La casa estaba fría, oscura, húmeda y olía a cerrado. A pesar de que la primavera había llegado a Vineyard antes de lo habitual, los rayos del sol no habían penetrado en los rincones oscuros de la antigua mansión, y al entrar en el lóbrego salón ________ se estremeció de frío. Los muebles parecían enormes y cobraban un aire siniestro bajo las fundas holandesas, y las persianas impedían cualquier entrada de luz.
—Cojamos el cuadro y salgamos de aquí —ordenó, reacia a que darse más rato del necesario en la antigua casa. Había pasado mucho tiempo desde que vino por última vez, pero los recuerdos dolorosos todavía persistían. Si de ella hubiera dependido, jamás habría vuelto.
Harry pasó junto a ella, a oscuras, y abrió una de las persianas, dejando que la luz inundara la habitación.
—¿A qué viene tanta prisa?
—No quiero perder el último ferry.
Él se giró y la miró.
—Pensaba que ya te habías dado cuenta.
Si antes tenía frío, no era nada comparado con el repentino escalofrío que recorrió sus huesos.
—¿De qué?
—De que ya lo hemos perdido. ¿No has visto el tablón de horarios? He dado por sentado que sabías que si subíamos al barco no podíamos volver hasta mañana por la mañana.
—¡Eso es absurdo! Hay ferrys hasta las ocho de la tarde, y los fines de semana el último sale de noche.
—Eso es en verano, ________. Estamos en temporada baja. El último ferry ha salido hace una hora, nos hemos cruzado con él de camino hacia aquí.
— ¿Y que hay del ferry en el que hemos venido? Se estaba preparando para zarpar...
—Se dirigía a Nantucket. No volverá hasta mañana. No tenemos más remedio que pasar aquí la noche, de modo que será mejor sacarle partido a la situación.
—Podría volver en avión...
—¿Y qué hacemos con el coche?
—Puedes quedarte y hacerle compañía.
Harry se apoyó en la pared.
—No sabía que me tuvieras tanto miedo.
—No te tengo miedo.
—Entonces ¿por qué tienes tantas ganas de irte? Una vez en tierra, tendrías que alquilar un coche y luego conducir unas cinco horas hasta llegar.
—Quiero volver con Sally.
—¿Por qué? No se va a morir hoy mismo. El médico ha dicho que por ahora se ha estabilizado.
—¿Has hablado con el médico? —________ trató de ocultar su enfado.
—¿Por qué no? Soy su hijo. Su pariente vivo más cercano.
«Eres un tramposo y un embustero». No pronunció las palabras en voz alta, incluso controló la expresión de su cara aparentando estar tranquila.
—Por supuesto —murmuró, dándole la espalda.
—Escucha —dijo él—, si estás tan desesperada puedo intentar averiguar si hay algún avión que salga esta noche de la isla, pero estás haciendo una montaña de un grano de arena. No tienes por qué tenerme miedo.
—No me das miedo —afirmó de nuevo.
—Entonces ¿qué es lo que te asusta?
Ella le miró con frialdad, indignada.
—Absolutamente nada.
—Eso no es del todo cierto —replicó Harry con total tranquilidad—. Te dan miedo las arañas, el compromiso y Harry Styles. También temes perder el dudoso concepto de familia que has aprendido entre los Styles. Eres como una niña en una tienda de golosinas, te deslumbra aquello que nunca podrás tener, y te olvidas de que todo eso es insípido e inútil. Es un espejismo.
—No sigas —dijo ella. Era muy fácil saber que tenía pánico a las arañas; toda la familia lo sabía y por eso era objeto de burlas. Por otra parte, y dado que el compromiso no entraba en sus planes, era lógico que hubiera llegado a su edad sin haber entablado una relación romántica seria. En cuanto a que le tuviera miedo a Harry o no, ya fuera el auténtico o el que se hacía pasar por él, en fin, prefería no pensar en ello, no en este momento—. ¿Y qué tal un hotel? ¿O un hostal?
—Estamos en temporada baja, ¿recuerdas? ¿Es esta casa lo que te da miedo? ¿Acaso has visto un fantasma salir de dentro de un armario?
—Me trae a la memoria recuerdos desagradables —dijo con voz gélida.
—¿Por ejemplo?
—El día en que Harry murió. —________ supo de inmediato que había hablado más de la cuenta. Durante un instante Harry palideció, luego se le acercó, con paso lento y hasta majestuoso, y ella no pudo volverse, no pudo sino permanecer quieta mirándole con absoluta parsimonia.
—¿El día que Harry murió? —repitió él—. ¿Qué te hizo pensar que había muerto? Simplemente huí. Eso es lo que pensaron todos, ¿ no es cierto?
Sus ojos azules la hipnotizaban, se hundían en sus entrañas.
—Sí —respondió.
—¿Sí, qué? ¿Que pensaste que estaba muerto? ¿O que todos los demás lo pensaron?
Aunque sabía que era de carne, y hueso y que no tenía nada que ver con el verdadero Harry Styles más allá de un misterioso parecido, ________ no tenía ganas de mantener esta conversación con un fantasma.
—Todos se imaginaron que sencillamente habías huido.
—Todos, menos tú. ¿Por qué, ________? ¿Por qué pensaste que había muerto? ¿Qué es lo que viste?
________ se sentía hipnotizada por el sonido de su voz y esa suave insistencia que derribaba sus prudentes defensas.
—Nada —contestó.
—¿Por qué estabas tan segura de mi muerte, pues?
—Porque el auténtico Harry quería a su madre. Nunca hubiera desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra sin volver a dar señales de vida. Sally contrató a los mejores detectives privados para que le buscaran; ningún adolescente habría podido escapar de ellos.
—Te sorprendería lo que puede llegar a hacer un chico de diecisiete años, inteligente y decidido. Así pues, ¿qué creíste que me había ocurrido? ¿Que alguien me había descuartizado y había enterrado trozos de mí por toda la isla?
________ detestaba el leve tono de burla de su voz.
—Creo que alguien disparó a Harry en la espalda y le arrojó al mar. Probablemente su cadáver fue arrastrado en dirección hacia Francia antes de ser devorado por los peces.
—¡Qué horror! —Harry la miraba con total tranquilidad, sin que su cara revelara nada en absoluto—. ¿Esto es fruto de tus fantasías morbosas o hay alguna razón en concreto que te lleve a afirmar que ocurrió así?
________ tuvo el presentimiento de que él lo sabía. Fuera quien fuera, fuera lo que fuera, ese hombre sabía que a Harry Styles le habían asesinado aquella noche. Y ahora sabía que ella también lo sabía. Había hablado demasiado, tendría que haberse mordido la lengua.
—Son imaginaciones mías —dijo ella quitándole hierro al asunto.
Entonces Harry esbozó una sonrisa poco amigable.
—Imaginaciones que pierden su sentido con mi repentino regreso. ¡Menudo chasco te habrás llevado! En muchos aspectos, además.
—No especialmente.
—¿En alguna ocasión le has dicho a Sally que creías que estaba muerto?
—Nunca se lo he dicho a nadie.
—¿Por qué?
Sin pedir permiso, volvió a la memoria de ________ el recuerdo de la oscura silueta, de la sangre sobre la arena, de la gélida neblina que la envolvía, agazapada tras una roca.
—No era más que una teoría —respondió, encogiéndose de hombros—, una teoría obviamente errónea, porque aquí estás, vivito y coleando.
—Obviamente —repitió él mirándola; la expresión de sus ojos repentinamente opacos era indescifrable. En cuanto a la verdad, sus posibilidades se entretegían como una telaraña que los atrapaba.
—________, ¿dónde está el retrato?
________ no dijo nada, simplemente se alejó de él y se dirigió hacia lo que en su día fue el salón de la parte posterior de la casa. Harry la siguió y se detuvo al llegar frente al retrato, que miró con expresión inescrutable.
Capitulo 7/parte 2