —aclaró ________, pero Harry supo sin duda alguna que mentía—. Es sólo que creo que serías más feliz si él te hiciera compañía. A fin de cuentas, tienes que recuperar los años perdidos...
—No estaréis fuera tanto tiempo, ________ —dijo Sally pacientemente para hacerla sentir culpable—. Serán una o dos noches como mucho. Verás, no pienso morirme en los próximos días. ¡Significaría tanto para mí! —No le costaba mucho trabajo engatusarla. Sabía que la tenía en el bote.
Como Harry esperaba, ________ cedió. Era evidente que se guardaba las fuerzas para luego.
—Por supuesto que iré —declaró ________ con aparente tranquilidad—. Y si Harry quiere conducir, estoy segura de que eso facilitará las cosas. Aunque no creo que sea necesario que durmamos allí. Si salimos de aquí por la mañana temprano, podremos coger el ferry de Woods Hole a mediodía, y estar de vuelta esa misma noche.
—No es necesaria tanta prisa. Has renunciado a tantas cosas para cuidar de mí, has estado a mi entera disposición durante los últimos ocho meses. Te irá bien distraerte un poco con un joven apuesto.
La cara de Harry se mantuvo seria y serena, pero de todas formas ________ le miró furiosa. Antes de que pudiera articular palabra, Tessa intervino.
—Tía Sally, a ________ nunca le han interesado especialmente los jóvenes apuestos —dijo con despreocupación—. Le gustan los estirados e intelectuales. Si quieres, yo estaré encantada de ir en coche con mi querido primo Harry. Así tendríamos oportunidad de recordar viejos tiempos.
Eso no era lo que Harry quería. Tessa era una actriz secundaria en este drama concreto. No le podía importar menos si ella pensaba que no era el verdadero Harry Styles. Lo de ________ era harina de otro costal, y no quería perder ni un minuto. Viendo la cara pálida y demacrada de Sally, sabía que no quedaba mucho margen de tiempo.
—¡Esa sí que es una buena opción! —________ parecía realmente eufórica ante la idea de zafarse del viaje—. Yo puedo quedarme aquí y ocuparme de que todo vaya como una seda y Tessa...
—No —la interrumpió Saily. Su rotundo tono de voz no daba pie a discusiones—. Puede que me esté muriendo, pero sigo al mando de esta casa. No es necesario que te ocupes de nada, ________. Constanza es perfectamente capaz de encargarse de lo que haga falta y, además, mis hermanos estarán conmigo. Te has pasado el invierno entero a mi lado encerrada aquí, y te irá bien salir un poco al mundo real.
—Pero es que no me apetece ir. —Estaba actuando como una niña testaruda—. Preferiría quedarme contigo.
Sally cerró los ojos, de pronto parecía muy cansada.
—No me lleves la contraria, ________ —dijo Sally con cansancio—. Casi no tengo fuerzas.
Jaque mate, pensó Harry, mientras la culpabilidad hacía sonrojar a ________.
—¿Cuando quieres que vayamos? —preguntó.
La sonrisa de Sally era deslumbrantemente alegre, pero la astuta anciana no bajó la guardia.
—Ésa es mi ________ —murmuró con debilidad. Y ________ logró esbozar una sonrisa a cambio.
A ________ le temblaban tanto las manos que se le cayó el bote de tranquilizantes al suelo desierto de la cocina. Las diminutas pastillas blancas se desparramaron por los anchos listones de madera de roble, rodando hasta meterse debajo del inmenso frigorífico, y las vio esconderse desconcertada. El médico de Sally se las había recetado, insistiendo en que tal vez las necesitara mientras durase el largo y lento viaje de Sally hacia la muerte.
No las tomó hasta la aparición de Harry Styles. Si las cosas no mejoraban pronto, además de esas pastillas blancas necesitaría todas las habidas y por haber.
Se arrodilló para recogerlas cuando oyó que alguien abría la puerta de golpe. Seguro que debe ser él, pensó amargamente. De las nueve personas que habitaban la casa, sólo podía ser aquélla cuya presencia trataba de evitar a toda costa.
—¿Qué estás rebuscando en el suelo? —La voz grave y ligeramente altanera de George asustó a ________ e hizo que se le cayeran las pastillas que tenía en la mano.
Sin prestarles atención, se levantó elegantemente, demasiado distraída por la inevitable certeza de sentirse decepcionada porque no era Harry, cuando hubiera jurado que se trataba de él.
—¿En qué puedo ayudarte, George?
Al igual que su hermana, George tenía rasgos de modelo y una personalidad a juego con ellos.
—Tengo hambre. ¿Podrías prepararme un sándwich?
—No. —Hacía ya tiempo que ________ había aprendido a tratar a George. Era un manipulador, un experto en conseguir que la gente hiciera lo que él quería, y ella no tenía la menor intención de satisfacer sus caprichos, como hacían su madre y sus hermanas.
George se encogió de hombros, evidentemente esperaba esa respuesta de ________, y se adentró en la cocina arrastrando los pies. Fruto de acudir al mejor de los gimnasios, lucía un bronceado intenso y perfecto. Se mantenía en muy buena forma, y tenía tendencia a acercarse mucho a la gente, exhibiendo su cuerpo esbelto y musculado. En esta ocasión, la mesa de la cocina les separaba.
—Así pues, ¿qué piensas de él, ________? —Preguntó como quien no quiere la cosa—. ¿Crees que es el verdadero Harry?
—¿Qué crees tú?
—No tengo ni la más mínima idea. A mí esto me trae sin cuidado; no soy yo el que estoy a punto de recibir dinero de Sally, bueno, sólo indirectamente, y con eso tengo más que suficiente para mis necesidades.
—Eso me cuesta creerlo.
La sonrisa de George dejó ver unos dientes pequeños y perfectos.
—Está bien, admito que cuanto más dinero tenga, mejor. Pero soy un hombre paciente y las cosas buenas les ocurren a aquellos que saben esperar. Tú, por otra parte, tienes mucho que perder si este hombre es realmente quien dice ser.
________ le miró con frialdad.
—No seas ridículo.
— No me estoy refiriendo al dinero —dijo en voz baja—. Después de todo, ambos sabemos que no estás legalmente adoptada. Estoy convencido de que Sally te dejará una remuneración generosa, pero eres muy lista. Tampoco esperas más dinero. No, podrías perder algo más importante que el dinero.
—No sabía que pensaras que hay algo más importante que el dinero, George.
—Perderás el cariño incondicional de Sally —dijo George sin inmutarse—. Durante estos últimos meses ha dependido enteramente de ti, y la tenías para ti sola. Ya no te necesitará, _______. Tendrá a su adorado hijo para quererle y darle cariño. Serás relegada a un segundo plano.
George no era un hombre muy inteligente, pero compartía con el resto de su familia cierto instinto animal, y tenía una misteriosa habilidad para hacer correr la sangre. Algo con lo que afortunadamente ________ ya contaba.
—Eso no me preocupa nada, George. Tengo un piso esperándome en Boston, y no creo que tarde mucho en encontrar otro trabajo. De todas formas, te agradezco que te intereses por mí.
George parpadeó, y sonrió al advertir la ironía de sus palabras.
—Si es un impostor, ________, te corresponde a ti desvelarlo.
—¿Por qué a mí?
—Porque eres la que vive aquí, ¡por el amor de Dios! Tenías más relación con él que cualquiera de nosotros y estarás con él día y noche. Esta breve visita a Edgartown te irá de perlas para conocerle mejor. Intenta descubrir alguna de sus mentiras.
—¿Mentiras? —repitió ella—. ¿Acaso no crees que sea el verdadero Harry?
—Yo no he dicho tal cosa. Soy un hombre prudente. Observo y escucho. Como te he dicho antes, no es mi dinero el que está en juego, pero pertenece a mi querida tía Sally, y no quisiera que se lo diera a cualquier criminal.
—¡Qué nobleza la tuya! —exclamó a la ligera.
George se le acercó.
—Oye, _______, ¿por qué no pasas por Nueva York a tu vuelta de Vineyard? Echarás de menos la ciudad viviendo en este paraje agreste. Podríamos salir por ahí y divertirnos. Conozco un estupendo restaurante marroquí que te encantaría.
________ le miró con incredulidad.
—¿Qué te hace pensar que querría ir?
—Podrías contarme lo que hayas averiguado de Harry. Además sabes que siempre me has gustado. Eres muy atractiva, ________. —Hablaba en tono más grave, supuestamente para resultar más seductor.
La puerta giratoria se abrió y Tessa irrumpió en la cocina interrumpiendo tan comprometida situación.
—Te estaba buscando, ________. Se requiere tu presencia. Warren, mamá y Grace quieren jugar al bridge, y yo preferiría morirme antes que jugar a eso.
—No. —Era la segunda vez que le decía que no a un Styles, y la experiencia estaba resultando intensa—. Lo siento, tengo muchas cosas que hacer. Tendrán que jugar tres.
—No digas tonterías. Seguro que lo que tienes que hacer puede esperar —dijo Tessa con arrogancia.
—No. —Iban tres veces. ________ se sentía tan satisfecha que incluso logró proferir una agradable sonrisa—. Tendrán que divertirse sin mí.
Y rodeó con agilidad la mesa de la cocina, dejando las pastillas esparcidas por el suelo de madera, escabulléndose con discreción.
A pesar de las importantes reformas realizadas, la finca de los Styles no lo era suficientemente grande para albergar holgadamente a toda la familia al completo. Con el recién llegado instalado en la habitación renovada de Harry Styles, y Tessa y Grace compartiendo, aunque a disgusto, la de ________, ésta había sido oficialmente desterrada. Patsy, Warren y George habían exigido ocupar las tres suites y, a menos que se usara dinamita, nada ni nadie les sacaría de allí.
Lo que dejaba a ________ durmiendo en un sofá-cama en la biblioteca.
En circunstancias normales no le hubiera importado, pero es que nada de lo que estaba ocurriendo era normal. George tenía ideas de lo más disparatadas, Warren se mostraba demasiado simpático, y lo peor de todo, había un mentiroso desconocido en casa.
Y por si fuera poco, en la biblioteca, equipada con una gran pantalla de televisión y un bar, se habían instalado al menos dos de los primos Styles.
Por suerte Harry ya se había esfumado. Probablemente estaría haciéndole la pelota a tía Sally, pensó ________ amargamente. No tenía la menor idea de cómo iba a sobrevivir a los próximos días, incluso a las próximas semanas. Le aterrorizaba la sola idea de pasar horas interminables encerrada con él en un coche. Tanto la llegaba a molestar que ni siquiera quería pensar en ello. Era un mentiroso y un estafador, y tal vez mucho más que eso, y nada de lo que ella pudiera hacer u decir impediría que utilizara a los Styles para sus infames propósitos.
La casa era un enorme laberinto y sin embargo ________ no podía esconderse en ningún sitio. Los mayores estaban en el salón, los jóvenes en la biblioteca. No se atrevía a entrar en la cocina, ni siquiera para recoger sus pastillas, y esa noche hacía un frío glacial. No estaba de humor para dar otro paseo a la luz de la luna, sobretodo teniendo en cuenta con quién se había encontrado la vez anterior.
Era más de la una de la madrugada cuando Tessa y George desalojaron por fin la biblioteca. ________ esperó a que la casa estuviera tranquila y silenciosa, a estar segura de que todos dormían, antes de entrar sigilosamente en la cocina para buscar sus tranquilizantes.
No había ni rastro de las pastillas. Algún alma caritativa las había recogido del suelo sin dejar huella de ellas ni del frasco que las contenía. Quedaba la posibilidad de que Constanza hubiera ido a la cocina para comprobar que todo estuviera en orden de cara a evitar atracos nocturnos y demás, pero pensó que no caería esa breva.
________ había trasladado la mayor parte de su ropa a la habitacion que ahora ocupaban Tessa y Grace, pero al menos había logrado coger algunas prendas y esconderlas en el trastero, que se usaba con más frecuencia. Se puso un camisón de franela que le llegaba hasta los pies y, con un despertador en la mano, procedió a acostarse en el dudosamente cómodo sofá-cama. Aunque casi todos los Styles se levantarían tarde por la mañana, no estaba dispuesta a que ninguno de ellos la sorprendiera en la cama.
Las ventanas de la biblioteca no tenían persianas ni cortinas y la luna, clara y brillante, se reflejaba en la nieve derretida y deslumbraba ________ por más que se girara a uno y otro lado.
Se durmió pasadas las cuatro; el intenso sonido del reloj de pared dando las horas resonaba en su cabeza.
Hacia las seis se despertó en medio de la tranquilidad oscura y lóbrega de la biblioteca. Aún dormida, desorientada, sin recordar dónde estaba, parpadeó soñolienta, y deseó únicamente seguir bajo el suave edredón de plumas y olvidarse de todo.
—Es hora de levantarse, encanto —le susurró alguien al oído con voz seductora—. Hay que ponerse en camino.
________ arremetió contra él, presa de un pánico repentino e inexplicable, para darle de lleno en la cara. Harry Styles estaba inclinado sobre ella y la agarró del brazo cuando ésta intentó pegarle.
—Cálmate, preciosidad —le dijo—. No me he metido en la cama contigo. Únicamente he pensado que, ya que pretendes hacer esto en un solo día, querrías salir temprano.
________ retiró el brazo, estremeciéndose en la tranquilidad matutina mientras trataba de recobrar el equilibrio perdido.
—¿Hoy? —preguntó con atemorizada incredulidad.
—Es un buen día como otro cualquiera. Cuanto más tardemos en ir más cuesta arriba se te hará —respondió él.
No le contradijo.
—¡Largate! —exclamó con brusquedad.
Harry no se movió.
—¿Cuándo tardarás en estar lista?
Le habría dicho de todo, pero no tenía escapatoria. Se lo había prometido a Sally y nunca faltaba a su palabra. Sally no le había pedido nada del otro mundo, debería estar encantada de hacerlo.
—Una hora —le contestó.
—Está bien. No pierdas el tiempo acicalándote por mí —dijo él.
—Créeme, no lo haré.
Harry se levantó, y ________ casi deseó que no lo hubiera hecho. Le producía una extraña sensación estar echada en la cama suave y caliente con su esbelta figura cerniéndose sobre ella, mirándola con enigmáticos ojos azules-verdes.
Su sonrisa no facilitaba las cosas. Fría y estudiada, jugueteaba en su boca increíblemente sensual y parecía estarle diciendo que leía cada uno de sus pensamientos.
—Te he traído una taza de café —anunció Harry, haciendo una señal con la cabeza en dirección a la mesa.
—No tomo café por las mañanas.
—Pues Constanza me ha dicho que te gusta con leche y sin azúcar —continuó él, ignorando su flagrante mentira—. En mi opinión no te iría mal endulzarlo un poco.
—Cuanto más tardes en irte, más tardaré en estar lista —dijo ________ con frialdad.
Los ojos de Harry recorrieron su cuerpo de arriba abajo. No había nada que ver; casi todo estaba tapado por un mullido edredón y el resto lo cubría un camisón de franela que ________ solía reservarse para los días más fríos de enero. De todas formas sentía un ligero calor en volviendo su piel bajo las sábanas.
—Te esperaré en la cocina. Por lo menos Constanza se alegra de verme. —Miró en dirección a la puerta, se detuvo y se volvió de nuevo—. ¡Ah, se me olvidaba! —Tiró un pequeño objeto sobre la cama, y por el ruido que hacía ________ supo que era su frasco de pastillas—. Te dejaste tus pastillas esparcidas por todo el suelo de la cocina. Ve con cuidado, tía Patsy es adicta a estas cosas. De haberlas encontrado, e las hubiera zampado todas.
________ no se tomó la molestia de negar que eran suyas; su nombre figuraba en el frasco recetado.
—Son para el dolor de cabeza.
—Son tranquilizantes, ________ —le corrigió él—. Son suaves, pero no dejan de ser tranquilizantes. Y pienso asegurarme de que los necesites.
Y se fue con una pícara sonrisa dibujada en los labios.

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